Siempre decía que no era más que una triste canción que no tenía más que añadir. Y, al final, sucedió: a pesar de todo no importó que ella se marchara, pues nunca aprendí nada.
No hay más.
Letras se borran lentamente
junto a pensamientos, recuerdos
y baldosas que se desprenden.
Se tambalean, como siempre, los cimientos
y se cuestionan las reglas del demente
que comenzó este absurdo juego.
Pero, siguen sin atraparme
las palabras, las frases, las caricias (robadas),
aquellas miradas que no decían nada
y los fragmentos que se convierten en diminutas partes
De una actuación, de una maldita farsa
que no tiene ni público ni espectadores,
ni entradas ni más favores;
solo, un pequeño susurro de (viejos) fantasmas.
Ella nunca lo hizo
nunca le hizo falta
"Greta, perdí mis alas".
Never coming again, never coming again,...
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