Quién iba a decirte que el sueño no llega
que las noches son mejores en vela
y que los caminos a ciegas
son el paisaje para todas tus metas.
Arrasaste todo sin darte cuenta,
convertiste el desierto en Siberia,
y ahora ríes por lo que realmente era
y nunca dejaste ser.
Tu vestido no llegaba al suelo,
la ceniza era el resto
de un cigarro suelto
que tú nunca encendiste.
La llama nunca creyó quien eras
y aún ahora temes que esté despierta
para recordarte aquella noche vieja
donde cambiaste tus viejos propósitos y todo lo entendiste.
Tal vez inhalaste demasiado humo, mi vida.
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