Degenero
en una espiral
de
irascibilidad
y risa nerviosa:
detesto que me tomen por imbécil.
Aunque
jugar al despiste
(aunque solo a veces)
es
delicioso.
Una sonrisa
una curvatura mustia
y todo
vuelve
a su cauce.
Y se cierran
por un instante
los ojos en el papel
"ábrelos"
nada ha vuelto
a
ser lo mismo.
Nada volverá,
mi vida,
y todo
seguirá igual que siempre.
Ríete, estás en tu derecho,
hace tiempo que
ni se gana ni se pierde:
tan solo se es más hija de puta, o menos.
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