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viernes, 28 de noviembre de 2014

Punto y final.

       Supongo, creo, que en algún momento todo llega a su término. Es inaudito todo el tiempo que llevo metida en esto, todo lo que ha sucedido y todo lo que no aconteció -me remito cada noche a eso precisamente- y que se incrustó tan hondo en mis pensamientos que no puedo, aún hoy, sacarlo de ahí. 
       Tengo más de 900 letras escritas entre poemas, relatos y demás historias que podrían llevar TU nombre de título -aquel que siempre ha sido un tabú, y que me jodía las rimas más de una vez por no poder ponerlo. Aunque guardo los originales-; la gran mayoría publicadas aquí -lugar que no frecuentas, una lástima-, además de todas aquellas cosas que guardo escritas en mi libreta -que un día te entregué por error, ¿Recuerdas?- y que, en parte, nunca he mostrado ni quiero mostrar.
       Y es así como la ironía sigue su curso: te escribo como si de verdad estuvieses frente a mí -aunque ambas sabemos que estaría tartamudeando y diciendo cualquier estupidez antes que todo esto- y, lo que es peor, como si de verdad fueses a leerme. Pero nada, me emperro irremediablemente. 
      En algún punto todo llega a su fin, para qué engañarnos: estoy cansada, asqueada incluso, de perseguir un fantasma que ni siquiera se acuerda de quién soy. Aún así, no puedo negar que has sido -y eres, para qué engañarnos- lo más literario que me ha sucedido nunca.

     Como bien rezó ÉL -que, por cierto, ya sé quién es- tres palabras lo recitan

NEVER KNOWS BEST


PD: La función terminó
      y aún quedó alguien esperando
      por el último acto
    "ese que ambas sabemos que no va a suceder".

martes, 20 de noviembre de 2012

El ángel que fuiste

        Se paseó con sus gafas por aquella habitación tantas veces recorrida por su cuerpo. Su amante, sentada al borde de la cama, la miraba impaciente y deseosa de que aquella le diese permiso para quitarle la ropa. Sus manos se acariciaban mutuamente esperando ansiosas por las de Adela, qué no dejaba de dar vueltas por el estrecho dormitorio. Temerosa de la extraña actitud de su compañera, se levantó y la abrazó por la espalda susurrándole:

-No juegues más conmigo, no voy a soportarlo mucho más tiempo.

          Adela se giró hacia sus ojos y los observó, oscuros y profundos, llenos del mismo deseo que le demostraba su dueña todas las noches.

-Debería, debería,...-Calló de repente mientras se giraba hacia Greta y le mostraba a ésta su mirada desorbitada y carente de cordura.-No deberías...- Besó su cuello y procedió a quitarle la camisa. Las manos de su compañera se posaron alrededor de su espalda y se arrepretó contra ella, obligándola a besarla sin dejar escapar su boca.- No puedo, no podemos,...
-¿Qué? ¿Después de tanto te arrepientes ahora?-Dijo jocosa en un intento por hacerla reír.
-No, no es eso.

       Empezó a deslizarse por la piel de su torso desnudo provocando los gemidos de Greta. Detuvo su boca, una vez arrodillada, en el vientre de ésta mientras le deslizaba con elegancia y soltura los vaqueros ajustados que marcaban la figura de su compañera. Notó sus manos alrededor de su pelo mientras ella espiraba el aroma dulzón que emanaba de todos sus poros, el delirio que la había hecho caer cada noche, desde hacía casi un año.
      Greta empezó a tranquilizarse, su amante había vuelto a la normalidad y su cuerpo se había relajado por completo. Seguía sin atreverse a pronunciar nada más, pero se entregó completamente a las caricias que ella le propinaba. De repente su contraria se levantó y la obligó a girarse bruscamente y a ponerse contra la pared, arrepretada por su cuerpo.

-Sabes, no puedo. Llevo demasiado tiempo con ésto.-Sus manos desabrocharon su sujetador y estrujo los senos, espléndidos por la excitación de su compañera, que gimió aún sobresaltada por las palabras de Adela.
-¿Tiempo?¿De qué hablas?-Dijo a duras penas.
-De ti y de mí.

        Adela obligó a apoyar su cabeza contra la pared, mientras ella se sentía totalmente desconcertada. Esas últimas palabras parecían la profecía de algún nefasto futuro próximo. Quiso aferrarse a las sensaciones de su cuerpo en un último intento desesperado por no alarmarse.

