miércoles, 28 de marzo de 2012

Today...

A veces, nos detenemos un momento, y vemos que todo gira a nuestro alrededor... pero realmente todo sigue su curso... absolutamente todo, incluso yo misma, me muevo sin querer. Llamamos a las emociones impulsos eléctricos que nos obligan a reír o a llorar, sentimientos a mera química en nuestro cuerpo, que nos produce sensaciones como el odio o el amor hacia alguien, por eso mismo...
¿Por qué? ¿Tanta importancia tiene una reacción química o un impulso nervioso? ¿Tanto? ¿Por qué?
Por qué consideramos lo más importante lo inalcanzable, y cuando más imposible se vuelve, más adoramos su idealizada imagen... De pequeña me contaron que había gente que prefería vivir sola, porque no soportaba esas emociones, esos sentimientos, que aparecen cuando todo se rompe, inevitablemente. En aquel entonces no lo entendía, hoy, temo ser una de esas personas, temerosa a volver a fallar el tiro, y volver a sentir que no merece la pena nada de tu alrededor sin esa persona a tu lado abrazándote cuando sientes miedo, o no puedas con tus fuerzas.
La ironía de la vida llega a tal extremo, que en estos momentos las lágrimas ruedan por mis mejillas, recordando tantas cosas como mi mente es capaz de mostrar a la vez, sintiendo el vacío en mis costillas y en mi alma, anhelando algo que he despreciado por despecho y por pura rabia, debanándome los sesos intentando encontrar las palabras perfectas que puedan expresar y hacer sentir todo lo que en mi interior hay en miles de letras o poesías vacías que nunca se acercan a los ríos de soledad y ansiedad que corroen y queman poco a poco mi ser.
Y ahora me pregunto, ¿Por qué esa necesidad de expresarlo? ¿Por qué esa necesidad de gritar al mundo entero todo lo horrible que aguardo dentro de mí? ¿Por qué esa puta necesidad de mostrar la monstruosidad de mi ser? ¿Por que esa necesidad de gritar que no soy más que una muñeca hueca que tiene siempre su mirada fija en la nada mostrando que nada más le importa? Por qué...
Cuando sientes que todas las emociones se mezclan en una sola, cuando notas que los sentimientos se funden entre ellos, cuando todos los puntos de vista apuntan hacia lo mismo, cuando todo es tan perfectamente real, que es demasiado completo...
Cuando todas las emociones se mezclan y estallan, cuando todos los sentimientos se funden y queman todo lo que arrasan, cuando todas las lágrimas se convertían en ácido que destruye cada centímetro por el que descienden... Cuando el pasado y el presente se vuelven a unir, y crean la peor realidad comparada con cualquier mal sueño...
Cuando la opresión en el pecho, es mayor que cualquier puño golpeándolo, y la respiración se vuelve tan fuerte, que no puedas negar que en tus ojos hay pesadillas que jamás contaste.



Las frases detonantes


¿Quién va a pelear?
¿Quién va a permitir que sobreviva?
¿Quién me hará creer?


Volar como ave rapaz
sobre todos mis pensamientos
llenos de tantos miedos
que solo buscan un poco de paz.

Escapar por la misma cavidad
no saber que sientes por momentos
detenerte frente a tus credos
hacer frente a algo que no va a cambiar.

Mirar a los lados para no llorar
escuchar su risa tan descabellada
tan helada, tan insensible frente a nada.

Repetiré que soy solo una chica
solo una persona más
que ha buscado lo que no se merece
en alguien en quien los sentimientos ni menguan ni crecen.

Estoy harta de métricas absurdas
o de rimas perfectas,
pues todo lo que hago
lo hago por ella
y ella ni se percata de lo que hablo.

Será por eso que busco escapar de cualquier manera
pues me pesan las cadenas
me pesan todas estas tonterías
este amor tan insoportable y de cría
tan horrible, tan extenuante, tan cansado,
tan imbécil e idiota como sincero y entregado.

Imploraré a un héroe
alguien que por una vez me pueda salvar
alguien que sea capaz de levantar mi vuelo
de despegar mis alas del suelo
de elevarme más allá de los cielos
y haga que todo esto no sea más que pasto de mi imaginar.


Lucharé aunque esté mal
hoy habla mi mente
y aunque ella me quiera matar
estoy preparada para este final.
.

martes, 27 de marzo de 2012

The truth


Me mostré confiada e indefensa
en un crucial y fugaz momento
que apresó tu amanecer sangriento
incluso mis paredes más densas.

Y ahora que sé que estás completa,
¿Quién soy para decirte que siento?
Nadie que tenga sentimientos
solo otra cría analfabeta.

¿¡Para qué seguiré hincando codos
debatiendo y luchando con hadas
en este deseo y querer de locos?!

¿Para qué seguiré atascada,
si por ti puedo serlo todo,
aunque nunca llegaré a ser nada?

Cierra los telones,
deja tus oraciones,
espera sentada
y jamás, pero jamás, vuelvas la mirada.

domingo, 25 de marzo de 2012

Taxis

La fuga del sonido... todo quedó en silencio, de nuevo.

La libreta de mis sentimientos
se aprisionó en tu imaginación
cuando corregiste sensación
y emoción en mí al sentir tus vientos.

Mordí y desordené mi habitación,
en ella me perdí sin miedos
escupiendo en todos mis credos
por no importarme más mi condición.

Encontré el tono para soñar
y la distancia preventiva
para dejarlo a mi imaginar.

Volví mi mirada y no te encontré,
esperé tu voz adictiva
y por más que aguardé, nada más escuché.




viernes, 23 de marzo de 2012

Cielo e infierno

¿Es acaso tu nombre el cielo?
Lo dudo, pues tu rostro es fuego
que por su llama vuelve ciego
a cualquiera que os mire con celo.

¿Será derretido vuestro hielo
cuando te muestre con mis ruegos,
sin placer, descanso o sosiego,
aquello que tanto anhelo?

No, y dulces sueños pasarán
y a ningún alma de este dolor
nos volverán a querer o amar.

Años y muertes nos apresarán
y se marchará el ansia y fervor
que hizo este amor diferente y peculiar.

But where's your hearth?


martes, 20 de marzo de 2012

Rendirse o no.

