Portaba en las manos las flores marchitas. Unas flores que se habían apagado después de todo.
Sabes que te dejé en el sillón las mismas pinturas, las mismas historias en blanco. Aquel libro que no decía nada.
Y sabes, que si no respiro, es por no ahogarme.
Sabes que te dejé en el sillón las mismas pinturas, las mismas historias en blanco. Aquel libro que no decía nada.
Y sabes, que si no respiro, es por no ahogarme.
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