-No puedo pertenecerte durante tanto tiempo, mi amor.- Descendió su mano hasta su humedad y su compañera gimió.-No es mi naturaleza, nunca lo ha sido, y no ibas a ser tú quién consiguiera cambiarme.

      Las lágrimas se aposentaron en los ojos de Greta mientras la ganas de gemir se agolpaban en su garganta. Una sensación contradictoria que estaba empezando a asfixiarla.

-No puedes hacerme ésto. ¿Quién te has creído?
-Tu dueña y esclava desde hace tiempo, pero hoy por última vez.-Los ojos de Adela se llenaron también de lágrimas mientras intentaba hacer llegar al éxtasis a su amante.-Te quise, como el ángel que fuiste, pero esto no tiene remedio. No puedo fingir, he dejado de sentir al fin.

      Greta gimió enteramente desconcertada por el absurdo que representaba la situación que estaba viviendo en su mente y entre sus piernas. Su cuerpo se dejó caer al suelo, totalmente extasiada por las emociones, mientras observaba las piernas de Adela marcharse por la puerta.

Emociones, malditas sean.

jueves, 8 de noviembre de 2012

El cordero y la presa.

      No es diferente de cuando empezó. Y acabará de la misma forma, con tu nombre escrito con tiza sobre una pizarra. Y seré yo quién, rompiéndome a trozos, lo borre.


Distancias infranqueables
entre tierras de dominio,
guardando, en míseros alguinios,
la esperanza de que tal vez pase.

La línia invisible separa siempre
el cordero de la bestia
el predador de la presa.
el roce efímero de sus pieles.

Romperme mientras se buscan
sin dejar que veas
mi parte de miseria.

Me despedazo por dentro
casi sin acordarme de qué momento
me convertí en la presa que busca a su cordero.

Y parece ser que nos creó lo mismo.



lunes, 29 de octubre de 2012

No existeix

No tinc motius per seguir amb açò. És tan absurde que em dóna fins i tot ganes de riure i plorar a la volta. Me n'adone del que dic, i me n'adone del cansada que et trobaràs. Tal i com jo ho estic , vida meva.


Quan ens deixem al temps
és quan pareix que no passa
abandonant-nos a l'anyorança
i a l'estima de la nostra pell

Ens deixem arrastrar
per la desidia d'una veritat
que mai ens és suficient.

I sempre dóna igual
i encara ens sorpren
quan veiem ferida la nostra pell.

Deixar-ho correr, llunt d'así
escapar-se d'aquesta vida
perguent-se en el camí
sabent que aqueixa vida que imaginem 
simplement, no existeix.

sábado, 20 de octubre de 2012

La vida es breve...

...El amor es complicado

      Golpeaba con sus recuerdos la esperanza agría de su sentir. Ella se escondía bajo los balcones de las calles mientras caminaba hacia cualquier lugar. Su rostro se veía cubierto por una bufanda roja que parecía adherida a su cuello. La mente le estallaba, los ojos se le cerraban, en definitiva, estaba hecha una mierda.
     Aceleró sus pasos y dobló por la esquina de la calle parisina. Las personas pasaban por su lado sin darse cuenta de los ojos rojos que conjuntaban con la tela de la bufanda. Tenía en la memoria el instante concreto en el que su vida se despedazó. Y de ello ya hacía dos años. Demasiado rápido, llevaba demasiado tiempo atrapada en una trampa de ratones en la que su delicioso queso no era ni más ni menos que la ambiguedad en persona. Los días en los que no la veía parecían no contar en su calendario mental, mientras que los días en los que sí se hacían condenadamente breves. Recordaba el momento en que aquella entró por la puerta triunfante y se presentó con el nombre que no dejaría de repetir por las noches. Aquel instante crucial al que no debería volver.
     La calle estaba mojada pero no llovía desde hacía rato. Parecía como si aquella ciudad hubiese adoptado el color gris de las nubes. Su ropa, muy a su pesar, hacía conjunto con aquel mal tiempo. La leve caricia del viento que dejaban los edificios entrar a las calles le recordó el motivo por el que se dirigía hacia la cafetería. El corazón se le encogió por momentos y tuvo que detenerse. Recordó aquella perfecta sonrisa, aquellos ojos oscuros y brillantes, los matices de su piel manchada. Se mordió el labio y las piernas le flaquearon, preparadas para emprender la huida en ese mismo instante. Su obstinación pudo más y las obligó a seguir avanzando.
       Llegó puntual a aquella cafetería alejada de la mano de dios metida en un callejón. Pronunció un bien demasiado alto que sobresaltó a un hombre que estaba apunto de entrar. Había conseguido encontrar el lugar sin perderse. Escrutó por el ventanal la clientela en busca de su cabello castaño. No le dio tiempo, pues alguien le dio dos toques en el hombro y pronunció su nombre mientras le decía divertida:

-Menos mal, creía que no lo encontrarías.
-¿Tomamos un café?
-No pierdes el tiempo. ¿Estás segura?

