Yo, hablo
y tú
no escuchas.
Yo, escribo
y tú
no lees.
Yo, digo
y tú
no recuerdas.
Yo, pienso
y tú
ni te interesa.
Esa es la dinámica
desde que empezamos
a
no escuchar-
nos.
Esa es tu
(vuestra)
rutina.
Esa es la ley
que me impusiste
y que
me obligáis
a cumplir.
Esas son vuestras reglas
"si no quieres, no entres":
nunca fue
tan fácil
detestar a alguien.
Vuestro punto de vista
vuestra interpretación
vuestro juicio y veredicto:
no hay más preguntas.
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