Poned play a Valiente - Vetusta Morla (abajo el vídeo):
En el suelo, aquella dualidad sigue recostada en la piedra. El sonido de sus latidos disimula el ruido de sus pensamientos, aunque aún son audibles:
-Tras de mí una escena y diez mil frases que repetir...
A un lado, Ella, se mueve y se acaricia el torso. Aspira profundamente:
-Yo no voy a contar lo mejor, a ocultar lo peor...
Con los ojos abiertos y la boca entrecortada, susurra cosas que, al final no acaba de comprender. La cabeza a un lado y el cuerpo al otro, repasando sus curvas y aprendiéndose de memoria el compás de una vieja cantinela "Al revés, al revés". El leve murmullo se hace patente en las dos:
-Ser valiente no es solo cuestión de suerte.
Hasta que acabe, hasta el final de sus días. Sin embargo, no hay tregua: se levantan, el corazón estalla en una arritmia pesarosa que acaba por deformar su cielo. Un pie, y otro hasta situarse de nuevo erguidas. Y la carrera se vuelve a inaugurar. Ella la sigue hasta que se encuentra con una pierna que la hace caer echando a correr automáticamente. Se levanta inmediatamente y sigue corriendo.
La Otra, escondida en la siguiente esquina, al pasar, la persigue. Se mete en callejones para tratar de alcanzarla hasta que se topa con su rostro, inhumanamente expresivo. Los tobillos dan media vuelta y empieza, de nuevo, la carrera al revés. Ella la sigue incansable sin poder atraparla aun con un impulso harto envidiable. Acaba escondiéndose tras la primera puerta que encuentra dejándola pasar, observando como se ha detenido en el centro de esa calle y se apoya en sus rodillas. De pronto la oye gritar:
-¡A veces no soy yo, busco un disfraz mejor.... Disculpa mi osadía!.
La Otra, para sí misma:
-Piensa que ya no estoy, que el eco no es mi voz...
La vulnerabilidad la atrapa y siente su posición más débil que nunca. Necesita arrancar de nuevo a correr y sale por la misma puerta ante los ojos de Ella. El destello de la calle se sitúa justo en sus ojos y la vuelve hacia atrás viendo aquella sombra caminar en dirección contraria. Se detiene y reanuda la marcha en sentido contrario:
-¡No es solo cuestión de verte!
De repente desaparece de su campo de visión, pero no deja de correr. Izquierda, derecha, zigzaguea buscando algo que quiere, por encima de todo, apartar de su vida. Nadie, absolutamente nadie de los que están a su alrededor consigue detenerla a pesar de situarse delante de sus zancadas. El final del callejón es lo único que consigue detenerla, pero vuelve a escuchar la maldita voz:
-Mejor aplaude y vámonos.
De nuevo, la histeria la atrapa y necesita huir de allí. Mira a todos los lados sin conseguir encontrar la salida, tan solo ve paredes que parecen aproximarse lentamente y una figura que, a lo lejos, se acerca atropelladamente. Corre hacia Ella y, al pasarla de lado, se le engancha en la pierna. No se detiene: sigue corriendo hasta que en un acto de pura rabia da una patada que consigue soltarla. Un único coche pasa justo en el momento en el que iba a cruzar la calle y siente como se abalanzan sobre Ella:
-Deme la voz... deme la voz....
La Otra trata de resistirse en vano, ella le desgarra la camisa, mientras mantiene sus manos firmes en el suelo; se deshace de sus pantalones y de toda su ropa interior y en ese momento la suelta con lágrimas en los ojos:
-Te perdí en esta función.
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