    Frunció el ceño y miró su nariz extrañada.

-No lo sé. Creo que jamás lo estaré del todo.
-¿Demasiado complicado, ah?
-Y tan poco tiempo para decidir si estaría bien o no.
-Ahora o nunca.

    Sin dudarlo, se abalanzó y la besó.

     Hay que ver la importancia de una taza de café.

domingo, 14 de octubre de 2012

Más que a mi sangre.

Dicen que sin sangre no se puede vivir. Se dice también que el calor maternal es lo que nos hace dormir en paz. También se dice que las cosas que amas no pueden hacerte daño. Cuantos hipócritas...

No puedo ni debo
decir lo que siento,
no debo decir tu nombre.

No tengo, ni quiero,
el calor de lo que deseo
el dulce aroma de tus besos.

No duermo, y sin embargo sueño,
con palabras que no tengo
con recorrer todo tu cuerpo
mientras intento deshacerlo.

Recordar sin esmero
y estando tan harta de ésto
te recuerdo, mi amarga Greta,
que no hay nada que contigo pueda.

-No te amo, lo sabes.
-Lo sé. "K"

lunes, 8 de octubre de 2012

¿Consecuencias o causas?

Si el pasado son las causas y el futuro
las consecuencias. ¿Qué eres presente?

     Él la miraba expectante mientras repiqueteaba contra el suelo mostrándose impaciente ante la actitud de ella. Le enfurecía la soberbia con la que actuaba y sus medias verdades que jamás dejaban claro lo que quería decir. Sus ojos parecían siempre divertidos, cómplices de alguna macabra broma, mientras sus labios esbozaban esa media sonrisa que le sacaba de quicio.

-¿Y qué más podría decirte, querido?
-Poco, la verdad, porque pareces morir y nacer a cada instante.
-Ese es mi teórico destino.
-Tanto cambias que al final dudo que existas.
-Te quiero.
-Ya estamos. ¿Quieres tomarme en serio por una vez?
-¿Si no soy lo mismo siempre, para qué iba a hacerlo?

     Él puso los ojos en blanco en señal de exasperación mientras ella soltaba una risotada chillona.

-Te lo tomas todo al pie de la letra.
-¿Vas a llamarme melodramática?
-No, imbécil mejor.
-Sigo cambiando...

    De nuevo la mujer empezó a reír frente al rostro desesperado de su contrincante. 

-Pero tu esencia siempre es la misma.
-¿Entonces, hombre, por qué dices que no existo?
-Porque tus propósitos son efímeros.
-¿Y qué?
-No puedo depender de ti.
-Hablas como si se tratara de una condena. 

     El hombre empezó a llorar y ella le miró sorprendida. No esperaba que se lo tomara tan a pecho y no pudo evitar abrazarle. Un cosquilleo invadió sus entrañas al sentenciar su destino.

-Te darás cuenta, mi vida, que eres el resultado de lo que yo haga. Da igual de que forma lo enfoques, todas tus acciones emanan de mí. Yo soy la única libre de nosotros y de mí solo depende nuestro destino. Y harías bien en no olvidarlo.


domingo, 28 de agosto de 2011

Todo lo que se apagará aún brilla...


