Sentada en aquel café analizaba
todas las emociones que se habían acumulado durante el día. Pero
aquella presencia, maldita presencia, la volvió a poner en tensión
detrás de su espalda.
-¿Vas a seguirme a todas partes?
-Del mismo modo que tu también sigues.
-Yo no sigo.-Echó otro trago a su café sin girarse.-Yo sólo...
-Esperas a la muerte como un condenado.-Posó sus manos alrededor de su cuello y lo apretó levemente.
-No estoy esperando nada, y suéltame.
-¿Y si no quiero?
Intentó beber otro trago mientras sentía como los labios de la otra se
acercaban a su oreja, echándole el aliento en esta. Un escalofrío
invadió su cuerpo, cosa que la obligó a soltar la taza que sujetaba con
sus manos y a dejarla en la mesa. Luego pasó sus brazos hacia atrás y
acarició las muñecas dueñas de las manos que estaban estrangulándola
lentamente.
-Te obligaré.
-¿Quién? ¿Tú? Por favor, no me hagas reír. No serías capaz de ejercer tu control sobre nadie.
-No quiero tener el control de nadie. Tan sólo quiero que te largues.
-Lo
dudo mucho.-Sintió como sus manos se aflojaban y empezaban a acariciar
su cabello. Su respiración se aceleró. Tenía que detenerlo.
-Ya es suficiente.
Se levantó de su silla y se giró hacia ella. Allí estaba, esbelta,
orgullosa, sonriendo sarcásticamente. Una especie de rabia le subió por
la garganta al verla y tuvo que hacer unos esfuerzos titánicos para
tratar de no abalanzarse sobre ella.
-¿Suficiente? Eres la chica que nunca se cansa. ¿O no lo recuerdas?
-Márchate.-La cortó.
-No.
Y no vuelvas a interrumpirme o te arrepentirás.-Su cuerpo se acercó
casi imperceptiblemente y casi sin darse cuenta la tenía frente a sus
narices.-¿No te das cuenta? Tú no puedes ser...
-¡Cállate!-Una mano restalló contra su mejilla derecha.
-Te he dicho que no me vuelvas a interrumpir. Debes controlar ese carácter o te traerá problemas.
-¡Déjame en paz!
La otra se situó detrás suya rápidamente y le sujeto ambas manos
por la espalda. Las lágrimas se escurrieron por sus mejillas, pero no
intentó zafarse.
-No
puedes conmigo. Soy superior a ti en todos los sentidos. Soy yo quien
está detrás de todas tus acciones, detrás de cada palabra que
simplemente susurras y me parece increíble que intentes olvidarme tan
pronto.-Apretó con más fuerzas sus manos y pegó de nuevo su boca a una
de sus orejas.- ¿Lo recuerdas ahora? Yo habito en ti, pequeña, soy esa
parte que dices despreciar, pero que es la única que te mantiene a flote. Sin mí, no serías nada.
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