Casi
como una
estampida
de gritos
encerrados
solo
con pestillo.
Casi
como un pozo
de caos
hecho orden
a base de cadenas
y latidos.
Casi
con una tranquilidad
desasosegada
al servicio de la más
primitiva
taquicardia.
Casi
como si no importara nada,
casi
como si se estuviese perdido,
casi
como si se hubiese olvidado.
Casi.
Somos el resultado
de todos aquellos
caprichos de una
mano enferma.
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