Las notas suenan distantes
a cualquier hora, en cualquier lado,
dentro de un pecho desencantado.
Se deshace en una mente irritante
enrojecida, extenuada de desastres,
de cementerios y de pasos desinteresados.
Sin respirar la herida se contrae
algo repetido más de mil veces
pero la mente, absurda en sus idioteces,
siempre vuelve, siempre reabre.
Demasiadas partes insalvables
junto con el recuento de frases,
se consumen en un desgaste
que no dejó ni pizca de aire.
Cómo una sencilla sílaba que se disuelve
en una marea de pensamientos indecisos,
en un coágulo de pensamientos cancerígenos,
que se espesa aún más cuando llueve.
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