Detener en el tiempo todo lo que suele acaparar tu mente. Desviarla a cuestiones menos tratadas pero igualmente importantes. Sentir como te invade una sensación de culpa con la que no habías lidiado hasta ahora, junto con todo tu cuerpo que se estremece en oleadas de escalofríos. Observar las paredes de la habitiación que te encierra y sentirte la persona más vigilada del planeta sujeta con cadenas invisibles que no te dejan moverte, ni adelante ni atrás.
    Tener los dedos engarrotados y las piernas entumecidas de tan poco esfuerzo. Notar la vibración de tus pulsaciones y el cruento sonido de tu ronca respiración. Observar como todo a tu alrededor se tiñe de colores oscuros y grises que no te dejan diferenciar lo que es real de lo que no. El sudor recorriendo tu frente y tus manos que tiemblan por cualquier pequeño ruido. Mirar la puerta cerrada y sentir el frío del exterior como si estuviese abierta e intentar volver a cerrarla para cercionarse. Palabras que se escapan de tus labios que no tienen coherencia si son pronunciadas en voz alta, pero que en el rincón secreto y apartado de tu mente son las que mandan.
    Mantener la cabeza apoyada en tus manos o en algún sitio, temiendo que en cualquier momento se descomponga en pedazos. El temblor se extiende a tus piernas y éstas lo transmiten a tus pies, ansiosos por algo que se hace esperar demasiado. No eres capaz de pronunciarlo en voz alta, ni serás nunca capaz de reconocerlo. Pues cada vez que estás apunto de arrepentirte, la puerta vuelve a abrirse. Y con ella, vuelve tu serenidad.

lunes, 19 de marzo de 2012

Los restos de lo que éramos (Final part)

-Señor, debemos hablar.

La doctora había acudido al despacho de Dante, preocupada por las órdenes que acababa de recibir todo el equipo médico acerca de la mujer embarazada, Alice. Era la primera vez que se encontraba allí y le parecía una habitación fría, al igual que su ocupante.
  Dante terminó de teclear en el ordenador y la miró extrañado.

-Usted dirá, señorita Marta.

Tomó asiento delante de su escritorio y empezó a hablar.

-Verá, no quiero que me mal interprete, pero debe saber que si ahora sometemos a un proceso de investigación a la chica corremos el mismo riesgo que con la anterior.
-Es lo mismo. Estuvimos muy cerca la última vez y ahora tenemos una segunda oportunidad que no pienso desperdiciar.- Observó el rostro confuso de la doctora y se levantó de la silla.- Venga ¿No pensará dudar ahora, verdad? -Se situó detrás de ella y le masajeó los hombros mientras proseguía.- ¿Se lo imagina? Ser los salvadores de la humanidad. Los heroes que preservaron la humanidad tal y como la conocemos. Y todo a cambio de un par de muertes. ¿Qué importa el sacrificio de unos pocos si con ello llevamos la salvación al resto?
-Señor, lo único que le pido es que retrase la investigación un par de meses hasta que nazca el bebé. Así no correrá ningún peligro de...
-¡Imposible! En dos meses podría encontrarse la cura en otro lugar. No. Debemos ser los primeros doctora. -Cogió el cuello de Marta y simuló cortárselo.- Y si usted no está por la labor, encontraré a otros que lo estén.

*

Esa mañana empezaba a encontrarse en mejor estado, había desayunado con menos voracidad pero con más gusto, parecía que el buen humor que la doctora desprendía el día anterior había surtido efecto en ella. Estaba hablando con Carter que había sido encargado de su protección mientras Helena descansaba. Cuando se había levantado, ella continuaba durmiendo y no quiso despertarla. Cuando llegó al pasillo principal el chico que estaba en recepción le dijo que esperase un momento y llegó Carter.

-¿Así que tu mujer y tu hijo están aquí?
-Sí, fue una suerte que los encontrara aún en la casa después del primer bombardeo.
-La verdad es que sí. Yo aún no puedo asimilar que Tomas esté... desaparecido.
-Tranquila mujer, seguro que volverá.- Sostuvo el plato vacío durante unos instantes para levantarse a por otra ración. Cuando volvió, Carter la miraba divertido.- ¿Qué? Siempre he comido mucho y con el embarazo comía el doble.
-Vaya, ese niño si que saldrá fuerte.

Terminados de desayunar se dirigieron al centro hospitalario, donde Marta les estaba esperando con todos los instrumentos listos. La sentó en uno de los sillones y le conectó varios electrodos por los brazos y por la barriga. Luego le extrajo 2 tubos de sangre que dio a uno de sus ayudantes. Luego sacó de un armarito un frasco lleno de un líquido amarillento del que extrajo una parte con una jeringuilla. 

-¿Qué es eso?
-Vitaminas y proteinas. No te preocupes, no te harán daño.- Dicho esto le inyectó el líquido en el brazo izquierdo.- ¿Te duele?
-No, de momento estoy bien.

Pasaron unas cuantas horas mientras la doctora y el resto de investigadores andaban de aquí para allá, comprobando y comparando resultados y pendientes de lo que mostraban los monitores a los que Alice estaba conectada. Muchos murmuraban entre ellos, pero la única que le dirigía la palabra de vez en cuando era la doctora Marta, quién le preguntaba cómo lo llevaba o le contaba alguna anécdota graciosa.
    Cuando se hizo la hora de comer la dejaron salir para que repusiera fuerzas, prohibiéndole que comiera cierto tipos de alimentos que podrían alterar la investigación. Cuando llegó a la mesa donde ya tenía costumbre sentarse, encontró a Helena esperándola con una ración del menú del día sonriéndole de oreja a oreja.

-Gracias Alice. De verdad que me hacía falta dormir. 
-No hay de qué. También tienes derecho ¿No?
-En esta situación a poca gente le importan los derechos o necesidades de alguien.- Le pasó uno de los platos y le dijo.- Hoy no te quejarás, han llenado el plato hasta arriba a conciencia de las pruebas a las que estás siendo sometida.
-Gracias Helena. ¿Te han advertido de las restricciones alimentarias que me han dado?
-No, pero las suponía. "No comas dulces ni harinas. Intenta que la carne no sean embutidos"
-Vaya, parece como si ya conocieras todos los procedimientos médicos. 
-Qué remedio. Con la chica anterior también me tocó hacer de niñera y me enseñé todos los procedimientos a seguir.
-¿La chica anterior?
-¿No te lo han dicho?-Bebió un trago de agua y tragó la masa que tenía en su boca.- Antes de que llegaras, encontramos a otra mujer que también estaba embarazada y pasó por el mismo proyecto de investigación que tú.
-¿Qué le ocurrió?
-Por desgracia, fallecieron ella y el bebé a punto de encontrar una cura. Al parecer ya tenía problemas con el embarazo y ella se negó a retirarse.

Alice perdió dejó la cuchara dentro del plato y no siguió comiendo. Helena la miró extrañada, parecía como si le hubiesen afectado sus palabras, pero no quiso decirle nada más para no empeorar la situación. 
   Terminó de comer y la llevó de nuevo al centro médico. Uno de los compañeros de Marta le puso de nuevo los electrodos y le sacó de nuevo sangre. Luego Marta llegó con papel y boli y empezó a anotar
los cambios que se producían en el monitor sin pronunciar palabra. Su rostro permanecía serio y concentrado, sin pronunciar palabra. Alice empezó a preocuparse y no pudo soportar más aquel silencio.

