miércoles, 31 de agosto de 2011

Hoy a 31 de agosto y después de medio verano dándome el coñazo pidiéndome clases y demás, solo quiero deciros a todos los que mañana teneis exámenes... ACABAD DE REPASAR Y MUCHÍSIMA SUERTE! ^^

Lentamente...

lunes, 29 de agosto de 2011

Solo tengo que decir...


Quedais todos secuestrados para llevaros allí!!! >.<

Días de tormenta

    Corría desesperada por aquel día de tormenta, no encontraba un lugar donde no mojarme y empezaba a cansarme, hasta que me resigné y me puse a caminar tranquila para llegar a mi casa aun lejos de donde me encontraba. Y de repente apareciste, no se de donde demonios habías salido, pero allí estabas, quieta, sonriéndome y esperándome divertida por verme en aquel estado. Tuve ganas de abrazarte pero tenía miedo a empaparte, aunque a ti poco te importo, te acercaste y sin ninguna explicación lo hiciste. Sentí como las lágrimas resbalaban por mis mejillas y se fundían con aquella lluvia magnifica que poco a poco parecía aumentar de fuerza. Un trueno me sobresaltó y me apretaste más fuerte contra ti, secando toda mi ropa al instante y cesando aquellas gotas que ya te mojaban la camisa. Me apartaste y sonreíste, susurraste algo que no entendí y luego estrechaste mi mano mostrándome el camino seguro a través de aquella tormenta cada vez más potente. Nada había que temer, nada importaba ya...

No puedo perderte otra vez

...excepto tú y yo.

PD: Se sigue buscando batería... 3/11

domingo, 28 de agosto de 2011

Todo lo que se apagará aún brilla...


     Una leve caricia del viento entra por la ventana. Aún sueña pero siente frío. En él imagina que se encuentra en una de esas montañas que tanto le gustaría explorar, encima de su pico, a ocho mil metros de altura. Se remueve en la cama, le cuesta respirar por culpa del realismo que su mente es capaz de recrear y el aire helado que entra a través de la ventana baja la temperatura de la habitación lentamente ayudando en la creación de su fantasía. Tiene un ligero temblor en el pie derecho y parece que no puede mantenerse de pie, lucha contra el dolor en vano, pues pronto la pierna le falla y cae por la enorme pendiente.
    Un golpe seco le despierta, se ha caído de la cama y parece que su cabeza ha impactado de lleno contra el suelo. Se maldice mil veces por tener esos sueños y se agarra la parte donde se ha golpeado para comprobar que no tiene ninguna herida. Se asoma por la pequeña ventana abierta y comprueba que es aún de noche. Suspira, hace tres meses que no sale al exterior y su único contacto es esa abertura con barrotes que le impiden saltar por ella. Mira las sábanas aún manchadas de sangre, desde hacía días se repetían las hemorragias cada doce horas como si tuviesen un maldito reloj.
     Sabía que tenía que descansar, pero no puede evitar inspirarse con aquellas estrellas y aquella luna enorme que podía ver. En mejores épocas le encantaba salir a darse paseos por las afueras de la ciudad huyendo de las luces artificiales y perderse por los caminos que sus padres le recordaban cuando era pequeño que eran peligrosos. La gran ironía, no tenía nada que temer del exterior, sino de su propio cuerpo. Aún recuerda el primer día que se levantó así, tranquilo en su cama, quiso ir al baño pero se sentía extremadamente cansado, cuando descubrió su cama enteramente mojada de un líquido rojo coagulante.
     Coge una libreta con sus últimas ideas y las revisa. Sabe que no le queda mucho tiempo, pero quiere terminar su historia, aquella que empezó a escribir cuando solo tenía doce años y ahora, quince años después, retomaba corrigiendo todos los sin sentidos y las miles de faltas que cometía entonces. Una idea que jamás se le hubiese podido ocurrir ahora, con veintisiete años en las costillas y a punto de morir.
     Agarra uno de los bolígrafos que hay con el símbolo del hospital y empieza de nuevo con aquella tarea que llegaba hasta el extremo de obsesionarle. Muchas veces los médicos habían intentado pedirle que guardara fuerzas por la noche y que por el día continuara escribiendo. Él solo contestaba que no podía, el día lo cegaba y lo dejaba falto de ideas, una extraña manía que arrastraba desde su adolescencia. Empiza a sentir como le tiembla el brazo izquierdo con el que sujeta la libreta. Sabe que pronto volverá a tener otro ataque y quiere darse prisa. Los médicos no se lo habían dicho, pero esas caras largas demostraban que no le quedaban muchos días para terminar su cometido.
     Apunto de terminar sintió en la boca un sabor metálico. Se maldijo a sí mismo e intentó hacer caso omiso ante la inminencia del ataque. Normalmente pulsaba el botón para llamar a los enfermeros y médicos de guardia. Pero esta vez no lo hizo, quería terminarlo a toda costa. Su mejor obra, su triunfo personal, tan solo una página más.
    Sentía como un hilillo de sangre le brotaba por la boca y apretó los labios para frenar su avance. La última palabra, su firma y una gota de sangre al lado de ella. Satifecho, dejó la libreta en la mesa al lado la cama y escribió mientras la sangre empezaba a derramarse por sus labios su última voluntad.
     Dejó caer la nota al suelo antes de desplomarse, suplicando en sus últimos pensamientos que la encontraran. El último destello que percibe es el brillo fantasmal de su amada luna antes de sumirse en la oscuridad que acompaña a la muerte.

