Mi fili veni...
En su descenso a los infiernos no encontró nada más que la misma imagen miles de veces, pero de mil formas distintas. Y una vez subió, todo lo que llegaba a recordar era esa misma imagen repetida una y otra vez. Beatriz estaba por todos los lados, y el sueño, su viaje, aquel cielo, lo acabó de condenar.
-Ni el mismo cielo podría perdonarse a sí mismo por lo que me ha hecho.
Su mirada era ceniza y carbón que aún abrasaba, una especie de calor condenado a morir pero que en su mente jamás perecía. Dante no era, ni por asomo, el héroe valiente capaz de ir en busca de su amada hasta el mismo paraíso.
-Sin embargo...
Sin embargo quería hacer algo, algo en contra de toda aquella crueldad montada sobre una idealización falsa que condenaba a los vivos y a los muertos.
-Lo haré, lo voy a hacer,...
La sangre parecía querer escapársele de las venas y sus ojos clamaban por una solución.
-Debo hacerlo... ¡Lo haré!
Miró al vacío que representataba su habitación pobremente alumbrada por una vela en su escritorio, luego tomó la pluma y el tintero, dejando pasar unos instantes hasta manchar los papeles que había encima de la mesa:
"Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura
che'..."
PD: Lo que nunca supo, es que tuvo el efecto contrario.
Brillante. Gran ovación a "La Divina Comedia", y muy bien merecida.
ResponderEliminarConforme más te leo, más me gusta tu manera de escribir. De verdad... Felicidades.
María José Cabuchola Macario
Realmente, era una especie de reinterpretación rara y fuera del contexto de lo que es en verdad la Divina Comedia.
EliminarDe todas formas, agradezco mucho tu comentario :). Gracias ^^.