-¿Cómo van las pruebas?
-Estás evolucionando. Pronto obtendremos los primeros resultados.
-¿Eso es bueno?
-Cuando los obtengamos, te lo diré.

Respuestas rápidas y breves. No era la típica Marta, parecía como si algo estuviese rondándole la cabeza y no la dejase tener el mismo buen humor que la caracterizaba desde que la había conocido. De nuevo se hizo el silencio y Alice pensó lo que Helena le había dicho antes sobre la anterior chica. Seguro que Marta debía saber algo al respecto y por eso no dudó en preguntar:

-Oye Marta, no sé si debería, pero Helena me ha mencionado algo. Antes de que yo llegase hubo otra mujer con la que estuvisteis investigando y que falleció durante el proceso de experimentación. ¿Qué es lo que le ocurrió?

Marta dejó de escribir bruscamente y se quedó inmóvil durante más de veinte segundos. El recuerdo de la anterior chica la seguía atormentando como un fantasma que no puede descansar en paz hasta encontrar la justicia que se merece por su cruel muerte. Se sentó en una de las sillas que estaban cerca y se agarró la cabeza con ambas manos. Sus compañeros parecían totalmente indiferentes ante aquella muestra de dolor. Todo lo contrario que Alice, que se sentía impotente por no poder levantarse y abrazarla a causa de estar atada con los electrodos al monitor. 
   La doctora levantó la cabeza y dejó ver un rostro manchado de lágrimas. Cogió un pañuelo que sobresalía de su bolsillo derecho y se lo secó. Después miró a Alice y le dirigió una sonrisa forzada antes de empezar a hablar.

-No fue fácil aquello. Estábamos tan cerca y fuimos tan implacables que no nos dimos cuenta del daño que estábamos provocando. No nos...- Enmudeció de repente al escuchar el pitido del monitor e inmediatamente se levantó para ver que es lo que ocurría.- Dios no. Otra vez no.- Sacó una de las jeringuillas que había en la mesa de enfrente y se volvió a dirigir a Alice.- Extiende el brazo, he de comprobar una cosa antes de que sea tarde.
-¿Qué es lo que ocurre?
-Nada, estate tranquila, todo saldrá bien ¿Me oyes? No dejaré que te ocurra nada ni a ti ni a tu bebé.

Antes de salir del laboratorio ordenó a dos de sus compañeros que analizasen la muestra que acababa de obtener. Acto seguido se quitó la bata y salió corriendo hacia el edificio de oficinas donde se encontraba el despacho de Dante. 
    Cuando llegó allí encontró delante del ascensor a Helena, impidiendo el paso a cualquiera que quisiera hablar con el coordinador. Marta se puso enfrente suya y le suplicó.

-Tienes que dejarme pasar, he de hablar con Dante urgentemente.
-El señor ha dicho que iba a estar ocupado y que no quería recibir visitas. 
-Ya, pero esto es de suma importancia, debes dejarme pasar.
-Solo cumplo órdenes Marta, como tu deberías estar haciendo investigando la cura con la sujeto.
-Es que es de eso de lo que se trata. ¡Si proseguimos con la investigación Alice no lo contará!
-A pesar de eso debes continuar. No puedes detenerte ahora que estamos tan cerca. ¿O crees qué Dante va a permitir que pospongas la investigación?

No podía creer las palabras de Helena. Sus acciones con Alice habían sido del todo engañosas, pues solo le preocupaba su fama y gloria, al igual que Dante. Salió del lugar pesadumbrosa, cabilosa y furiosa. De nuevo estaba ocurriendo lo mismo y de nuevo tenía las manos atadas. Sus superiores eran insensibles ante el dolor humano e incapaces de sentir lástima por nadie. ¿Superiores? ¿Y por qué tenían que ser ellos? ¿A caso alguien les había elegido como tal? 
  Escuchó como alguien gritaba su nombre al otro lado del recinto llamándola con urgencia. Uno de sus ayudantes más jóvenes venía corriendo hacia ella y le imploraba que se diese prisa en volver. Alice había roto aguas.
  Echó a correr hasta el edificio médico y se puso la primera bata que encontró, luego recogió un par de frascos del armario y se los puso en uno de los bolsillos junto con un par de jeringuillas estériles. Cogió un par de pastillas de otro frasco que tenía encima de la mesa y las tragó sin agua. Luego salió de la habitación hacia la sala de quirófanos y a medio camino se encontró con la camilla de Alice.

-¿Cuál es su estado?
-Hipertensión, la última muestra de sangre indicaba que tenía los anticuerpos y la oxitocina elevados. Además la paciente ha perdido el conocimiento, aparentemente por causa del dolor.
-Mierda. ¿Alguna muestra de que haya sido provocado por el virus que le inyectamos?
-Eso me temo Marta. Parece que en contacto directo con su sangre el virus mute de alguna forma y provoque un incremento en la tensión y en las hormonas. Es inmune a su efecto de esterilizar pero provoca esto. Exactamente lo mismo que con la anterior.- Cruzaron las puertas de los quirófanos y pusieron la camilla en el centro de la sala.- Deberíamos ponerle algo para rebajarle la tensión y las pulsaciones. Si sigue así, no lo contarán ni ella ni el bebé.

Al escuchar estas palabras Marta mandó ponerle un par de goteros mientras ella le aplicaba de los frascos que traía un par de inyecciones. Alice recuperó el sentido y empezó a gemir y gritar de dolor.

-¡¿Qué es lo que ocurre, Marta!? ¡Tengo mucho dolor!
-Tranquila Alice, todo va a salir bien, tú solo aguanta.
-¡Duele!
-Doctora, la paciente no ha dilatado lo suficiente aún. Lo único que nos queda es una extracción directa del bebé.

La doctora observó como se debatía y movía Alice intentando aplacar el dolor. Estaba condenada, no cabía duda, aunque su hijo tal vez no. Ordenó a su equipo que prepararan el equipo quirurjico. Luego se agachó sobre Alice y le susurró:

-Lo siento, ha sido todo culpa mía. Obedecí órdenes y he provocado de nuevo ésto. Soy un monstruo. Pero prometo que voy a salvar a tu hijo, es lo único que puedo hacer ahora. Te lo debo.

Le besó la frente mientras la mujer empezaba a llorar. Marta se preparó para la intervención también con las lágrimas en los ojos. El mismo error, la misma prepotencia humana y otra vez comprobando que el ser humano es el único animal que tropieza con la misma piedra dos veces.


*

Estaba en su sala, en la clínica, llorando y lamentándose de sus acciones. Había vuelto a matar a otra mujer inocente que no sabía ni siquiera porque había tenido que morir, ni porque su parto se había adelantado. 
  Uno de los encargados en la investigación se acercó a ella y le pasó una mano por el hombro mientras con la otra mano sostenía un tubo de muestras.

