El compás del tiempo, irrompible, eterno, nos vuelve lo que poco a poco mostramos. Cambia y a la vez vuelve todo lo que es. Vuelve a todo un sin sentido de acontecimientos que luego se destapan como los caminos más racionales y más seguros que hubieses podido tomar. Ahora, en cuanto a ti, ya sabes que es lo mismo de siempre.
Querría detenerte y decirte tantas cosas de frente. No esconderme entre poesías y mejunjes hechos prosa que no tienen sentido. Entre las metáforas y señas que pronuncio en voz baja cada vez que estás cerca. No mirar como idiota tu melena, o tus ojos de los cuales siempre arranco una nueva excusa para escribir. Los mismos temas que me empiezan a cansar. No quedarme sin palabras delante de tus "piernas infinitas" que me devuelven el temblor del miedo a mis latidos.
Delante de ti, decirte cuantas cosas pasan por mi cabeza, tanto bellas como horribles. Mostrarme sin ningún espejo ante ti y ofrecerte lo poco que realmente soy. ¿Y tú que harás? Nada, no vas a hacer nada. Porque no te importa, ni nunca te importará. Eres indiferente y realmente te da igual lo que suceda. Desde un principio todo estaba claro. Todo estaba demasiado claro. Demasiado fácil de aceptar.
Un bellísimo tópico poético. Dijiste que se llamaba "sufrimiento gozoso" si mal no recuerdo. O tal vez ese era el dolor de los enamorados. No sería el más apropiado aquí, ya que me toca sufrir por lo inalcanzable. De frustrarme por anhelar aquello que sé que jamás tendré. Cómo bien dijiste. Es tan curioso e hipócrita que pueda reconocer que tengas razón. Tan racional y absurdo que tengas razón que me enciende. Tan real.
Creía que los huracanes acababan por apagarse, como un volcán. Pero me doy cuenta que solo bailo alrededor de la calma, intentando no meterme demasiado en la tormenta que parece interminable, acechando por atraparme en sus truenos y vientos iracundos. No, no puedo moverme de aquí. Prefiero seguir atrapada en el ojo del huracán. No sé lo que hay más allá y temo lo que esté allí.
Cobarde de mí que ya no quiero saber nada más de lo que pueda ocurrir. Cobarde de mí por no afrontar de una vez la verdad y dejar toda esta historia atrás. Cobarde de mí por no poder corresponder tu indiferencia de otra manera.
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