*

     Unas horas después, cuando empezaba a amanecer, la enfermera recién levantada pasa revista a sus pacientes para asegurarse de que aún duermen y de que todo marcha bien. Todo en orden, hasta que llega a la habitación de aquel joven, donde la visión de su cuerpo rodeado de sangre le hace soltar un grito de horror. Intentó desesperadamente reanimarlo sin éxito mientras pedía ayuda. Frustrada dirigió su mirada al suelo mientras una lágrima resbala por sus ojos que observaban aquel charco rojo que olía a metal. Se percató de que un pequeño trozo de papel estaba en el suelo. Lo recogió sorprendida y pudo comprobar antes de empezar a leer que era su letra. Luego se cercionó de que así era, ya que dejaba instrucciones de entregar su libreta a su editor y mandarle que lo publicara. Debajo, una pequeña reflexión que quería poner al principio de aquel libro que dejó sin habla a la enfermera.

"Hasta el último momento, la estrella aún reluce, incluso en el momento en el que muere con su supernova desata una luz más grande de la que nunca ha sido capaz de hacer. Por ello, todo lo que se apagará aún brilla..."

"Si no respiro es por no ahogarme..."



Porque días así....


No tienen precio...

viernes, 26 de agosto de 2011

La misma mentira de siempre...



Acostarme embarrada
de deseos y venganzas,
girarme asustada
y no poder sentir nada.

Echada a un lado
el frío entre las sábanas
sudada y empapada
llena de rabia en mi almohada.

Sin Morfeo entre mis brazos
no hay letargo que valga
pues toda espera me es larga
para pedir al recuerdo ácido que salga.

Indefensa y aislada
no hay voz que me consuele
más la propia que me hiere
resonando siempre en mi mente.


Te odio... porque siempre sigues, siempre sigues, siempre sigues, siempre sigues ahí...

miércoles, 24 de agosto de 2011

For one human being to love another; that is perhaps the most difficult of all your tasks... the work for wich all other work is but preparation.


Rainer Maria Rilke

Será mejor que te prepares para pagar el precio antes de saltar


PD:Se busca batería!!!

...

Porque nunca tendré el valor para hacer lo que tú haces, porque nunca tendré el valor para enfrentarme a las cosas como tú, porque no soy ni la éfimera parte de lo valiente que puedes llegar a ser. Me he tirado los años corriendo y ahora con los tobillos destrozados me cuesta cada vez más. Todas las cicatrices que hay en mí son parte de un pasado tan reciente que me da miedo aun pensarlo, y aun me daba más miedo que tú formaras parte de ese pasado. Porque realmente soy una niña que no pudo crecer, egoista como si fueras mi mejor peluche y me gustara tenerte a todas horas a mi lado para hacerme compañía cuando me siento sola.

Repito lo mismo que antes, puedo ser la mejor persona del mundo y luego fallar en el peor momento, puedo ser la más sensible o volverme de hielo ignorando lágrimas, puedo cabrearme como nadie y al minuto arrepentirme de cualquier burrada que haya soltado, puedo ser la más valiente y cuando realmente se necesita, me vuelvo la más cobarde...

Porque lo soy todo y a la vez no soy nada.

martes, 23 de agosto de 2011

Avui...

   Es simplement un dia extrany, en el que et veus a tu mateixa des d'un espill que està fora del present, un espill que reflexa tot el que passa amb unes mil·lésimes de retard suficient per no donarte temps a reaccionar. El cap en un bolic, les cames i els brasos cansats i el cor accelerat; encara que l'únic que desitje és dormir. Pareix com si el dia fora una eternitat absurda en la que les hores no pasen i els minuts es dediquen a jugar a cartes mentres esperen a que arriven els segons. El meu maleït reflex, estic farta de veure sempre els mateixos ulls caiguts i les mateixes llàgrimes a les galtes quan estic així. M'han dit dimoni i angel a la volta, igual com m'han odiat i anyorat al mateix temps, he donat llàstima i he causat repugnància, s'han acostat als meus ulls i no han conseguit veure res.
   Perquè realment no tinc res a dins, en aquestos dies, soc jo mateixa i la millor actriu, soc la veritat i la mentida, soc la cançó que t'anima i la que t'entistrix. Avui, ho soc tot i a la volta no soc res...

domingo, 21 de agosto de 2011

CON LAS PILAS CARGADAS!!!!

Un fin de semana perdida entre montañas y rios, suficiente como para ponerme de buen humor durante una larga temporada (o eso espero XD)

Ala!pues, os dejo con una cancioncilla que ha dominado la mayoría de mis días:

viernes, 19 de agosto de 2011

Today...

Miro el reloj y no son más que las 10, pero de una manera increíble la noche es dueña del día. El Sol cada vez se oculta antes, y parece que junto a él se ocultan los sentimientos...

Galán

     Mi nombre es Maximiliano Derek, pero podéis llamarme solo Derek. La historia que voy a contaros me sucedió hace ya muchos años, cuando aun el paso del tiempo no había cambiado mis objetivos de cazar al mayor número de mujeres. En aquella época estudiaba filosofía en la universidad de Nueva Orleans, viviendo en uno de esos modernos apartamentos gracias al dinero que mi padre me mandaba desde nuestra hacienda a las afueras de la ciudad. No se me daba mal estudiar, ni tampoco la interacción social con el resto de los estudiantes. Algunas noches cuando no teníamos nada que hacer, nos encerrábamos en uno de esos lujosos edificios de bailes a beber y conseguir llevarnos a alguna chica al catre con un poco de suerte. Y es aquí, en una de esas noches, donde empieza mi historia.
     Sentados en la misma mesa de siempre, bebíamos sin mucho afán vino y cerveza a partes iguales, no encontrábamos a ninguna víctima que nos apeteciera, ese día parecía que todas las mujeres bellas se habían quedado en casa tejiendo o complaciendo a sus maridos. "Bah!", pensé, "Aburridas". De pronto, entre la multitud de gente que bailaba de forma grotesca a causa del alcohol, pude ver la figura de una mujer de unas curvas serpeantes y escandalosas, con un vestido rojo brillante bastante extravagante para la época pero extremadamente seductor. Me excusé de mis compañeros con unas palabras bastante creíbles y me dirigí a comprobar si realmente mis ojos no me habían engañado al advertir su presencia. No quería competencia, aunque la mayoría de las veces ganaba a mis compañeros en nuestra competición por llevarnos a la chica más bella, gracias a mi indudable atractivo físico.
     Con paso reverente me hice hueco entre la gente intentando localizar a mi nueva presa, internándome en aquel grupo de personas que ahora bailaban aun más salvajemente. El calor era sofocante, y cuando creía que no la encontraría, me rozó con su mano el hombro y me dijo al oído:

-Aquí hace demasiado calor, y hay demasiada gente, fuera será mejor.-Sorprendido la seguí cuando pasó por delante mía para salir.

    Fuera era un lugar bastante tranquilo, había unas cuantas parejas tomando una copa y algunos jugadores de cartas muy bien vestidos. Nos sentamos en una de las mesas vacías, ella llevaba eso que llamaban cóctel en la mano y daba pequeños sorbos a la copa de cristal que contenía la misma cantidad de líquido que mi dedo meñique, yo bebía sin moderación aquel vino barato que lo único que daba era sed y calor. Ambos estábamos incómodos sin pronunciar una palabra. No parecía llevarnos a ningún lugar aquella situación, por lo tanto, con el valor que me conferían las copas que había tomado de más, me dispuse a romper aquel silencio:

-¿Y bueno, cuál es vuestro nombre?
-¿Es necesario?.-Aquella respuesta me dejó helado, pero no perdí mi compostura de galán.
-Tal vez no, pero podríais al menos darme uno con el que dirigirme a vos.
-Podéis llamarme Natalia
-Perfecto, mi nombre es Derek.
-Sé quien sois.-Dijo esto mientras se llevaba la pequeña copa a los labios y daba otro pequeño sorbo dejando caer una gota por su cuello.-Tu fama de galán va más allá de esta ciudad ¿Sabes?.

    La miré extrañado, había dejado de lado la formalidad y empezó a tutearme con unas palabras que tomé como acusación, pero no me dio tiempo a defenderme, pues me quedé encantado mirando el precioso escote que dejaba ver más de la mitad de sus senos.

-Tranquilo, no pretendo acusarte ni reprocharte nada, simplemente quiero pasar un buen rato, y creo que tú eres el más indicado para ello.

Aun me dejó más desconcertado que antes y realmente contemplé la posibilidad de invitarla a lo que estuviese tomando y marcharme a casa. Pero mi orgullo de cazador me lo impedía y seguí aquella conversación lo más inteligente que supe. Luego comprobé que debería haberme ido a casa.

-¿Y qué tomarías tú por pasar un buen rato, Natalia?
-Algo que te propones todas las noches que sales y consigues la mayoría.-Ella se acercó y me fijé por primera vez en sus ojos, eran de un castaño rojizo que daba la sensación de que estaban ardiendo.
-No siempre tengo la virtud de conocer a alguien como tú, incluso diría que es la primera vez que encuentro a alguien tan intrigante.
-No intentes alabarme, joven don Juan, tengo bastante más experiencia que tú en este juego, pero hoy me apetecía un plato fácil...
-¿Me consideras fácil?.-Estaba realmente confundido, ¿A qué se refería con aquello de que tenía más experiencia que yo? ¿Una mujer dándoselas de galán? Parecía un disparate sacado de la fantasía de un pervertido.
-Buscas lo mismo que yo, una noche de diversión entre alcohol y juegos de adultos.
-Cierto, pues si realmente no esperas nada más de mí, ¿A dónde quisieras ir?
-Tú conoces este lugar mejor que yo, seguro que conoces alguna pensión bonita y discreta...
-Conozco algo mejor, mi propia casa, un templo para la actividad que más me gusta.
-No lo dudo...

    Pagamos nuestras copas y extrañado vi que su cóctel estaba aun casi entero. Luego salimos del local y con paso acelerado la conduje hasta mi casa. La verdad, estaba bastante desordenada con todos mis apuntes tirados por la mesa, los platos sucios en el fregadero y mi habitación llena de ropa por el suelo. Me avergonzó un poco aquella escena y no pude evitar pensar que había sido un idiota al no llevarla a otra parte. Aunque aparté la vergüenza pronto, pues me acordé de mis juguetes guardados debajo de mi cama y sonreí maliciosamente, estaba seguro de que no se negaría a jugar con ellos.
    Parecía aburrida e impaciente, una mezcla que formaba en su cara una expresión bastante extraña. Poco me importó cuando se abalanzó sobre mí besándome de una manera salvaje y quitándome la ropa de una manera animal. Intenté ponerme a su ritmo, pero era bastante difícil de seguir, sus ojos ahora me parecían más rojos que antes y parecían encerrar una pasión aun mayor que la que demostraba ahora, por ello, intenté quitarle el vestido a lo que ella respondió quitándome la mano con una fuerza inquietante y estrellándola contra la pared. Su sonrisa parecía sádica y hambrienta, cosa que me excitaba sobre manera, ya que parecía hipnotizarme a seguirla con cada movimiento y caricia. Casi desnudo, me lanzó sobre la cama y de nuevo me besó con un frenesí renovado, bajando lentamente con sus labios por mi cuello hasta llegar a la cintura, donde solo quedaban unos pantalones viejos y cortos a modo de calzones que en opinión de muchas chicas, eran extremadamente sexys. Me los bajó con una sonrisa picaresca y besó mis muslos en una especie de reverencia a mi enorme erección. De pronto volvió a subir recorriendo el camino que había realizado antes hasta detenerse en mi cuello, donde empezó a besarme y a morderme de una manera suave y placentera.
     Me sentía en el completo cielo, casi a punto de llegar al clímax, cuando ella cesó por un momento en su actividad en mi cuello y me mostró con extremada malicia una sonrisa sacada de la peor de mis pesadillas. Sus dientes estaban completamente rojos y su piel había cobrado un color más humano que antes, sus ojos me paralizaron de una manera sobrenatural como si hubiesen puesto una mordaza a mis terribles ganas de gritar. Con sus uñas acariciando la incesante sangre que brotaba de la herida que me había hecho, acercó su boca a mi oído y su voz, antes angelical y dulce, parecía ahora la del mismísimo demonio:

-Te dije que en esto tengo más experiencia que tú, mi joven don Juan.

     En aquel momento sin motivos recordé cuando estábamos sentados en la terraza de aquella maldita sala de bailes, y comprendí porque no había dado ni un sorbo de su copa, aquel color en sus ojos y la extrema palidez en su piel. Me llamé estúpido en mi pensamiento y me dispuse a morir callado y en silencio, pues no me quedaba otra opción ya que su extrema fuerza y su hechizo hipnótico no me permitían moverme. Después de casi seguro leer todos estos pensamientos que os cuento, volvió a alimentarse de mí, dándome un placer indescriptible que me sumió en un extraño sueño, dominado por una oscuridad placentera y cómoda...
      Cuando desperté, el Sol ya había salido y me molestaba a mis ojos de recién levantado y algunos haces de su luz acariciaban mi brazo derecho proporcionándome un calor casi abrasador. Me sentí muy débil, pero creí que todo aquello no había sido más que un sueño terrorífico y extravagante. Suponía que debían ser más de las 10 de la mañana y llegaba tarde a la primera clase en la universidad. Me levanté eufórico sin hacer caso al extremo cansancio dueño de mí y me dirigí al armario donde guardaba mis prendas limpias y el espejo donde acicalarme adecuadamente. No pudo haber más sorpresa cuando descubrí las marcas de mordedura en mi cuello y mi brazo derecho parcialmente quemado por donde me había despertado el Sol.

jueves, 18 de agosto de 2011

*..*

Mis dos amores



Lily y Cassyr :3




It's better...

than a punyà al ull -.-

Tuve el acierto de mil historias en la mano,
tuve la caricia del amor más sincero entre los brazos,
tuve el destello de la estrella que más brilla,
tuve el calor de las alabanzas en el espejo de algo que nunca sería.

Podría decir las frases detonantes,
podría gritar las palabras sobrantes,
podría sentarme y mil horas escucharte
y a oscuras sin moverme observarte.

Tendría la luna alumbrando mis pasos,
el viento aplaudiendo escondido
y los árboles sobre mi destino susurrando
por todos mis hechos más divertido.

La insensatez entre mis labios,
y la pérdida de tiempo en tus actos,
tu silencio, sin quererlo, otorgando,
y mis gritos de desespero callados...

martes, 16 de agosto de 2011

Campanas...

Nota previa: Lo que a continuación voy a escribir está basado en una leyenda que me contaron hace unos años sobre la figura del Cristo de mi pueblo. Espero que os guste ^^

Ahora que lo veo imponente y majestuoso paseando en procesión majestuosa sujetada con sus 7 toneladas de peso en los hombros de los hombres y mujeres que prometieron llevarlo a cambio de su bondad, no puedo evitar recordar con franca alegría y tristeza la historia que a continuación voy a relataros:

"Corría el año 1937, la guerra civil había transformado a los hombres en máquinas de matar por tan solo el propósito de gobernar y salirse con sus ideales. Cada uno de ellos había perdido el respeto entero hacia una población masacrada y cansada de tanta batalla, la gente se refugiaba en la iglesia cuando las alarmas de bombardeo anunciaban ponerse a buen recaudo, y en este pueblo realmente, no había nada más seguro que ella.
    Cuando la guerra parecía decantarse por el bando de los republicanos, estos tomaron represalias contra la religión cristiana. Encendieron una gran hoguera en la plaza y quemaron cualquier símbolo cristiano que encontraran en las casas de sus vecinos. No fue suficiente en su opinión aquella quema de bienes y creencias, pues acto seguido prendieron fuego a la iglesia derribando los muros de piedra para que ardiese con más ansias. Gente celebraba el gozo de ver a una iglesia por fin iluminar, otra rogaba a Dios de que no se les tuviera en cuenta, otros solo cumplían órdenes.
     Terminado el incendio, los cimientos parecían seguir intactos, aunque todas las figuras de santos y la decoración bañada en oro estaba quemada y calzinada, nada era reconocible. No obstante la torre del campanario parecía no haber sufrido muchos daños, tal fue el asombro de ello que decidieron inspeccionar el estado de la estructura y sus campanas que parecían brillar desde fuera con la misma intensidad que lo habían hecho siempre. Subiendo por la escalera se sorprendieron al ver la sombra de alguien allí arriba, y para asombro de los que lo vieron, la figura de Jesucristo, imponente como siempre, estaba allí arriba sin un rasguño y a salvo del fuego."


No soy creyente, tal vez agnóstica, o qué sé yo, solo sé que hay misterios en la vida que nunca tendrán explicación y no dejan a nadie indiferente, ni siquiera a mí. Y por ello muestro mis respetos ante esta figura todos los años, cómo toda la gente que ahora me rodea, con gran devoción y un aprecio aún mayor por un misterio que siempre me fascinará.


lunes, 15 de agosto de 2011

It's... nothing...

