Miradas que caricias deslizan
a una zona de insinuada codicia
de promesas y de farsas prohibidas.
Aún así, la bandera ni se iza
ni se distingue de una vulgar perfidia
que la convirtió en una sábana caída.
Y no se atreven, cómo podrían hacerlo,
de qué modo conseguirían levantarla del suelo
si no se distingue del fango y del miedo
que hizo de cárcel al mismo sueño.
Qué voluntad, maldito sin sentido,
la respuesta no calló el delirio
no dejó de susurrar lo que no estaba permitido.
"Hubiera sido demasiado sencillo."
Si extraño la maleza, o el pelo de la derrota
es simplemente porque no soy diferente a una idiota.
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