-Lo conseguimos doctora, tenemos la cura.

Deberían haberle sonado a gloria aquellas palabras, pero no pudo encontrar consuelo en ellas. Todo su trabajo ahora estaba concentrado en aquella muestra que podía salvar a la humanidad de un plan maquiavélico de extinción casi total de la especie. Cogió la muestra sin ánimos y le pidió al hombre que la dejara sola. El recuerdo de Alice y de Ágatha, la anterior paciente, no dejaba de rondarle por la mente. Y esta vez no era solo un fantasma.
   Llegó hasta el edificio de oficinas y se presentó en el despacho de Dante, quien la recibió con gran alegría y gozo. La invitó a sentarse y le ofreció una copa de brandy que ella bebió de un solo trago. Luego éste la felicitó con gran satisfacción.

-Un gran trabajo, sí señor. Sabía que podía confiar en usted Marta. Acabo de anunciar a todas las bases que contamos con la cura y han empezado a hacer ofertas verdaderamente suculentas por ella. Ahora seremos coronados como heroes y dioses del mundo. Tendremos fama, poder y dinero hasta saciarnos. 
-Dinero, poder... ¿También coronará las muertes de las dos pacientes a causa del contacto directo con el virus?
-Eso, mi queridísima Marta, es algo que no hace falta mencionar. Diremos que la "única" sujeto con la que experimentamos tuvo complicaciones con el parto, pero que su hijo fue salvado por tu increíble equipo médico.
-Ya, aún más heróico.
-¿No está satisfecha con los resultados?
-Al contrario señor. Todo lo contrario...

Dante la miró expectante. Su rostro era como un poema pesimista y tristón que no contenía ninguna metáfora o profecía buena. Se sentó en su silla y se acarició el dorso de la mano, esperando por que Marta dijese algo más.

-Mujer, solo eran "cobayas", sacrificios necesarios por el bien del resto de humanos. Ya se lo dije cuando empezamos, no debía contraer ningún lazo..
-...Emocional con las "ratas de laboratorio".-Cortó secamente Marta.- No solo eran experimentos, mi señor. Eran personas humanas. Seres que vivían y pensabas de la misma forma que usted y que yo. Mujeres que esperaban la llegada de sus hijos como la mejor de los bálsamos. Madres que no conocerán jamás a sus bebés.
-No se me ponga sentimental, Marta. Ahora no puede hacer nada por ellas. ¿De qué sirve lamentarse? No es mejor persona que yo, querida. Usted procedió sin que la mano le temblase en ningún momento, así que es tan culpable como yo de su muerte.
-No es así. No. Yo no quería eso.

Dejó el tubo con la muestra de la cura encima del escritorio de Dante y se levantó de la silla para sacar una pistola de debajo de su bata. Apuntó a su sien y añadió:

-Encargue bien el cuidado de la hija de Alice. Y espero que sea feliz con su poder y su dinero.

Acto seguido disparó.

domingo, 18 de marzo de 2012

Los restos de lo que éramos (Part 2)

Los edificios ardían a su alrededor y la gente salía corriendo por todas partes. Veía a conocidos, amigos y parientes intentar escapar de las llamas sin éxito. Avanzaba para no escuchar sus gritos de pavor cubriéndose las orejas, hasta que llegó delante de su antigua casa. Allí veía a Tomas, sentado en el jardín leyendo mientras su casa ardía detrás de él. Éste levantó la vista, sonrió y empezó a llamarla mientras le tendía la mano. Alice... Alice... Alice...

-¡Alice!
-¡Sí! -Se alzó de golpe de la cama con el corazón en la garganta. -¿Tomas? Dios, era solo un sueño.
-¿Tomas? ¿Quién es?
-Era... Es mi marido.- Intentó levantarse de la cama pero se mareó y se volvió a sentar.
-Tal vez esté registrado en el campo de refugiados. -Le tendió la mano y la ayudó a levantarse.- Luego podrás comprobarlo. Ahora tienes que ir a hablar con el encargado del refugio.
-¿Con el encargado del refugio? ¿Hay más como éste?
-Por suerte, sí. Él te explicará que ha ocurrido durante este tiempo.

La acompañó a través del campamento hasta llegar al edificio más alto del lugar. Entraron y Helena mostró la identificación que llevaba grapada al uniforme. Recorrieron un par de pasillos no demasiado anchos y llenos de puertas. Luego un ascensor y subieron. Cuando llegaron a la planta correspondiente, las puertas les dieron paso a un despacho enorme lleno de ordenadores y libros. En uno de los escritorios se encontraba un hombre hablando por teléfono.

-Sí... Comprendo lo que quiere decir señor... Intentaremos tener la defensa organizada antes de un nuevo ataque.-Con una mano les hizo un gesto para que entrasen y se sentasen.- Ajá, prometo que estará todo listo, no le fallaré.
-¿Con quien habla?- Preguntó Alice extrañada
-Supongo que con el coordinador de la zona. El último ataque ha mermado mucho los efectivos de la zona norte y ahora estarán pidiendo refuerzos.
-No se preocupe, adiós. -Colgó el teléfono y se dirigió a Alice.- Sea bienvenida señora, permítame que me presente. Mi nombre es Dante.
-Alice.
-La conozco, se me informó de su llegada. Siento no haberla llamado antes, pero han surgido más de un par de contratiempos y no he tenido tiempo. Supongo que tendrá muchas preguntas.
-¿Usted puede decirme si Tomas se encuentra aquí?
-¿Tomas?
-Su marido, no lo ha visto desde el secuestro y tal vez se encuentre aquí o en alguna de las bases de la zona.- Aclaró Helena.
-¡Oh! Si me disculpa un momento.

Dante empezó a teclear en el ordenador como un loco. Sus ojos no dejaban de moverse por la pantalla buscando. Sus manos eran imparables y asustaban a Alice.

-Sí... Entró en este mismo campamento y se alistó en las patrullas de reconocimiento. Pero no ha vuelto de su última expedición.
-¿Cómo que no ha vuelto? No puede ser verdad. ¡Debe de haber un error! -Exclamó Alice levantándose de la silla.
-Cálmese señora. Por mucho que se enfurezca no va a cambiar lo que haya podido suceder. Algunas veces vuelven rezagados, pero son las que menos. Debe de tranquilizarse, sobre todo por la salud de su bebé.

Alice se dejó caer en la silla mientras empezaba a llorar. Su Tomas, su marido y su compañero. ¿Cuánto tiempo hacía que se conocían? Desde que eran pequeños. ¿Y desde cuánto salían? De novios siete años, como marido y mujer desde hacía dos. Tomas...

