"Creí en las diferentes "realidades"."
Saltó del bordillo y cruzó la carretera para proseguir con su carrera natural. Todos los días a las siete y media de la mañana se vestía con su ropa de deporte y se recorría diez o quince kilómetros, dependiendo de lo que le pidiese el cuerpo. Ese día era especial, pues era la primera vez que salía desde que tuvo aquel accidente. Su vida, su carrera y su pasión por poco se ven truncados gracias a aquel suceso.
"-¿Doctor, es seguro que la va a perder?
-Lo más seguro, la herida se ha infectado y me temo que no podemos hacer nada."
Aquellas palabras, aunque estuviese semiconsciente, le golpearon en el lugar más profundo de su alma. Su mujer empezó a llorar y él sintió como un vacío le inundó todos los poros. Sus ojos se humedecieron, pero no pudo soltar las lágrimas que se le acumulaban en la garganta.
Pensaba en aquel momento mientras se encontraba con el cartero, igual que antes, y le saludaba con una amplia sonrisa. Sus zancadas eran largas y cansadas. Su resistencia estaba bastante mermada a causa de la falta de ejercicio. Pero no le preocupaba, pues pronto recuperaría sus aptitudes. Se dijo a sí mismo que no iba a desperdiciar esa segunda oportunidad.
"-Cariño creo que voy a someterme a esa operación.
-¿Estás loco? Está en fase de experimentación y corres el riesgo de morir.
-No importa si con ello puedo recuperar mi vida."
Y era cierto que no le importaba. Su vida, su humor, su personalidad y su mente habían sido destrozados a causa de la pérdida de su pierna derecha. Desde pequeño le había encantado el atletismo y no podía creer que a sus prontos veintiocho años todo se fuese a perder.
La operación a la que se había sometido no era más que una inserción de una pierna biótica conectada directamente a su sistema nervioso capaz de responder a las órdenes de su cerebro. Su mujer le había intentado convencer de que era demasiado peligroso, que podía perder el control sobre su otra pierna, sobre sus brazos o incluso de su corazón. Él estaba tan decidido que no le importaba.
Ahora agradecía su valentía, aunque podía comprender la negatividad de su mujer. Casi le había perdido en el accidente y temía por que al final le perdiese del todo.
"-Sabes que te quiero igual con pierna o sin pierna, pero te quiero aquí."
No la escuchó y al día siguiente ya había firmado los papeles que eludían de cualquier responsabilidad a los médicos que le interviniesen en la operación. Después de esperar durante tres semanas llegó la intervención y los meses de rehabilitación para acostumbrarse al movimiento de su nueva "pierna".
Era el primer día que salía sin ayuda de nadie. El primer día que probaba las capacidades de aquel milagro tecnológico y la verdad era que los resultados no le estaban defraudando. Se detuvo cansado y miró su cuentakilómetros. Marcaba cuatro y medio, así que era momento de volver a casa. Seguro que cuando llegara a su casa su mujer estaría preparando el desayuno, esperándole preocupada. Pero no dejaría que le preguntase nada. Simplemente la besaría y luego se dirigiría a la ducha, como si fuese un día más.
Un simple y rutinario, aunque nuevo, día más.
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