Como el gato,
vivo y muerto
al mismo tiempo
entre cuatro paredes
y lleno de arañazos,
buscando su propia paradoja
viviendo y muriendo
siempre, a la vez.
(Aunque todo el mundo lo sepa:
el gato sigue, de nuevo,
mortalmente vivo)
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Sin querer, un estallido
y la mente oscurece,
marchita el pensamiento
"No, otra vez"
Un dolor ajeno
impregna, se expande
como un parásito
que aparece sin aviso.
Estalla, de nuevo,
te entrecortas, ni piensas
"Ella sigue"
el único tormento
capaz de atinar
"Ella sigue dentro".
PD: Nos empeñamos tanto en buscar
la funcionalidad en todo
que olvidamos el mero placer
de hacer por hacer.
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