Pero ahora, lo sabía.
A pesar de todo y aunque las circunstancias hubiesen sido diferentes, todo hubiera sucedido igual.
Porque ella le estaba reservada, pero solo para un único cometido.
Y, a pesar de tratarse de una chiquilla, lo consiguió en ciertos momentos. Y dependiendo de los gustos, como siempre.
No quedaba rastro
de nada
no quedaban reductos de lo que fue.
Y seguía, trazando caminos
curvas imposibles
e inventando incluso fastiches
que la llevaran hasta el mismo lugar
Del que nunca podía escapar
pero el cual, sin motivos,
no podía encontrar por su propio pie.
Mentía fingiendo pequeños detalles
frases que le diesen las señales
para seguir soñando con ella
y creyendo que, alguna vez, hubiese podido ser
su Greta.
No quedan finales, solo olvido
que se corrompe cada vez que pronuncia su nombre
cada vez que cree que ella recuerda.
Cada vez que se engaña creyendo que ella recuerda.