-Ahora hay que asegurarse de que su salud no corre peligro. Suerte que la hayan tenido encerrada en aquella delegación en el centro de la ciudad. Supongo que fue de allí de donde propagaron el virus, por eso no ofrecieron mucha resistencia ante nuestro equipo.
-¿Virus?
-Sí. El lugar en el que estaba encerrada era uno de los laboratorios de Shinra, supongo que conoce la compañía.
-Creo que sí. Estaban especializados en...
-Anticonceptivos. Todo el mundo creía que eran los salvadores de nuestros jóvenes, ya que sus nuevos fármacos les protegían casi contra cualquier enfermedad y contra la posibilidad de embarazo. Pero lo único que estaban haciendo era probar su "solución" contra este mundo.
-¿A qué se refiere?
-Hace tres días y medio fue soltado un virus que esterilizaba a toda mujer u hombre con el que tomaba contacto. Se propagaba por el aire de una forma asombrosa y en menos de veinticuatro horas todas las ciudades del planeta estaban infectadas.
-¿Y yo? ¿Por qué a mí no me afecta?
-Porque el virus no afecta a las mujeres ya embarazadas. Por eso, los laboratorios habían llevado a cabo una serie de secuestros a nivel mundial en el que se habían llevado a todas las mujeres embarazadas o las habían matado.
-Parece sacado del argumento de una mala película de acción.
-Pero así es. Helena, por ejemplo, es una de las mujeres afectadas por el virus.

Helena se recostó contra la silla y dirigió su mirada a otro lado. Alice la miraba con compasión y de nuevo otra lágrima le resbaló de sus ojos.

-¿Y todo esto, para qué? Quiero decir. ¿Por qué han hecho esto?
-Superpoblación en el planeta. Demasiada gente con quien repartir el dinero o los recursos. Demasiada gente para ser controlada de forma eficaz. Demasiadas guerras y demasiadas protestas.- Dante le echó un ojo a su reloj y luego volvió su mirada a Alice.- Éramos demasiados para sus intereses.
-Esto es de locos. Me secuestran mientras estoy haciendo la compra, me tienen encerrada durante cuatro días, luego un grupo de soldados me rescata de uno de los laboratorios de Shinra y ahora me dice usted, que soy una de las personas que puede salvar de la extinción al grueso de la población. ¿Cierto?
-Más o menos. Está claro que ellos no quieren una extinción completa de la especie. Pero su proyecto es demencial y cruel y eso no lo podemos permitir. Usted, si lo permite, podría proporcionarnos un antídoto.
-¿Cómo?
-Ha estado expuesta al virus de la misma forma que todos los demás. Su cuerpo, por alguna extraña razón, ha permanecido inmune a él. Por tanto, hay que encontrar la manera de traspasar esa inmunidad a el resto de gente.-El coordinador observó la cara de Alice entre la tristeza y el terror. Posó una mano sobre otra de ella y se la apretó de forma cariñosa.-Usted representa la esperanza del mundo tal y como lo conocemos. La esperanza del pensamiento libre, de los sueños y de los deseos. Aunque, claro está, nadie la va a obligar a nada, solo si usted quiere.
-Yo... Es todo tan complicado.-Se soltó de la mano de Dante y se levantó de la silla. Empezó a pasear por la sala, indecisa y confusa.-Mi bebé... ¿Sufrirá algún daño?
-Puedo prometerle que no. Su bebé no se verá afectado en los procesos experimentales, y supongo que usted tampoco notará las molestias.
-Está bien ¿Qué tengo que hacer?
-Por el momento descansar y reponer fuerzas. Confiaré su seguridad a Helena, si a ella no le importa.
-No señor.- Respondió Helena.
-Hecho está. Sería recomendable que la llevaras a desayunar y luego al médico. Debe de estar muerta de hambre, ¿No es así, Alice?
-Cierto
-Pues entonces no os demoreis más. Hablaremos en otro momento. Y otra cosa Alice. -Dante se levantó de la silla y le extendió su mano.-Muchas Gracias.

Alice se la estrechó forzando una leve sonrisa. Luego entraron al ascensor pero Helena le dijo que esperase un momento.Volvió a entrar al despacho y dejó a Alice allí esperando. Prestó atención y pudo captar lo que estaban hablando.

-Señor, debería haberle dicho que esta base no durara demasiado. Las labores de investigación deberían de llevarse a cabo de inmediato. No tardarán en enviar otra oleada de sus efectivos y estaremos acabados, como los de la zona sud este.
-¿Por qué es tan pesimista? Tal vez dirijan sus esfuerzos a otra base antes que a ésta. ¿Te imaginas, Helena, ser los que descubran la cura? Todo el mundo nos aclamaría.
-Eso ahora da igual señor. Lo que hay que hacer es defender la base a toda costa y tener preparada una vía de escape para la chica por si consiguieran entrar. Hay que avisar al resto de bases y preparar...
-¡La base es inexpugnable! ¿Me ha oído Helena? ¡Aquí no entrará nadie!

Helena salió del despacho dando un portazo y volvió al ascensor con Alice. Apretó el botón de bajada sin pronunciar palabra y permaneció con el rostro indiferente a la presencia de la embarazada. Pasaron de nuevo por aquellos pasillos y salieron hacía el edificio que hacía las funciones de comedor.
Una vez comiendo, Alice no soportó más aquella tensión y le preguntó.

-¿Qué es lo que pasa Helena?
-Nada que deba preocuparte, sigue comiendo Alice.

Observó al resto de gente que estaba comiendo igual que ella. Sus caras estaban apagadas, comían por pura desidia y no por necesidad. Muchos de ellos hubiesen preferido estar muertos. Cuando terminó, Helena la llevó a la clínica.
   Entre tubos y vendas, la doctora que la había atendido antes le extraía sangre mientras le hablaba de temas sin importancia, cómo la última película que habían estrenado antes del conflicto o el nuevo disco que había sacado su grupo favorito. Cuando terminó, le pidió que se tumbase en la camilla y le levantó la camisa. Le aplicó el líquido para las ecografías y pasó el aparato por encima de ella.

-¿Lo ves? ¡Es tu bebé!

Era la primera vez que veía a alguien alegre en aquel lugar. La doctora parecía diferente a los demás. La había visto en el comedor charlando con la gente y alegrando la cara a más de uno. Era como si no le hubiese afectado todo aquello de la misma forma. No, definitivamente no era como los demás.
  Terminó de revisarla y le recomendó que descansara en su habitación. Cuando estaba marchándose la vio examinar a un niño que le preguntaba si iban a morir. Ella contestó que morir o no, hay que vivir hoy sin miedo ni preocupación. El mañana ya se verá.
  Helena la acompañó hasta su habitación y le dijo que si necesitaba cualquier cosa no dudase en llamarla. Cuando estaba a punto de marcharse, Alice la retuvo del brazo y le dijo.

