Demasiados años, demasiado tiempo...
Ventanas y cristales se ahuman
en una espiral de continuo crescendo,
de pensamientos cada vez más ciegos
al ver que toda posibilidad se nubla.
Atardece más rápido cada día
oscurece sin compasión
y deja la noche con la pretensión
de dejar atrás la vieja herida.
Encubierta con ceniza
la lleva cada vez más infecta
de todo aquello que aún la intimida.
No cierra, y se desliza
aquella lúgubre venda
con la que trató de curar su locura enfermiza.
Hasta el fondo, no se detiene esta locura
este círculo de absurdez y de delirio
conducido por el mismo y no recíproco ciclo
que la hace adorar cada palmo de su figura.
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