Por desearla voy a ser un criminal...


El cielo te reclama,
te espera la espada
manchada y resquebrajada.

Negrura en su filo
el reflejo frío
blandida por crueles motivos.

El hierro oxidado
rabia en la empuñadura
los dedos aferrados
y la ira en palabras duras.

En el suelo su funda
en el alma la amargura,
y no tenerte entre los brazos
suficiente para cometer esta locura...


domingo, 14 de agosto de 2011

Cuantos días...

Ni montaña ni leches, a casa!

"Cuando aprendan los niños de 30 años a ser personas, cielo."

    Leonardo paseaba por la aldea intentando buscar un poco de aire fresco antes de que el calor sofocante se adueñara del día. La mayoría de adultos se habían levantado para ir a trabajar al campo y los niños aún dormían en espera de las ocho campanadas que les indicaba que era momento de ir a la escuela. Él también era un niño, o al menos eso creía la gente, porque cuando llegaba a casa tenía que hacer las veces de padre entre los suyos; evitar que se peleen, prepararles la comida, despertarles a tiempo para ir a trabajar, vigilar la casa por la noche, y un largo etcétera que se extendía entre las más varias tareas que no le correspondían a un chico de once años. Los demás niños solo se preocupaban de comer para estar fuertes y de estudiar lo suficiente para superar las pruebas de los maestros, además de hacerse tantos arañazos como la diversión les permitía.
    Volvió a casa antes de que sonaran las campanadas para ir al colegio y se preparó un vaso de leche con un trozo de pan que había sobrado de la noche anterior. Preparó el lápiz y la hojas con los ejercicios del día y salió de casa con paso tranquilo. Se encontró con un par de amistades y charló tranquilamente con sus compañeros de cosas sin importancia en su opinión pero sumamente importantes para niños de su edad.

-¿Te has enterado?
-¿De qué?
-Dicen que está desapareciendo ganado... y niños...-Dijo su amigo algo inseguro.
-Será algún lobo que aprovecha la noche para darse un festín, y los niños dudo que salgan de casa a esas horas.-Respondió sin prestar demasiada atención.
-¡Qué sí! El pequeño Tom ha desaparecido y nadie sabe dónde está, mis padres me lo han contado antes de irse a trabajar.
-Éso son tonterías de adultos para que no te escapes por la noche para contemplar las estrellas.-Ciertamente, no era la primera vez que sus padres le contaban una historia de esas para asustarle y que se quedase en la cama toda la noche.
-¡No es éso! Estaba en su propia cama y a la mañana siguiente no estaba.-Empezaba a ponerle de los nervios la actitud de su compañero y su insistencia.
-Tal vez se perdió en el bosque...
-No es posible, sus padres tienen ese sistema nuevo instalado en las puertas, ¿Cómo se llamaba? Cerruchos creo...
-Cerrojos...
-¡Éso! Lo tienen en las habitaciones dónde duermen y en la puerta de la entrada, y te lo aseguro, no creo que él supiera como abrir aquello, es sumamente complicado.
-Le habrán enseñado sus padres.
-¿Por qué no lo crees?
-Porque no tiene ningún sentido.
-Lo sé, pero aún así Tom no está aquí, verás como no viene a clase.

     Llegaron a clase y se sentaron en sus respectivos pupitres que estaban al lado, la señorita entró a clase con su aire galán y con un porte juvenil bastante atractivo que encandilaba a todos los niños... y a algunos padres. La clase empezó revisando todos los deberes del día anterior y pasando lista entre todos los presentes. Cuando le llegó el turno al pequeño Tom Ricards nadie contestó, la profesora preguntó si alguien sabía algo de él y varios compañeros junto a su amigo contaron la misma historia de que había desaparecido misteriosamente por la noche. La maestra hizo un gesto raro en la cara pero no le dio más importancia pensando que eran fantasías de críos. Dio la clase con normalidad y salieron a la misma hora que siempre de la escuela a jugar todo lo que el Sol les permitiera, Leonardo no tenía tiempo para entretenerse y se fue con paso firme y sin hacer caso a las propuestas de sus compañeros para quedarse a jugar.
    De camino vio a la señorita detenerse en casa de Tom hablando con sus padres, estaría preguntándoles donde se había metido y si se encontraba bien. La verdad no era la clase de chico que se escapara de clases o que cayese a menudo enfermo, seguramente por eso estaría preocupada. Tuvo el impulso de acercarse y preguntar por su compañero, pero recordó que su familia y la de Tom no hacían muy buenas migas y era muy probable que le soltaran cualquier milonga para deshacerse de él rápidamente. Aún así esperó un poco para ver si su maestra terminaba de hablar y preguntarle por el chico y asegurarse de que todo lo que sus amigos creían no eran más que fantasías.
    La abordó cuando terminó la conversación y le preguntó por su compañero, ella se echó a reír y le respondió:

-Creen que alguien entró en su casa y se lo llevó, que Tom no podía quitar los cerrojos de la puerta de la entrada sin ayuda de un adulto.
-Ha podido saltar por una ventana.
-O abrir la puerta directamente, los niños a vuestra edad sois muy inteligentes para lo que queréis. En fin, los señores Ricards siempre han sido unos paranoicos para estas cosas, por eso su casa parece una fortaleza.-Ella soltó un leve suspiro y continuó diciéndole.-Probablemente se haya perdido en el bosque, ya hay varias patrullas en su busca, lo encontrarán pronto.
-Cierto señorita, que tengo un buen día y nos vemos mañana.
-Hasta mañana Leonardo.

