Supongo, creo, que en algún momento todo llega a su término. Es inaudito todo el tiempo que llevo metida en esto, todo lo que ha sucedido y todo lo que no aconteció -me remito cada noche a eso precisamente- y que se incrustó tan hondo en mis pensamientos que no puedo, aún hoy, sacarlo de ahí.
Tengo más de 900 letras escritas entre poemas, relatos y demás historias que podrían llevar TU nombre de título -aquel que siempre ha sido un tabú, y que me jodía las rimas más de una vez por no poder ponerlo. Aunque guardo los originales-; la gran mayoría publicadas aquí -lugar que no frecuentas, una lástima-, además de todas aquellas cosas que guardo escritas en mi libreta -que un día te entregué por error, ¿Recuerdas?- y que, en parte, nunca he mostrado ni quiero mostrar.
Y es así como la ironía sigue su curso: te escribo como si de verdad estuvieses frente a mí -aunque ambas sabemos que estaría tartamudeando y diciendo cualquier estupidez antes que todo esto- y, lo que es peor, como si de verdad fueses a leerme. Pero nada, me emperro irremediablemente.
En algún punto todo llega a su fin, para qué engañarnos: estoy cansada, asqueada incluso, de perseguir un fantasma que ni siquiera se acuerda de quién soy. Aún así, no puedo negar que has sido -y eres, para qué engañarnos- lo más literario que me ha sucedido nunca.
Como bien rezó ÉL -que, por cierto, ya sé quién es- tres palabras lo recitan:
NEVER KNOWS BEST
PD: La función terminó
y aún quedó alguien esperando
por el último acto
"ese que ambas sabemos que no va a suceder".