Cada vez
cuesta más
sorprenderse.
Antes era
como en los principios:
tres sollozos,
cuatro risas,
"estará bien".
Imaginando arder
ciertos poemas
que deberían haberse
tirado antes.
Calculando
cada extremo
de la ecuación
hasta volver
a equivocarme
Hasta no
resistir la llama
que
ha acabado con
lo que
acabé por conocer.
Despedidas
reiteradas en bucles
esquizofrénicos:
"se acabó lo que se daba"
"no era la mejor frase"
"Cuídate".
"Será mejor que me marche".
Dicen que hay
rincones en los que
todo vuelve a ser como antes:
"en coma".
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