-No me dejes sola por favor. Quédate aquí conmigo, no sé seré capaz de soportar los recuerdos otra vez.

Helena se soltó de sus manos de forma delicada y asintió con la cabeza. Cerró la puerta y se sentó en uno de lo sillones mientras Alice se recostó en la cama y la miró. ¿Cual sería su historia? ¿Qué motivos la empujarían a seguir luchando?

-Oye Helena, antes de que empezara todo ésto ¿A qué te dedicabas?
-Daba clases de historia en un instituto. La alarma se dio en horas lectivas y ya sabes como son los adolescentes. Empezaron a corretear por los pasillos y a salir pitando de clase.-Suspiró largamente y prosiguió.- Solo un chico se quedó en su silla, quieto, pálido. Le dije que no pasaba nada, que todo saldría bien y que fuéramos a fuera. Pero él, antes de tirarse por la ventana, contestó que todo se había terminado y que ya no tenía sentido.
-Lo siento
-No lo hagas, no fue el único. Como bien te he dicho antes mucha gente se suicidó al conocer la noticia.
-Y una cosa ¿Por qué explicaron lo que ocurría? ¿Por qué dijeron que habían soltado un virus que provocaba la estelirización de todos?
-Supongo que para que cundiera el pánico y la gente no le diese tiempo a reaccionar. Luego vinieron los bombardeos y los tiroteos. Por suerte, esta base estaba bajo el mando de uno de los generales en desacuerdo con la actividad del gobierno, y antes de pegarse un tiro, le cedió el mando a uno de los soldados rasos.
-¿Dante?- Exclamó Alice sorprendida.
-El mismo.
-No puedo creerlo. Es todo tan absurdo. Tan difícil de creer.
-No te preocupes. Pronto obtendremos la cura y la gente recuperará su impetú y sus ganas de luchar.
-¿Y por qué no empiezan a luchar ahora?
-Porque, estamos condenados de todas formas. Aunque ganásemos la guerra, sin una cura, nada tendrá sentido. Pues todos somos estériles, excepto tú. Por eso, muchos solo se dedican a comer y beber esperando porque lleguen y acaben con todos nosotros de una vez por todas. Es horrible.
-¿Y tú, por qué luchas?
-Porque mientras haya vida, hay esperanza. Es más fácil quedarse de brazos cruzados, pero, de esa forma pierdes el tiempo. No consigues nada.

Alice la miró admirada. Tenía toda la razón del mundo, de brazos cruzados no se conseguía nada. Ahora no le quedaban dudas, haría lo que estuviese en su mano para ayudar a la causa.

-Deberías dormir. Mañana seguramente empezarán con la investigación y tendrás que soportar pinchazos y electrodos cada dos por tres.
-Sí, supongo. Tú también deberías descansar, se te ve agotada.
-Lo intentaré. Los nervios no me dejan dormir bien.

Ambas callaron y el silencio se apoderó del sonido. Alice cerró los ojos e intentó no pensar. La respiración de Helena la tranquilizaba, al menos, sabía que no estaba sola.

domingo, 11 de marzo de 2012

Los restos de lo que éramos (Part 1)

Los restos de lo que éramos... Todo ardió y se convirtió en cenizas, como la esperanza.

¿Hasta cuando pensaban retenerla allí dentro? Las cuerdas apretaban sus muñecas y empezaba a sentir palpitar sus venas. Decían que era por su seguridad, que pronto todo pasaría y se le explicarían todo. No podía creerlo. Sino ¿Por qué la tenían atada a una silla en un cuartucho sin más muebles que una mesa de madera?
   ¿Qué clase de pervertido la había encerrado ahí dentro? No lo sabía, ya que la única vez que le habían hablado, había sido a través de un pequeño altavoz situado encima de la mesa del que salió una voz distorsionada. Era subrealista. Ella, una simple ama de casa embarazada, había sido secuestrada mientras hacía la compra de todas las semanas.
   Le picaba horriblemente el cuello y empezaba a sentir hambre. Notó una patadita en su barriga de 7 meses y recordó a su niño. Necesitaba comer algo.

-¡Ei! ¿Hay alguien ahí?- Empezó a mover la muñecas de forma nerviosa intentando desasirse de las cuerdas.- Escuche, necesito comer algo. Mi bebé tiene hambre.
  No hubo ninguna respuesta. El altavoz permanecía en el más absoluto silencio.

   Llena de rabia dio una patada en el suelo y empezó a llorar. ¿Qué iba a ser de ella? ¿Se habría percatado Tomas de que ella no estaba? Posiblemente ahora estaría buscándola por tierra y mar, así que no tardaría en encontrarla. O eso creía.
   No tenía ni idea del tiempo que llevaba allí dentro. Empezó de nuevo a mover las manos y consiguió coger uno de los lados del nudo. "Solo un poco más de fuerza". Ya estaba, parecía que cualquiera que le hubiese hecho aquel nudo no se había esforzado demasiado por atarlo bien en tanto para que le apretase.
   Miró las venas palpitantes de sus muñecas provocadas por la presión de las cuerdas. Luego se levantó y observó el altavoz mientras le volvió a hablar.

-¡Escuche! No quiero problemas, en serio, pero necesito comer algo, han pasado más de...- Echó un vistazo rápido a su reloj y prosiguió.- 7 horas. No puede encerrarme aquí con la esperanza de que no sufra ning...
-¡Rápido! No pode... prote...la más tiemp...-El altavoz había empezado a parlotear con una voz interrumpida por interferencias.- Hay que salir de aq... Usted es... única esper...za.
-¿Esperanza? ¿De qué está hablando?
-¡Mierda! ¡Alice, tien... salir...aquí... ell.. están dentro!
-¡¿Oiga!?
   Nada, el aparato ahora solo dejaba salir un sonido continuo de interferencias. Echó un vistazo alrededor y encontró una puerta al lado contrario de la mesa. Se lanzó sobre ella e intentó abrirla. Movió furiosamente la manivela de la cerradura sin ningún éxito. Desistió y se sentó de nuevo en la mesa. Acarició su barriga mientras empezaba a llorar. ¿Qué culpa tenía ella? ¿Y su hijo?
    No supo cuanto tiempo transcurrió hasta que alguien la llamó al otro lado de la puerta. Una voz desconocida le ordenaba que se pusiera en el lugar más alejado de la puerta. Ella hizo caso y se puso debajo de la mesa. Instantes después una pequeña explosión derribó la puerta en el suelo. Una silueta uniformada entró al pequeño cuarto y le tendió una mano enguantada. Alice la miró desconfiada y la cogió temerosa. Cuando se levantó, vio que al hombre le acompañaban 4 soldados más.

