domingo, 30 de marzo de 2014

Que no son las dos.

Son las tres.


Mundos fríos, desolados,
calientes, de dulce agonía
deshecha de tantas vidas.

Rehuyen de medidas
y se escapan por los lados
del cuento enterrado.

Derivas indiscretas y yertas
en un camino marcado
de compases dados
a los momentos y a las rectas

de las carreras eternas
y de muertas esperanzas
en destinos grandiosos de palabras,
pero que conservan la meta.


Y nadie propone más salida
que el propio desgaste de los días
dados en las mismas derivas
que prometían a pies juntillas.
 
 
 


domingo, 23 de marzo de 2014

Sueños

       Es muy curioso que ahora, justo cuando empiezo a dedicarme a lo que realmente quiero, sea cuando peor escribo. Me he encontrado con una vieja libreta, con textos que datan de hace tres o incluso cuatro años: el inicio de una historia que me inundaría y me arrastraría hasta límites insospechables. Y me doy cuenta de que en plena vorágine, en pleno conflicto, las cosas que escribía eran mucho más sentidas que lo que puedo llegar a plasmar ahora.
     Claro, muchos ( e incluso yo) pensarán que fue cosa de la edad, unos años en los que el sentir se vuelve más ardiente, impaciente y fatalista que ahora con unos cuantos más entre las cejas. Y lo peor de todo es que no han sido muchos: de pronto he ido perdiendo esas ganas de gritar lo que me rodea y lo he sustituido por una calma imperturbable que trata de pensar lo más racionalmente que puede ( aunque la mayor parte de las veces no sea así). Las normas, el cambio que se da poco a poco mientras entras en determinadas fases de la vida es algo desconcertante. Muy desconcertante.
    Tiemblo al pensar en todo esto y al recordar mis palabras, mis frases, mis poemas, mis relatos, mis paranoias mentales y mis deseos. Esos deseos inalcanzables y que sin embargo me parecían más cerca de mi mano de lo que ahora podría suponer. La devoción por los sentimientos, la creencia en unos ideales de ensueño y los pensamientos perdidos en la inmensidad de un anhelo asfixiante: qué tonta.
    Supongo que madurar es esto: resignarse a que los sueños, aun siendo bonitos y pudiendo aliviar los anhelos frustrados, sueños son.


 Curiosísimo curioso:
el tiempo pasa 
no los ojos.

Extrañísimo, extraña:
tiene de color rojo
una almohada plateada.

Las ventanas rotas:
sentada en su mecedora
discrepa con las horas
el fin del mismo:

Envejecer, curar heridas,
sanar, marchitar los días,
 ensuciar la cama concedida
a los solitarios gemidos de su vida.


Que no hay idiotas, que no hay otra vez,
que sí, que el tiempo es cíclico
pero qué le vamos a hacer, *****,
qué le vamos a hacer...

PD: Y encima, tengo la sensación de que me repito. Coincidencias.


 




sábado, 15 de marzo de 2014

Coincidencias

Coincidencias. Cómicas, trágicas, absurdas coincidencias. Detestables.

No me queda fe ni me quedan ganas:
el mundo no tiene rídiculo,
es absurdo, lleno de sentidos satíricos
que disfrazan el Objeto a de anhelos físicos
y psíquicos. 

martes, 11 de marzo de 2014

Backwards

         Se repite la vieja cantinela. Van con esta 6 veces que me leo el maldito libro, y en cada una de ellas he visto (y veo) reflejados todos mis miedos, mis sueños y mis aspiraciones.
        El ciclo, el maldito ciclo, ese otra vez. La realidad es más cíclica de lo que creemos por lo que mi propia e humilde experiencia me ha hecho deducir: las historias se repiten, van y vienen, avanzando de una manera extraña, repitiendo su guión en contextos diferentes como una mala pelicula. O como un libro nefasto. 

 Decía que era en cartas
en letras escritas con tinta embarrada
de una fragancia, ahora escasa.

Como un recuerdo mal amarrado
se sale del interior de ese costado
que no resistía el rubor ante sus pasos.

La emoción se contenía en estructuras
de un simbolismo cruel y despiadado
y formaban agujeros descontrolados
por donde a penas se veía la cintura

De aquella que caminaba sin intercambiar
fechas con la vanidad y la discordia
ni con las palabras que le daban gloria
a un crudo andar de piernas sin igual.


 Dudo, respiro, miento,
sueño, desentraño el cerco
de un inocente y perverso deseo
de aliento nuevo con sabor a viejo. 


miércoles, 5 de marzo de 2014

Defeat

           Dicen que, cuando estás solo, las cosas se vuelven más borrosas que cuando estás rodeado de gente. O era al revés, ya no lo recuerdo. Hay muchas cosas que se difuminan en mi mente como los silbidos del viento en días de fuerte marea.
         Pero es aún más extraña ( aunque indiferente) la sensación que se posa en la boca del estómago cuando tratas de exhalar el aire, con el impedimento de un recuerdo incrustado justo entre los pechos. Decían que, en esos casos en concreto, merecía la pena ignorar aquella dificultad y permanecer de pie sin percatarse. No obstante, aquello nunca fue fácil y menos si escuchas, ya sea por masoquismo propio o por tu mente (tu yo inconsciente super chachi), la misma canción que, casualmente, acierta con cada palabra lo que has querido gritar desde hace años. 
       A pesar de todo esto, da igual. Da igual, porque todo lo que puedo hacer es metaforizar (mal), escribir (mal) frases (mal) que lo único que demuestran es que soy demasiado joven para entender lo que ha ocurrido. O demasiado joven como para NO comprender, a diferencia de los que se hacen llamar adultos propiamente y se empeñan en atribuirme o quitarme ese papel cuando les viene en gana.

