Lo que te ocurra,
lo que me ocurra,
es indiferente.
No sé
si alucino
o,
después de tanto,
estabas ahí.
Casi
como los ojos verdes
(marrones,
no todo
puede ser
fantástico):
te desvaneciste.
Y yo,
yo,
yo...
sigo con el egocentrismo.
Pero si estabas,
si lo estabas,
¡Joder,
juro que estabas!
esa mirada
no necesitaba
palabras
para echarme en cara lo que soy:
"una más, mi vida"
(bueno, esto último,
probablemente,
lo hayas olvidado).
Arrancar, apartar la tierra parte a parte
desgarrarme la misma carne
porque no, sencillamente no:
han profanado el santuario a Satanás.
PD: Lo peor de todo
es que no sé siquiera
si me has reconocido.
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