    Leonardo la vio partir con paso alegre y despreocupado hacia su pequeña choza, la mujer no se podía permitir nada mejor, pero como bien decía ella ¿Para que quería más? vivía sola junto con sus libros y sus manuscritos que coleccionaba y leía con gran afán. A Leonardo le gustaba su compañía y más de una vez había mantenido charlas con ella, pues le trataba como el niño adulto que era y no como otro que solo se preocupaba de los juegos y de la comida. También le prestaba algún libro e incluso le ayudaba cuando no entendía algo que había explicado en clase.
    Volvió a su casa y encendió el fuego para preparar un guiso de carne con ternera. Sus padres no tardarían en volver y seguramente estarían hambrientos y deseosos de algo que les aliviara un poco el cansancio. No eran mala gente, pero su comportamiento parecía el de unos niños que no entendían aún las normas de educación social y de comportamiento en público. Se hablaban a gritos, no respetaban una higiene en la mesa, comían con la boca abierta y se quedaban en la taberna hasta altas horas de la noche aunque a la mañana siguiente tuviese que ir a trabajar. Estaba acostumbrado desde pequeño, por eso no le extrañaba ni le preocupaba, se había enseñado a valerse por sí mismo y a cuidar de ellos. Su abuela, mientras vivía, le enseñó a cocinar y a mantener la casa en unas condiciones mínimas preparando a su nieto para cuando se quedase solo, y ahora le daba las gracias cada vez que iban los domingos a visitarla en el cementerio que estaba a las afueras del pueblo.
    Cogió el gran recipiente donde estaba el guiso y lo puso sobre la vieja mesa de madera que chirrió un poco cuando lo dejó sobre ella. Llenó una jarra con el agua que habían sacado por la mañana en el pozo del pueblo y puso un vaso y un plato para cada uno, mientras escuchaba la ruidosa conversación que se hacía más clara a medida que se acercaban a casa. Entraron por la puerta discutiendo sobre quien había arrancado más mazorcas en el campo, un tema de lo más apasionado, tanto, que casi todos los días se repetía. Saludaron a su hijo dándole un beso en la mejilla y le preguntaron por el colegio, el respondió que bien, y les comentó si sabían algo del pequeño Tom, ellos contestaron que no les importaba la vida de los demás, que con acordarse de cuantas mazorcas habían recogido durante la semana tenían bastante para poder hacer cuentas a finales de semana y cobrar lo que les debía su patrón. Leonardo suspiró con resignación, realmente no sabía de que se extrañaba, sus padres eran así.
    Recogió la mesa con su ayuda y limpió los vasos y platos con el agua que había sobrado de llenar la jarra, mandó recoger más agua a su padre y le dijo a su madre que cuando se acordase que comprara otra pastilla de jabón. Luego subió a su habitación y retomó el libro que le había prestado su maestra hacía un par de días, le quedaban pocas páginas para terminarlo y tenía intención de devolvérselo esa misma tarde. El libro se titulaba "Eternidad entre la gloria" de un autor anónimo, suponía que el autor no quería revelar su identidad por miedo a represalias, pues este hablaba sobre la vida de lujo que se llevaban algunos nobles mientras muchos aldeanos morían de hambre en la puerta de sus lujosas casas y castillos.
    Cuando lo terminó ya era casi de noche, fue a la sala de estar donde estaban sus padres roncando respectivamente y vio el cubo de agua lleno junto con una pastilla de jabón nueva, sonrió, les dio un beso en la frente y salió hacia la casa de su maestra.
    Era un pueblo bastante tranquilo, no había mucha gente y los pocos que eran no solían salir de casa entre semana a partir de las 9 de la noche, salvo los 4 borrachos que se quedaban en la taberna hasta que su cuerpo no pudiera sostenerse por si solo y volvían a sus hogares arrastrándose por las calles; sus padres eran habituales de esas escenas. Dobló hacia la derecha por la calle que tenía como huéspedes chozas bastante cutres, era un camino bastante empinado y sus piernas no estaban acostumbradas a frenarse para no caer dando vueltas por aquella cuesta ¿A quién demonios se le ocurrió construir en aquella pendiente? En fin, sin sentidos que no tenían explicación.
       Cuando llegó al final de la calle allí estaba la pequeña casa donde ella vivía, sorprendido vio la puerta de la entrada abierta y la golpeó 3 veces a modo de timbre esperando una respuesta del interior, pero nadie contestó. Entró despacio y no dejaba de preguntar si había alguien, mientras observaba que todo estaba desordenado y echado por el suelo, llegó a lo que parecía su habitación y encontró las sábanas rotas
junto con la almohada desplumada en el suelo. No tuvo demasiado tiempo para pensar pues escuchó la puerta cerrarse detrás suyo y un escalofrío invadió su pequeño cuerpo, a pesar de ser un niño razonable, el miedo a lo desconocido no se había ido del todo y había vuelto en su fase más escalofriante. Sintió un olor pesado y desagradable, difícil de digerir y de relacionar con algún otro conocido, el ambiente se helaba por momentos y sus extremidades no respondían a sus deseos de correr y saltar por la ventana. Estaba completamente paralizado, y no podía si quiera girar la cabeza para ver que diablos había detrás suyo. Sintió una mano huesuda posarse en su hombro, y el olor se hizo más fuerte a causa de la proximidad de aquella cosa. Sus ojos se cerraron fuertemente esperando que lo que fuera que fuese acabara pronto, pero solo le escuchó murmurar:

-Mi cometido ha sido cuidar a los muertos en este cementerio, protegerles de cualquier sinvergüenza que se atreviera a profanar el sueño eterno de mis invitados, pero por culpa de gente como tú, por culpa de la nueva marea moderna de pensamiento científico, pierdo fuerza día a día.- Escuchó sus pasos dirigirse frente a él y aun cerró más fuertemente los ojos.-Los ladrones de cuerpos no tienen miedo de robarme los cuerpos y llevárselos a esos científicos que los abren en canal y les hacen verdaderas barbaridades. ¡Por vuestra culpa! La gente ya no descansa en paz y se revuelve en sus tumbas temerosos de que se les prive de la tranquilidad eterna, pues ya no pueden confiar en mí. ¡Por vuestra culpa! Juro que volveré a infundir el miedo y el respeto que me merezco, y esto, solo es el principio, pequeño, esto es solo el principio.