     Una leve caricia del viento entra por la ventana. Aún sueña pero siente frío. En él imagina que se encuentra en una de esas montañas que tanto le gustaría explorar, encima de su pico, a ocho mil metros de altura. Se remueve en la cama, le cuesta respirar por culpa del realismo que su mente es capaz de recrear y el aire helado que entra a través de la ventana baja la temperatura de la habitación lentamente ayudando en la creación de su fantasía. Tiene un ligero temblor en el pie derecho y parece que no puede mantenerse de pie, lucha contra el dolor en vano, pues pronto la pierna le falla y cae por la enorme pendiente.
    Un golpe seco le despierta, se ha caído de la cama y parece que su cabeza ha impactado de lleno contra el suelo. Se maldice mil veces por tener esos sueños y se agarra la parte donde se ha golpeado para comprobar que no tiene ninguna herida. Se asoma por la pequeña ventana abierta y comprueba que es aún de noche. Suspira, hace tres meses que no sale al exterior y su único contacto es esa abertura con barrotes que le impiden saltar por ella. Mira las sábanas aún manchadas de sangre, desde hacía días se repetían las hemorragias cada doce horas como si tuviesen un maldito reloj.
     Sabía que tenía que descansar, pero no puede evitar inspirarse con aquellas estrellas y aquella luna enorme que podía ver. En mejores épocas le encantaba salir a darse paseos por las afueras de la ciudad huyendo de las luces artificiales y perderse por los caminos que sus padres le recordaban cuando era pequeño que eran peligrosos. La gran ironía, no tenía nada que temer del exterior, sino de su propio cuerpo. Aún recuerda el primer día que se levantó así, tranquilo en su cama, quiso ir al baño pero se sentía extremadamente cansado, cuando descubrió su cama enteramente mojada de un líquido rojo coagulante.
     Coge una libreta con sus últimas ideas y las revisa. Sabe que no le queda mucho tiempo, pero quiere terminar su historia, aquella que empezó a escribir cuando solo tenía doce años y ahora, quince años después, retomaba corrigiendo todos los sin sentidos y las miles de faltas que cometía entonces. Una idea que jamás se le hubiese podido ocurrir ahora, con veintisiete años en las costillas y a punto de morir.
     Agarra uno de los bolígrafos que hay con el símbolo del hospital y empieza de nuevo con aquella tarea que llegaba hasta el extremo de obsesionarle. Muchas veces los médicos habían intentado pedirle que guardara fuerzas por la noche y que por el día continuara escribiendo. Él solo contestaba que no podía, el día lo cegaba y lo dejaba falto de ideas, una extraña manía que arrastraba desde su adolescencia. Empiza a sentir como le tiembla el brazo izquierdo con el que sujeta la libreta. Sabe que pronto volverá a tener otro ataque y quiere darse prisa. Los médicos no se lo habían dicho, pero esas caras largas demostraban que no le quedaban muchos días para terminar su cometido.
     Apunto de terminar sintió en la boca un sabor metálico. Se maldijo a sí mismo e intentó hacer caso omiso ante la inminencia del ataque. Normalmente pulsaba el botón para llamar a los enfermeros y médicos de guardia. Pero esta vez no lo hizo, quería terminarlo a toda costa. Su mejor obra, su triunfo personal, tan solo una página más.
    Sentía como un hilillo de sangre le brotaba por la boca y apretó los labios para frenar su avance. La última palabra, su firma y una gota de sangre al lado de ella. Satifecho, dejó la libreta en la mesa al lado la cama y escribió mientras la sangre empezaba a derramarse por sus labios su última voluntad.
     Dejó caer la nota al suelo antes de desplomarse, suplicando en sus últimos pensamientos que la encontraran. El último destello que percibe es el brillo fantasmal de su amada luna antes de sumirse en la oscuridad que acompaña a la muerte.

*

     Unas horas después, cuando empezaba a amanecer, la enfermera recién levantada pasa revista a sus pacientes para asegurarse de que aún duermen y de que todo marcha bien. Todo en orden, hasta que llega a la habitación de aquel joven, donde la visión de su cuerpo rodeado de sangre le hace soltar un grito de horror. Intentó desesperadamente reanimarlo sin éxito mientras pedía ayuda. Frustrada dirigió su mirada al suelo mientras una lágrima resbala por sus ojos que observaban aquel charco rojo que olía a metal. Se percató de que un pequeño trozo de papel estaba en el suelo. Lo recogió sorprendida y pudo comprobar antes de empezar a leer que era su letra. Luego se cercionó de que así era, ya que dejaba instrucciones de entregar su libreta a su editor y mandarle que lo publicara. Debajo, una pequeña reflexión que quería poner al principio de aquel libro que dejó sin habla a la enfermera.

"Hasta el último momento, la estrella aún reluce, incluso en el momento en el que muere con su supernova desata una luz más grande de la que nunca ha sido capaz de hacer. Por ello, todo lo que se apagará aún brilla..."

"Si no respiro es por no ahogarme..."