Perviven aún
aquellos motivos
enfermizos
de furor implacable;
anhelos y más deseos
que nunca vieron la luz del sol.
Derruida, buscando opciones de
salida
que me lleve
al extremo circunstancial,
otra vez,
de la oración.
El último aliento
sigue encadenando
palabras
sin respuesta.
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