-¿Se encuentra bien señora?
-Eso creo.- Ella se sacudió el polvo de los pantalones y los observó, no reconocía el uniforme.- ¿Quienes sois? ¿Qué está pasando?
-Ha empezado una guerra, señora. Somos un grupo que se dedica a rescatar a los supervivientes de los bombarderos y a reclutar a la mayor gente posible para organizar la resistencia.
-¿Resistencia? ¿Guerra? ¿De qué está hablando?
-¿Cuanto tiempo lleva aquí encerrada?
-Creo que unas 7 horas.
-Entonces debería saber que es lo que está ocurriendo. Es posible que haya perdido la noción del tiempo aquí dentro.
-Mi reloj marcaba...-Se lo mostró al oficial y éste frunció el ceño.
-Su reloj hace tiempo que no funciona, señora. Desde que se paró, han transcurrido cuatro días.
-¿¡Qué?! -De repente el hambre que sentía incrementó de forma descomunal.-¡Tengo que conseguir algo de comida! ¡Mi pequeño!- Empezó a moverse rápidamente y a dar vueltas por la habitación.-¡Teneis que dejarme salir!

El soldado la cogió de los brazos y le apretó levemente las muñecas.

-¡Cálmese señora! La llevaremos a nuestra base y podrá comer. Pero ha de permanecer tranquila.
-Por favor se lo ruego. Vámonos.

El soldado llamó a dos de sus subordinados y les ordenó que la escoltaran hasta la base.

-Aseguraos de que llega sana y salva.
-Sí señor.

Los soldados la acompañaron fuera de la habitación. Luego recorrieron un largo pasillo lleno de compuertas manchadas de sangre. A través de una que se encontraba medio abierta, vio una especie de laboratorio y muchos ordenadores, en uno de ellos había el símbolo del gobierno y en otro el logotipo de una conocida empresa farmacéutica. Se dirigió a la mujer que la acompañaba junto con su compañero y le preguntó.

-Perdone. ¿Qué es esto? Es decir ¿Dónde nos encontramos?
-En una de los laboratorios de la corporación Shinra.
-¿Shinra? ¿La encargada de investigar fármacos en el país?
-Exacto. -La mujer miraba su vientre de forma compasiva y luego añadió.- Ha sido una suerte que te encontráramos.
-¿Por qué? Señora...
-Helena, él es Carter. Por tu embarazo.
-¿Mi embarazo?
-Sí. En los cuatro días que has estado encerrada han pasado muchas cosas. Demasiadas. El mundo entero se ha visto envuelto en una guerra por la supervivencia.
-No entiendo nada.
-Muchos tampoco lo han hecho. La rapidez de los hechos los ha abrumado y ha preferido ponerle fin a su vida de forma sencilla. - Llegaron al final del pasillo y se pararon delante de la puerta que parecía dar al exterior. -Cuando lleguemos a la base te lo contaremos todo, ahora hay que ser rápidos y no podemos distraernos.

    El soldado llamado Carter sacó una especie de escopeta y abrió la puerta saliendo con sumo cuidado a la calle. Después de unos momentos le oyeron gritar que todo estaba despejado y que podían salir. Ambas salieron y subieron a la furgoneta que el soldado intentaba puentear. Después de unos minutos consiguió arrancarla y salieron de allí a la máxima velocidad que les permitió el vehículo.

Llegaron a una especie de fortaleza subterránea, semejante a un castillo medieval por sus altas murallas de piedra y su puente levadizo electrónico. Había oído hablar sobre aquellas instalaciones militares, utilizadas para entrenar reclutas y especialistas. También había escuchado que tenían una utilidad defensiva en caso de bombardeo, pero esto se había considerado una función inútil dado la aparente estabilidad mundial. La calma antes de la tempestad.
    Bajaron del vehículo y observó el interior del recinto. Era enorme, había diez edificios 4 de los cuales eran enormemente altos. En algunos lugares encontraba a familias enteras sentadas en el suelo, esperando silenciosas por algo que no sabía que era. En otros sitios veía formaciones de personas que parecían querer alistarse a la llamada "resistencia". No tuvo más tiempo para examinar el sitio, pues Helena le cogió del brazo y le pidió que la acompañase.
    Llegaron a uno de los edificios más pequeños. Un recibidor les recibió con un agradable olor a comida. Alice sintió unas ganas terribles de salir corriendo detrás de aquel olor. Pero la soldado le dijo:

-Se paciente, antes debe verte un médico, te prometo que no serán más de quince minutos.

¿Ser paciente? ¿Cómo podía ser paciente si llevaba 4 días sin comer? ¿Cómo podía pedirle paciencia si su bebé estaba muriéndose de hambre?
    Pero las palabras de Helena fueron ciertas. En unos pocos minutos apareció una mujer que la examinó y le extrajo un poco de sangre para comprobar los niveles de azúcar y colesterol. Le dijo que no era preocupante su pérdida, y que por suerte, su bebé no tenía porque haber sufrido daño alguno. Le recomendó que fuese a comer, con moderación y que luego volviese para hacerse un chequeo completo.

-Muchas gracias señora. -La médico se marchó y se dirigió a Alice.- Sígueme. El comedor está en esa dirección.

Pasaron por un pequeño hall y luego llegaron a la zona del comedor. Alice salió corriendo como pudo hasta la vitrina de comida y le pidió al chico detrás del mostrador que le sirviese cualquiera de las cosas. Pero rápido.
   El chico le puso una ración de macarrones y ella le arrebató el plato de las manos. Se sentó en la primera mesa que encontró y empezó a devorar aquella sencilla comida como el mejor de los manjares.

-Mastica más despacio, la doctora ha dicho que comas con moderación.

No tardó en terminarse el plato, haciendo caso omiso a las recomendaciones de la doctora y de Helena. Luego le suplicó que le dejase comer más, pero no la dejó. La llevó fuera del edificio que ahora sabía que era "Hospital y comedor" y la condujo hasta otro edificio un poco más grande que el anterior. Dentro había mucha gente sentada en sofás o sillas jugando a cartas o charlando. Subieron por un ascensor hasta la segunda planta y la llevó hasta una puerta que ponía "212".

-Por el momento debes quedarte aquí. Descansa, luego vendré a recogerte para llevarte con la doctora de nuevo.
-Pero ¿Qué es lo que está pasando? ¿Quién ha bombardeado la ciudad? ¿Quién ha iniciado esta guerra y por qué estoy involucrada?
-Luego te lo explicaré. Ahora duerme un poco, te hará falta.

Dicho esto, Helena se marchó por el ascensor. Alice miró la habitación de dentro. No era nada especial, un par de sillones, una cama bastante ancha y una televisión. En la pared una puerta que seguramente llevaría al baño. Luego lo comprobaría, ahora solo quería dormir un poco para que el tiempo pasase más deprisa. No. Para comprobar que aquello era un simple sueño del que se podría despertar. Para comprobar que todo aquel sin sentido no era más que un producto de su mente.

sábado, 10 de marzo de 2012

Hell song

Suddenly... Suddenly...

