Ceniza, impregna y eterna,
me recorre las venas
volviendo a su punto de partida.
Agridulce su sentencia
al recorrer mi saliva
e infectar las heridas.
El contacto con una mota de esencia
dentro de una garganta fría
y caliente, enferma de la ironía
que supuso atragantarse por ella.
Desprendida de una profecía negra
que se dejó corroer como caliza
convirtiendo en sueño la pesadilla
y los temores en deseos que, finalmente, se desintegran.
Enterrando las mismas estrellas
con la misma ceniza
producto de aquella "vida"
que destapó a la puta de Greta.
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