Tantas situaciones nos abruman
nos vuelven potentes suicidas
que constituyen todas las argucias
que hacemos para evitar:
La última destrucción
el último reducto de nuestra redención
que dejó el veneno en nuestro interior.
¿Y acaso la muerte nos hace mejor?
¿Nos libra de todos los pecados cometidos?
¡¿Nos hace inmunes ante la culpa de pulsar el jodido detonador!?
Caí tan extremadamente bajo...
Siento escribir estas cosas. Pero juro que lo necesito.
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