-¿Qué estarías dispuesta a sacrificar por aquello que más anhelas? ¿Qué punto para ti es el límite el cual no debes jamás franquear?
-La muerte es mi único freno. Sólo tengo un único credo. Llegaré a lo más alto aunque nadie haya apostado nada por mí. Demostraré lo equivocados que estaban antes y ahora. ¡Soy lo que soy gracias a mí misma y no le debo nada a ellos! Soy libre, por ende. Sé qué siento y qué quiero conseguir y no vacilaré ni un instante en apartar a cuantos se interpongan en ese camino. La libertad de los otros termina donde empieza la mía y por ende, la mía termina donde acaba la suya. No hay más.
-¿De verdad crees que conseguirás lo que te propones?
-¿Por qué no iba a hacerlo? ¿Quién me lo impedirá? Aspiro a ello y lo rozo con la punta de mis dedos cada noche en mis sueños. Ahora que más que nunca mi objetivo ha sido fijado como único propósito en esta vida miserable, cumpliré con él cueste lo que cueste.
-Las piedras, no puedes planear donde aparecerán ni como evadirlas.
-Pues las destruiré, tal y como he hecho con esta última.
-Exagerada
-Gracias. Apartaré de mí todo ese temor que antes me frenaba y conseguiré lo que nadie en mi situación alcanzaría.
-No deberías dármelas a mí, sino a aquellos que te rodean. Solo soy producto de tu conciencia.
-Cierto... A aquellos que no me dieron la espalda cuando más hecha polvo me encontraba. Aquellos que me ayudaron a regenerarme y a resurgir de mis cenizas tal y como nunca había hecho. Sin ellos, yo no sería nadie.
-No eres tan libre pues...
-Ellos no me atan a nada. No me exigen nada. La única que exige, soy yo misma.
-Interesante.
-No. Simplemente es verdad. Ellos no desean nada más que yo logre aquello que quiera sin importar lo que sea. No me piden más que cumpla con lo que me proponga, aunque sea descabellado. Confían en mí, me dan la fuerza necesaria para seguir adelante.
-¿Y tú "acompañante"?
-Sé que ella estará orgullosa de mí allá donde esté. Puedo sentirlo, todas las noches una mano roza mi frente y susurra a mi lado, permitiéndome descansar y vencer al insomnio.
-Cierto... En verdad, no estás sola.
-No, no lo estoy. Si lo hubiese estado, ya no estaríamos ambas aquí.
-Pero sin embargo sigues anhelando que ella...
-Nada, no quiero nada más. No puedo quererlo. ¿Porque, de qué forma iba a ser capaz de retenerlo si en alguno de esos miles de universos posibles se hubiese dado la ocasión?
-No lo sé.
-Ni yo. Ojalá lo hubiese sabido. De esta forma será mejor.
-¿Te ha costado entenderlo, eh?
-Sí... años... interminables... horas que pasaban con esa dulce agonía que ahogaba todas las demás frustraciones que me causaba este mundo.
-Sigues amándola...
-¿Y cómo podría dejar de hacerlo? No hay forma posible.
-Entonces sigues con las mismas.
-No, es diferente. No voy a dejar de amarla, no creo que lo pueda hacer del todo nunca. Pero sin embargo, he comprendido que es mejor de ese modo.
-Si tú lo dices...
-Hay gente que se merece más atención. Las personas de las que antes hablaba.
-Sí, pero cuando vuelva, volverás a arrastrarte como una alma en pena.
-No.
-¿No?
-No, esto se ha terminado.