cada mañana,
no hay ningún descanso,
es un fluir.
Las sombras se acobardan
al tener esa compañía,
la prosa que se había alejado no vuelve.
Las cosas no son como nos
las cuentan o nos las montamos.
Las cosas son.
Es una lástima, una verdadera lástima.
Errante y sin paso firme,
se tambalea.
Las sombras intentan ganarle
terreno a un sol que se levanta.
¿Nos las puedes ver?
Están esperando que vengan las nubes,
así sus retinas pueden fotografiar
el despliegue
de su baile.
“luces y sombras”
quién diría que suena poético.
-Mientras tanto sigo aquí,
sentada, desafinada, pensativa
y con los huesos calados de una incertidumbre
que me obliga a decir esto.
-Deja de ficcionalizar, porque no es lo tuyo.
-Maldita sea la rima consentida.
-Nunca quieres rimar.
-No soy estable.
Sigo desafinando con el único destino que
me marca el no saber.
¿La presencia es la respuesta?
Recordar sigue siendo bonito,
o al menos hoy por hoy.
Detesto escribir.
¿No sé si tú me estás comprendiendo?
Ni idea, no es a ti, no te confundas.
No te hablo a ti.
Es extraño pero huele a algo que no puedo contar,
ni definir.
Huele a absurdez.
No quiero caer en una rutina
de la inconstancia constante.
No quiero caer, directamente.
Hay cosas que se escapan,
no se puede fotografiar tu puesta
de sol o ese momento en el que
parece que las apariencias engañan.
De engaños vivimos
y nos hacen,
creemos de las mentiras misterios
que en solitario se hacen compañía,
las unas con las otras, las otras con las unas,
y ellas, y ella, ya estamos.
Delirio que fumando espera al timonel,
porque si la conducción debe llevar a puerto,
solo ello puede ver los faros,
los otros nos estrellaríamos.
Sin salvedades el silencio es maravilloso,
con una excepción,
¿y si no lo provocamos o queremos provocar?
¿y si no queremos?
Hacer daño por el bien común
en el regazo de unos muslos
abiertos
sin desbordarse,
nada está húmedo con el calor
de un cuerpo encima de otro,
nada se humedece. La cabeza trabaja por sí sola.
-Y si no sabes.
-Se aprende
-Te preocupas demasiado por algo
que en realidad no es tan importante.
-No es eso, es solo que me pierdo.
-Quizás deberías juntar las piezas
-El reloj no marca las horas
-Pues haz cucu cucu y cucu.
-Juntaré eso.
-Es lo que debes hacer.
La ponzoña se consume,
el viento guarda salivas
y almíbar de lo que fue
un intento fallido de alcanzar
algo que sin prisas hubiera salido,
al menos, una vez, ni bien ni mal,
sino todo lo contrario.
Las cosas se pueden contar si se viven,
Vívelas
y luego me cuentas.
Por: Amparo Alemany Martínez.
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