    Abrió los ojos y contempló con horror que aquel ser no tenía rostro, era una túnica negra y oscura con unas manos huesudas sujetándole los hombros que ahora se desplazaban a su cintura y lo levantaban sin ningún esfuerzo. Su mente no pudo soportar más aquel terror y se desmayó rezando a su Dios olvidado que le protegiera de aquel mal.
    
    Cuando volvió a despertar, todo a su alrededor estaba oscuro, había cuatro paredes que no le permitían moverse a penas, y notó que el aire era húmedo y pesado, aunque aquel terrible hedor de antes había desaparecido. Intentó gritar y golpear la pared superior intentando que alguien le escuchara, nadie le respondió, y un horror se sobrevino a su mente cuando escuchó el ruido de una pala escarbando echando tierra que golpeaba el techo de donde quiera que estuviera, aunque pocas opciones había ya realmente. Intentó gritar de nuevo con todas sus fuerzas diciendo que estaba vivo, que aquello era un error pero todo era en vano, se dio por vencido al pensar que seguramente era aquel ser sin rostro el que estaba enterrándolo vivo y todo el miedo se apoderó de él por la muerte tan espantosa que le aguardaba, morir por deshidratación, de hambre o de asfixia, cualquiera de ellas era en verdad horrorosa. Intentó dormirse con la esperanza de no volver a despertar y morir mientras dormía en una relativa paz...

En casa de Leonardo sus padres aguardaban la llegada de su hijo, no solían irse sin saber que se encontraba en casa, y el chico se estaba retrasando más de lo habitual, de pronto recordaron que seguramente había ido a ver a esa profesora suya que le prestaba tantos libros, así que salieron sin ningún temor de casa, seguramente se habría quedado a cenar con ella y volvería a antes que ellos a casa.

martes, 9 de agosto de 2011

Vale, he encontrado la manera de hacer la entrada reducida, en una anterior =D en fin, ahí os dejo mi selección... enjoy ;)

Moskau!!http://www.blogger.com/img/blank.gif

viernes, 5 de agosto de 2011

So payaso...

    Tengo en la cabeza un cúmulo de cosas que en cualquier momento harán que mis sesos se esparzan por esta maldita habitación. Tengo tantos sentimientos y momentos, mezclados, creando un cóctel agónico que me produce un malestar general que no sé ni quien coño soy. ¿Hola? ¿Mi nombre es Wille? ¿Es Lestat? ¿O sigo siendo Sara? En fin, no tengo ni puta idea, pero tengo claro que es alguno de esos tres, o todos a la vez... AHHH!! lo odio T.T
    Tengo cierto dolorcito en el pecho que, en fin, no sé que voy a hacer con él. La maldita sensación que creía olvidada vuelve para recordarme que soy una maldita enferma de amor, y lo digo, porque parece que no pueda estar ni 2 semanas sin suspirar por alguien (Qué normalmente, ese suspiro me dura unos 2 años mínimo, ahí, masoca). Se me ocurren 2 teorías, la primera de que soy una enferma de amor y la segunda, que me rodeo de gente que me encanta sin querer (o queriendo, aunque muy pocas veces). Luego mi cabecita no para de torturarme mostrándome momentos de miradas, palabras, roces, sus ojos, su pelo, su boca, su... en fin, que me desvío joder.
    Vale, yo solo me pregunto una cosa, ¿Por qué cojones me gusta complicarme la vida? Porque, digo yo, vengo escarmentada de años anteriores, debería haber aprendido un poco ¿No? Pues no, parece que eso al corazón, sentimiento o que coño sea lo que me hace pensar en su nombre a cada puto instante, a cada situación, a cada sueño, es que hasta en los sueños está metida joder. Vamos mal, mu mal....
    En fin, ¿Qué puedo decir más? No lo sé, realmente no sé ni para que demonios escribo esto, si total, ni siquiera he podido verla, ni siquiera he podido saber de ella, ¿En qué estaría pensando? ¿Cómo coño estoy hasta las entrañas por alguien así? Y ni siquiera se acordará de mí, y esa es en verdad la peor parte. Volverse a ver *Sonrisa idiota en la cara* -¿Qué tal? -Muy bien, aquí como siempre... ¿Y tú? -Más de lo mismo *Tartamudeando y dando serias muestra de poco control sobre los nervios* -¿Te ocurre algo? -A mí? No...
     Así queda esto zanjado, creo, realmente necesito que me encierren en un maldito psiquiátrico antes de que empiece a desvariar de verdad, si no, otra vez, la misma historia, las mismas mejillas mojadas y esos malditos poemas románticos que no llevan a ningun sitio, que solo sirven para revolcarse aun más en la tristeza de no tener a la persona que quieres a tu lado y de saber que las posibilidades de que te correspondan sean casi nulas por no decir incontables. Siento si os he aburrido, aunque siempre acabo quejándome por aquí y esto empieza a hacerse repetitivo... Me doy asco -.-



Que luego me desato y verás...

miércoles, 3 de agosto de 2011

Las lágrimas de San Lorenzo...

