miércoles, 30 de diciembre de 2015

Un año menos

Un año más, un año menos,...

Me despido de este año
despidiéndome de sonetos
de frases a medias
y de silencios apropiados.

Me despido de este año
despidiendo a los antiguos contratos
vinculantes a realidades
que ni asfixian
ni dejan libres.

Me despido de este año
despidiéndome de circunstancias
absurdas y extrañas
que llevaron a caminos diferentes.

Me despido de este año
que empezó con una sonrisa
y terminará con ella
otra vez.

Me despido, al fin, de mis carencias,
de mi credo absoluto
y de mi fe ciega
en ella
(A quién pretendo engañar...).

Sigo bailando, sin ti,
la sintonía que años ha
dijiste, a pie juntillas,
"nunca voy a bailar".

PD: Feliz año, feliz cumpleaños con retraso y feliz tu puta vida. Gracias.



viernes, 18 de diciembre de 2015

En blanco

Hay veces que la inspiración es, solamente, una canción.


Esperando
siempre 
a que termine
el chispazo 
interminable:
goce, dolor, placer.

Sin piedad,
sin rencor,
las uñas y los dientes
se resquebrajan
mientras la piel se cuartea
recordando, entre histerias de
fatalista consumada,
tú última mirada,
tus últimas palabras:

*en blanco*


No te equivoques,
mi sexualidad
siempre fue tu frustración.




lunes, 14 de diciembre de 2015

Ceniza

A veces, es inevitable sentirse
como la última colilla amarga
de un fin de semana
consumiéndose
poco a poco
sin sentido.
(casi, ceniza)


Gracias, anónimo.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

domingo, 6 de diciembre de 2015

Tanto idiota

    Manos. Repasan las mejillas y secan las gotas que resbalan por ellas mientras se deslizan suavemente hasta el cuello, donde aprietan y asfixian. La mirada cambia y las pupilas se derriten a un sentimiento que es contradictorio, agridulce. Extraño. El leve movimiento de arriba a abajo acaba llegando a los senos; y estruja, muerde, pervierte. Quema, sin las marcas de la ceniza que se guardan en el interior del pecho; aunque aún calientes. La mente se abandona a un torrente de recuerdos y momentos nunca ocurridos pero demasiado presentes en sus memorias: gime, por primera vez.

      La ansiedad sube, el clamor y el deseo parecen adueñarse de toda razón o lógica dejando que las manos se aten por otras desconocidas que no imaginan lo que sucede en ellas. ¿Quién es dueño en esos momentos? Otra lágrima llega a descender hasta el ombligo junto a aquellas que ahora son señoras. Un río pequeño, frío, traza el camino hasta el principio del fin. No hay marcha atrás, cielo.

      No hay sugestión más potente que sus trágicas fantasías: ella ante ella, sin nadie más. Y el baile, en la realidad, empieza. Las caricias ahora restallan y se oye una fricción constante junto a unos ojos que pretenden aquello que ya no puede someterse más. Gime, sí; lo siente, se deja abrumar por ese pequeño goce. ¿Qué otra cosa podría hacer? Grita, por primera vez, mientras otra lágrima se queda en su pecho.

      Todo parece conjugarse: no quiere reconocerlo, pero no lo soporta más. Dolor, angustia, todo en un estallido proclamado a gritos. La rabia se concentra en esas caricias devastadoras que rompen el alma a cualquiera que ose entregarse a ellas. Aire, ahogo en un momento eterno mientras la pantalla sigue con el brillo al mínimo.

     Y el mismo nombre, la misma sentencia, el mismo libro acabado e inconcluso.

"Hasta nunca"




Puedo olvidar, puede comerme la ansiedad,
puedo salir, puedo girar, puedo ser fácil de engañar,
puedo joder, puedo encantar, puedo llamarte sin hablar...

¿Hay tanto idiota ahí fuera, ah?

sábado, 5 de diciembre de 2015

Cafeína

Sinceramente, no puedo beber café.

Escenarios, adversos,
protagonizan des'encuentros
y preconizan lo dicho:
"Hasta nunca".

Ansiedad, sí,
remordimientos que buscan
redimir acciones
desconocidas
a través de cuerdas
reprimiendo
ahogando
situaciones absurdas.

"Lo siento, ojalá fuese diferente.
No era mi intención
o sí, no lo sé   "

No puedo remediarlo: 
me pierdo, otra vez,
entre caricias inhumanas
de suave incoherencia
y vaivén indecente.
Gritos, gemidos, voces
y un nombre
(prohibido)
entre las sienes:


*borrado*

Dicen que, sin querer,
buscamos no encontrar
nuestras fantasías
para no romper las utopías
que nuestra imaginación
sentencia.