Un sueño, una simple chispa salta de tu mente, y todo parece detenerse, esperando el momento exacto en que tu ansiedad esté en su punto álgido para reanudar el tiempo. Parpadeas y jadeas casi a la par, y tus sentidos te muestran más que nunca que no hay nada que te sepa peor que ese gusto entre lo agrio y dulce. "Agridulce", así es como lo defines.
Dejas que las cuerdas se deslicen poco a poco, dejen de apretar lentamente. "Un simple hecho puede cambiarlo todo". Te preguntas entre cada respiración si realmente hubiese merecido la pena. Y la misma respuesta se repite, aunque no quieras escucharla. Alzas tus manos y te planteas incluso la posibilidad de la plegaria. Pero te detienes entre lágrimas "No merecería la pena".
No es un exilio, ni siquiera una partida, pues no perteneces a su mundo. No es un adiós, ni una despedida, pues nunca fuiste nada más que una cifra. No es un silencio, ni una oportunidad perdida, pues tan sólo fuiste un borrón de tiza.
Y aprendí, después de todo, que no hay nada para siempre.
Nunca hubieron frases, u oraciones que sirvieran,
solo una promesa que hoy se vuelve real, casi eterna
solo una promesa que hoy se vuelve real, casi eterna
"Desharé el mundo en mil pedazos una última vez"
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