El mismo retorcido concepto
dueño de una realidad sin fondo,
vuelve sin aquel todo
de la parte que corrompió el aliento.
Se pierde el matiz cuando se piensa
en aquello que penetró el alma
la sonrisa, las malditas "no" palabras
sin tregua a sus putas piernas.
No cesa el pálpito ni la vocación
a un juego absurdo sin metas
en el que nunca jugaron dos.
En dirección contraria, siempre al revés
de un abismo que persigue su voz
cuando grita hasta el anochecer.
La profecía de algo nefasto
creado por las frases detonantes,
aquellas que se repiten constantes
cuando el crepúsculo cae y deja todo de lado.
PD: Momentos en los que quieres que todo a tu alrededor, sencillamente, ARDA.
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