     Nunca he querido crecer, aunque a la vez siempre lo he deseado. Qué le voy a hacer, soy contradicción y, aunque deteste esta palabra, caos: un par de ojos más que trata de deshacerse de todas las memorias incrustadas en este peñasco de tierra, junto con otras miles; pero que, a diferencia del resto de historias, empieza a no poder soportar el propio peso de esta.

-¡Fatalista, pesimista!

Como si fuese golpes secos 
mantenidos por sustentos
nacidos del mismo eco.

Mirando el final de ella sin ganas
no hay siquiera un maldito mapa 
que deje las cosas claras.

Resuena la misma deuda
que se siente como heridas abiertas
entre la piel, entre las sien expuesta
rebanada como si fuese neutra.

Y sigue, no se cansa la esfera
de dar tumbos por un estúpido círculo
desencadenante de nulos vínculos
que siguen, a pesar de no quedar fuerzas.


Soy lo que soy, soy lo que me han hecho:
lo que me hiciste, lo que me hice, me hicieron
lo que nadie diría que hacían
humo y calma, Pesimista .

PD: Las heridas solo las cura el tiempo.





      

domingo, 2 de marzo de 2014

Fake your death

          Hubo una patrulla en el final de sus besos, como si tratasen de vigilar qué coño hacían. Decían que había algo extraño, una especie de interpretación que no acababa de resultar. Era, como decían ellos, como si un par de luciérnagas parpadeasen con su luz durante breves instantes y formasen juntas algo premeditado.
          Había algo más, según ellos: algo que no era visible por todos y realmente sentido por muy pocos. Y a pesar de ello, todo el mundo estaba fuera a la espera de ver qué era lo que estaba pasando, lo que sucedía. Veían manos entrelazadas y miradas cómplices, miraban que los pies se juntaban y que las espaldas no podían verse a pesar de tenerse tan cerca; pero no entendían qué ocurría. Nadie preguntó. Miraron al fondo del asunto, pero seguían observando las mismas cosas y callados, como seguros de que iba a ocurrir algo de pronto que cambiase su interrogante en respuesta.
       Uno los miró de frente, en silencio, la otra no miraba, tenía la boca como masticando, reprimiendo las ganas y sonriendo a la par, llorando incluso. Él estaba seguro y no apartaba su vista, no tenía miedo, ni siquiera cuando empezó a sentir que los pies le ardían.
      De un acto reflejo, ella le cogió la mano, fuerte, mientras una de las lágrimas se evaporaba antes de caer a sus pies. Hizo una mueca y aguantó el terror al alzar sus ojos hacia la gente que les observaba a imitación del otro. La espalda tatuada del hombre empezaba a sudar sin que pudiese percatarse: tenía la rabia dirigida, encauzada, catalizada hacia la incomprensión de los absurdos que se hacen llamar normales. La mujer empezó a recordar <<¿Fundirse? ¿Liberarse? ¿No quemarse? ¿Se puede saber de qué habláis?>> .
     Por supuesto, nadie les entendía y por ello, cuando les vieron besarse de aquella forma, todo el mundo empezó a tratarles como si fuesen bichos raros que no pertenecían a este mundo. Todo fue en aumento, los párpados cada vez se cerraban y abrían más deprisa y no hacía falta ni que se tocasen siquiera: su mera presencia era suficiente para provocar aquel estupor.
     Al contrario que ella, él no tenía ya fuerzas para recordar, ni raciocinio para pensar en los hijos de puta que les rodeaban. Estaba casi seguro que la proyección de su impotencia les iba a destruir, pero no fue así para su desgracia: las llamas ya le llegaban a la garganta para cuando empezó a notar el verdadero dolor. La miró entre alaridos y pudo ver, a ciencia cierta, que ella estaba con la cabeza agachada, pero sonriendo. Y fue tan repentino como un chasquido de aquel fuego que les consumía: el instante en que ella alzó la mirada y dijo en voz alta y serena:

-Lo importante nunca fue quemar, sino llegar a fundirse...

     A partir de ahí, todo fue silencio.


And leave this place for sane today....

Garganta

Se desborda, como un torrente sin freno...

Miel y ácido insolubles
marcan un "tempo" lento
de redes y "destempos".

Fijándose entre agrio y dulce
entre la piel y el destierro
de cicatrices sin dueño.

Revisa cada palmo de su piel
besa, sonríe, llora, ríe,
se ata, se escapa irascible
de nuevo dispersa en una amarga hiel.

Y grita entre ambas piernas el no recuerdo,
se desespera, muerde y vuelve a llorar
besa su cabellera, la aprisiona al final
"Nada es perfecto, nada sale como queremos"



 Robado como Prometeo al mismísimo Seth
 ¿Qué fue de Ícaro? ¿Y de ella?
 ¿Era Helena? ¿Tal vez Lena?
¿Y de Asthoret? Quién se acuerda ya...

sábado, 1 de marzo de 2014

Scream, now.

¿Y cómo se siente? ¿Qué debería sentir, que debería pasar por mis pensamientos? Y es que no queda ni una puta respuesta para nada. Soy lo que soy, al igual que tú eres lo que eres y ella, muy a mi pesar, ha hecho, de nuevo, lo que le ha dado la gana de mí. 

Como si se tratara de un macabro plan, de una jugada maestra... Cuando en realidad todo es producto de una casualidad cruel que no deja de ser tan sorprendente como detestable. 

Que así sea pues...



Y aún sigo buscando el maldito motivo...