Tan imperceptible te marchas,
de nuevo sola, en tu casa,
lees tus sueños y te escondes entre sábanas
rezando por que desaparezcan los fantasmas.
Tu cuerpo te reclama
te echa en falta
sigues repasando líneas
pero ya no puedes ignorarlo.
Te retractas y maldices
mientras te amas,
ya no sonríes
te odias porque siempre sea igual.
Una imagen, dos palabras,
ella delante de ti, sentada,
intentas ignorarla
pero aun así sabes que te has metido a fuego en sus pestañas.
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