En la caja escondía
todo cuanto la consumía,
en la caja encerraba
sus peores retratos.
En el trastero guardaba
las memorias de su diario,
en el trastero encadenaba
el presente odiado.
En las mañanas se levantaba,
de nuevo con la máscara en su cara,
un día más de actuación.
Sus relatos ocultaba,
disfrazaba e interpretaba,
nadie la podía reconocer.
Entre metáforas se perdía,
y en sus pasos no se distinguía
el recuerdo del ayer.
Un signo de interrogación
pintado en la pared,
de nuevo la exclamación
al no saber que responder.
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