Amargo, dulce placer liviano,
lo llaman agridulce, a veces,
los recuerdos que vienen de antaño.
Pero, no se puede engañar a nadie:
tiemblo al pensar que existes
y que incluso, en ocasiones, te desvistes
Aunque no sea ante mí
y sea ante un espejo solitario,
ante un reflejo, ante alguien contrario;
pero, al menos, dime que es así.
Dime que, después de todo, está la miel:
tus poros, tu carne, tu cuerpo,
dime que se te eriza el vello con el miedo,
dime, al menos, que tienes piel.
No entiendo muchas de estas horas
ya sabes, no se me dan bien,
te llamo la atención, repito las mismas cosas
siempre me repito, a pesar de que, sin embargo, estamos a solas.
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