La voz tenue incrustada en tu pecho
se escapa por tus cuerdas vocales
sale por tus paredes bucales
para reunirse en cualquier techo.

No quieres nada de provecho,
solo callar, silenciar los males
disfrazar con motivos banales
que no muestren lo que hay en el lecho.

No quieres quedarte dormida,
no debes permitirte el descanso,
no arriesgas tu forma de vida.

Enseñado, responsable y manso
vigila a tu emoción contenida,
cuídate, que no quiera traicionar tu solitario remanso.


¿Y querrás decirme ahora lo qué tengo que escribir, verdad?

viernes, 9 de marzo de 2012

Atrapada o no...

Poco importa que sea de una forma u otra.


Observándote de reojo
alguien apagó el día
y la noche le seguía
provocando mi enojo.

Tú hablabas de coros
y de que tus ojos atardecían,
mientras, yo quería quedarme dormida
para seguir viendo tu rostro.

No soportaba las mañanas
ni los mediodías asfixiantes,
prefería las noches arcanas.

Ahora, las tardes no tienen aguante
ni las noches su antigua alma,
solo la éfimera esperanza de verte cuanto antes



Mañanas

Algunas veces el ruído asfixia
y otras lo hace la vista,
demasiadas cabezas a tu alrededor
que quisiera cortar por tan solo llamar tu atención.

Siento si mis palabras son desquiciadas
no soporto tener que escapar de ti,
aunque no me obligues, sabes que no puedo estar aquí
pero sabes que luego volveré a las andadas...


jueves, 8 de marzo de 2012

No lo olvides

Mentirías, lo sabes,
no te gusta quedarte asolas
y menos con mi persona
quién acecha tus pensares.

Nerviosa, oyes el río
el suspiro del último baile
el último roce antes de marcharte
el final de un mito.

Arañas todo lo que es mío
y lo corrompes de manera brillante,
mostrándome como arrogante
o como la cría de ojos interrogantes.

Es tuyo todo cuando deseas,
nada permanece pero todo se queda,
y tus cabellos saben sin ser trenzas,
que todo está ligado al capricho de lo que quieras.

lunes, 5 de marzo de 2012

¿?

Abstracto, sin sentido
raro, extraño,
fuera de sitio.

Cortante, distante
recuerdos de lo imborrable
sentimientos graves.

Recuerdos inexistentes
risas improcedentes
vistas que no se entienden
palabras que siempre hieren.

Rencores, sueños, promesas,
resentimientos y pronuncias discretas
que se rinden ante la decadencia
que un mundo, que ahora, apesta.

domingo, 4 de marzo de 2012

Her name is Alice.

Corre y no mires atrás,
estos lugares están hambrientos
y serían capaces de domar a los vientos
para retenerte un poco más.

Reinos de increíbles fantasías
viven en sueños extraños
donde los conejos son blancos
y las reinas no son bien recibidas.

Atravesando umbrales de lo irreal
todo se vuelve ficción,
querrás que todo sea una ilusión
algo producto de tu pensamiento visceral.

Rosas blancas y rojas
luchando por ganarse los honores
para que tú las cojas.

Observando lo que escribiste veces anteriores,
recojes todas las hojas
y quemarás todas aquellas que encierren tus terrores.

Porque todo lo que es, no sería,
y por tanto si nada es, todo es.
¿Lo ves?

Las circunstancias...

El compás del tiempo, irrompible, eterno, nos vuelve lo que poco a poco mostramos. Cambia y a la vez vuelve todo lo que es. Vuelve a todo un sin sentido de acontecimientos que luego se destapan como los caminos más racionales y más seguros que hubieses podido tomar. Ahora, en cuanto a ti, ya sabes que es lo mismo de siempre.

Querría detenerte y decirte tantas cosas de frente. No esconderme entre poesías y mejunjes hechos prosa que no tienen sentido. Entre las metáforas y señas que pronuncio en voz baja cada vez que estás cerca. No mirar como idiota tu melena, o tus ojos de los cuales siempre arranco una nueva excusa para escribir. Los mismos temas que me empiezan a cansar. No quedarme sin palabras delante de tus "piernas infinitas" que me devuelven el temblor del miedo a mis latidos.

Delante de ti, decirte cuantas cosas pasan por mi cabeza, tanto bellas como horribles. Mostrarme sin ningún espejo ante ti y ofrecerte lo poco que realmente soy.  ¿Y tú que harás? Nada, no vas a hacer nada. Porque no te importa, ni nunca te importará. Eres indiferente y realmente te da igual lo que suceda. Desde un principio todo estaba claro. Todo estaba demasiado claro. Demasiado fácil de aceptar.

Un bellísimo tópico poético. Dijiste que se llamaba "sufrimiento gozoso" si mal no recuerdo. O tal vez ese era el dolor de los enamorados. No sería el más apropiado aquí, ya que me toca sufrir por lo inalcanzable. De frustrarme por anhelar aquello que sé que jamás tendré. Cómo bien dijiste. Es tan curioso e hipócrita que pueda reconocer que tengas razón. Tan racional y absurdo que tengas razón que me enciende. Tan real.

Creía que los huracanes acababan por apagarse, como un volcán. Pero me doy cuenta que solo bailo alrededor de la calma, intentando no meterme demasiado en la tormenta que parece interminable, acechando por atraparme en sus truenos y vientos iracundos. No, no puedo moverme de aquí. Prefiero seguir atrapada en el ojo del huracán. No sé lo que hay más allá y temo lo que esté allí.

Cobarde de mí que ya no quiero saber nada más de lo que pueda ocurrir. Cobarde de mí por no afrontar de una vez la verdad y dejar toda esta historia atrás. Cobarde de mí por no poder corresponder tu indiferencia de otra manera.

viernes, 2 de marzo de 2012

Emotions, please

Encontrar la manera
de sentir alivio por algo,
de romperme en pedazos,
de dejar salir la marea.

Remontar los pasos
o avanzar sin volverse,
mirarse al espejo de frente
y reconocer las marcas del pasado.

Desviar la atención,
no mostrar sentimientos,
no entender la palabra dolor .

Encontrarse tras los vientos
tras la esencia de lo que soy
tras las ruinas después de tanto tiempo.
Pasear por los mismo rincones
sin pensarlo, sin meditarlo,
y llegar al mismo marco
que rebaja mis pasiones.

Nada en especial, nada peculiar,
solo un recuerdo infantil
simple y pueril
que siempre me consigue atrapar.

Solo un árbol, un simple banco
alejados de todo lo real
que produce mi pensar desquiciado.

No es comparable al mar
o a las montañas de antaño,
solo es un pequeño sitio donde estar en paz.