...Y con él, sus olas.
Romper cualquier pedazo de papel entre tus manos. Mirar a tu alrededor y ver que lo que está pasando es más real de lo que quieres creer. Ese sentimiento de ahogo, la presión en el pecho que te dificulta la respiración y te reaviva las ganas de llorar. Todo parece quedarse estancado, no puede avanzar y no quieres que avance. Pero temes aún más que retroceda. El tiempo es oro y en vez de correr, vuela. Cada instante, cada minuto que pasa, todo es jodidamente sentencioso hacia un único desenlace. ¿Prefiero otro? Quién sabe. Llego a creer que todo ésto es el principio y el fin de mí misma, que si no hubiese ocurrido nada, yo no sería así o simplemente no sería.
Quién sabe y quién podrá desmentir nada. Soy lo que soy. Gracias a lo que me ha pasado, a lo que he hecho, a lo que haré. Gracias a la gente que conozco y a la que no. Gracias a todo y a todos. Aunque no sea el mejor momento para volver, juro que más que nunca necesito ésto.
Golpeo mis mañanas
mientras desgarro mi alma
huyendo de este frío.
Desmontando las ganas
tapiando mis ventanas
y siempre me río.
Dibujando las posibilidades
me aparto de tus risas
dejándole a esta brisa
esconderla en mi piel.
Disimulo en mis tardes
lo que me quita vida
aquella vieja herida
que se abre cuando vuelves a aparecer.
PD: Y si lees ésto mi vida, sepas que eres una de las pocas
cosas bonitas en las que pienso antes de irme a dormir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario