en alguien que no decía que no a nada
Puede que fuera por el alcohol
o por la mil imágenes que soñé,
no sé donde terminé
pero no recuerdo la mitad de lo que sucedió.
Y una suave caricia
me despertó en una mañana extraña,
en una cama que no reconocía
y en unos ojos que no amaba.
Ella seguía andando como si nada
yo caminaba casi congelada,
la indiferencia en su maldita cara
y alguien extraño entre sus brazos me atrapaba.
Traté de reconstruir los hechos
casi en vano y de forma tonta,
descubrí una leve sonrisa en su desconocida boca
satisfecha de verme al fin a sus pies acabada.
Y su cuerpo se convirtió en mi entrada
a un laberinto de gestos ambiguos
a un nuevo concepto de distancia.
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