Tras observar en diversos medios (televisión, radio y periódicos) el revuelo que ha desatado está última gala de los Goya, decidí enterarme un poco de que iba el asunto y dediqué parte de mi precioso tiempo (que no tengo) a ver las partes que han sido más criticadas, entre ellas, la presentación de Eva Hache o el discurso de Maribel Verdú al recibir el premio.
Después de esto me metí por Internet, aprovechando de nuevo esos segundos que no tenía (así me va), y busqué en plataformas digitales de periódicos y cadenas de televisión las distintas opiniones que ha suscitado este acontecimiento y me encontré de las más variadas posibles. Algunos criticaban que la gala parecía haberse convertido en una especie de mitin en contra del PP (ABC), otros decían que fue totalmente acertado utilizarla como plataforma para expresar la opinión, sino de todos los españoles, de una buena parte(El país); y otros que simplemente se limitaban a criticar la indumentaria supuestamente carísima de las actrices que dedicaron su premio a las personas desahuciadas o que aprovecharon para echar otra puntada a los recortes (Intereconomía). Incluso hay una cadena que defiende que los actores protestaron sólo porque cuentan con una escasa subvención y que si hubiese sido mayor, seguramente se habrían callado (Intereconomía, otra vez).
Sean más acertadas o no, esta gala hay que tomársela, en mi opinión, como un reflejo de hasta qué extremos estamos llegando. Mientras se sigue recortando en sanidad, educación (preparaos futuros estudiantes de la LOMCE) y en derechos sociales, se continúa donando parte del dinero público a empresas faraónicas (el nuevo Eurovegas), al rescate de bancos (¿Cuántos millones llevamos ya?), y se promueve la amnistía fiscal para que se legalice el dinero procedente de los paraísos fiscales. El paro aumenta, la gente sale de la universidad y encuentra, como mucho, un trabajo de barrendero o de camarero. Claro, que esto es una ventaja también, mientras sirven pueden experimentar con la cantidad exacta de azúcar que hace falta para un buen café o pueden escribir frases filosóficas en el reverso de las servilletas. Las posibilidades de realización profesional son infinitas como se puede ver.
Un buen ejemplo de la especie de broma que se ha convertido la política en nuestro país es el debate del estado de la nación que se hizo hace unos días. Concretamente en la intervención del presidente del gobierno (aquí tenéis el enlace por si os interesa http://www.cadenaser.com/espana/articulo/debate-estado-nacion-minuto-intervencion-mariano-rajoy/csrcsrpor/20130220csrcsrnac_9/Tes). Éste, lo único que pareció preocupar fue el asunto de la famosa corrupción, tratado con una genial dialéctica con la cual se echaban balones por parte de Mariano Rajoy que invitaba a luchar contra la mala imagen que se está dando a los políticos. Sólo se tocó por encima los temas de la educación, y de las miles de personas que se han quedado sin casa ni se acordó. Otro punto de su discurso, el presidente se echó flores por su "grandiosa" reforma laboral aludiendo ''Ya vemos resultados''. ''Empresas extranjeras como Renault, etc., han decidido apostar por España''. De las de dentro ni se acuerda.
Lo peor de todo, es que el candidato socialista Rubalcaba no es que se luciera tampoco y el resto de fuerzas políticas, cómo siempre, han pasado desapercibidas otra vez.
Volviendo al tema de los Goya. Está claro que la gala no era el lugar más idóneo para expresar unas críticas, bastante justificadas, contra el gobierno. Pero, si en verdad las cosas fuesen bien, las reformas llevadas a término hubiesen surtido efecto y el gobierno hubiese cumplido un mísero punto de su programa electoral sin excusarse de forma hipócrita, si inmediatamente tras el escándalo Bárcenas hubiesen dimitido todos aquellos al menos directamente relacionados, si hubiese sucedido todo eso, la ceremonia hubiese transcurrido con algún que otro chiste jocoso pero sin críticas de la índole que se dieron. Y lo más importante, si realmente no tuviesen ningún remordimiento hubiesen ignorado simplemente estas "puntadas". Pero claro, como pica, hay que rascar.
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