Vale, llevo arañándome el dorso de la mano durante 10 minutos y casi sin darme cuenta, en fin, solo digo que no me hago responsable de lo que escriba a continuación, dudo que tenga sentido o que guarde coherencia siquiera.

GO!

     Se sentaba en el borde del precipicio esperando que sus padres la llamaran para irse creyendo que su niña estaba jugando tranquilamente con su consola. Balanceaba los pies jugando con la sensación de tranquilidad y tensión que le daba aquella posición. Ya no era una niña y durante toda su vida ha tenido la misma costumbre, escaparse de los ojos guardianes de sus padres para experimentar el peligro y la aventura en aquella montaña habilitada para comidas familiares. Ahora, siendo más mayor, le encantaba coger un libro y sentarse de la misma forma sumergiéndose en la magia de una lectura cualquiera. Sus padres seguían creyendo que se había ido a pasear en busca de un poco de tranquilidad.
     Imaginaba las vidas de los personajes de sus libros y le encantaba imaginarse a ella misma dentro de esas historias, ya fuera como protagonista o como un personaje secundario fundamental. A veces su mente complacía a sus deseos y le mostraba nítidamente imágenes de las lineas que interpretaban sus ojos como maravillosas historias de caballeros, de amores prohibidos en la sociedad actual, de personajes sobrenaturales tan carismáticos como crueles, de historias fantásticas sin ningún tipo de relación con la realidad o con un relato que la hiciera estremecer de puro terror.
    Dejó la lectura que tenia entre manos a un lado y se dejó caer hacia atrás con las piernas aún colgando sobre el vacío, contemplando un cielo azul con un círculo brillante reinando sobre aquel día de intenso calor. Cogió la cantimplora y se echó agua por encima bebiendo lo poco que conseguía llegar a su boca. Se preguntaba como sería ver las estrellas desde aquel lugar, alejado de la luminosidad de la ciudad y de los ruidos artificiales. Debía ser un espectáculo magnifico digno de observarse al menos una vez. Quedaba poco tiempo para que cumpliese la mayoría de edad y pudiese sacarse el carné con el que poder ir a donde le diera la gana, y sabía que uno de los primeros lugares a los que se escaparía sería aquel. Sus padres empezaron a llamarla para irse, ella se levantó y recogió sus cosas; el libro, la cantimplora y la mochila que llevaba siempre consigo y salió corriendo al encuentro con ellos.

*

     Por aquellas carreteras comarcales no solía haber mucho tráfico, y menos a esas horas. Eran las 11 de la noche y conducía hasta el pequeño reducto de paz que le había quedado con los años, el único que había sobrevivido a la tempestad de su juventud y de sus relaciones. Ni siquiera su habitación le proporcionaba el bienestar que antes encontraba cuando se refugiaba en ella. Llegó sin demasiadas dificultades a la cima de aquella montaña que tantas veces había recorrido con su familia, aunque desde hacía años, lo hacía completamente sola. Bajó del coche y cogió su mochila llena con las cosas que consideraba indispensables para pasar una noche sin preocupaciones, un buen libro, la luz pinza (a la que al fin le había encontrado una utilidad), la cantimplora, algo para picar, las llaves del coche atadas a una cadenita para no perderlas de vista y diversos objetos que estaban siempre ahí; el móvil se quedaba apagado y dentro del coche. A veces le gustaba llevarse su viejo MP3 con canciones que la llenaban de antiguos recuerdos.
     Pero aquella noche no, era solo para ella, para estar con ella misma, para recapacitar, pensar y reflexionar sobre temas que tenía demasiado vistos. Se acordó de una frase que le dijeron hace tiempo, "No vale la pena pensar demasiado, no sacas nada en claro" Nunca estuvo de acuerdo con ella, pues en esos momentos era cuando más tranquila y lúcida se sentía. Abrió el libro y leyó una veintena de páginas que parecían estar de puro relleno, descripción de personajes, descripción de paisajes, descripción de más personajes secundarios, se aburrió en seguida y cerró el libro sin ganas de continuar con aquella pastosa lectura. Tenía los labios secos y echó un trago a su cantimplora, sintió como si un huequecito en sus costillas se llenase con aquel líquido que helaba su tráquea. Había demasiada actividad en su vida y no le dejaba tiempo para dedicarse a si misma, incluso hacía más de 2 meses que no pisaba aquel lugar que tanto le gustaba.
    Esa era otra, creía que con su independencia conseguiría la ansiada libertad y soledad que anhelaba cuando era una adolescente, pero la verdad era que desde que empezó la universidad y luego a trabajar casi no tenía tiempo para ella misma. El apartamento donde vivía la asfixiaba, sus amistades; a pesar de que se preocupaban y la querían, la agobiaban, su familia que llamaba cada dos por tres para preguntarle como iban las cosas a pesar de haber hablado hacía 5 minutos la ponía de los nervios y luego estaba ella misma, que a pesar de los pretendientes (que no habían sido pocos) que habían pasado por su vida, nadie había sido capaz de completar el pequeño hueco que seguía helado por el agua. Buscó en su mochila los primáticos e intentó ver alguna de las estrellas fugaces que habían anunciado ese día por la tele, las lágrimas de San Lorenzo, cada año desde que tenía 10 años salía a la terraza a verlas, pero aquel día prefirió observarlas desde su rincón secreto.
     Vio la primera caer y sonrió complacida, aunque ahora ya no se sentaba al borde del precipicio a causa de la falta de valentía, se sintió como si estuviese en el mismo abismo donde le encantaba balancear las piernas de pequeña. Corría cierta brisa fresca que la obligó a buscar su camisa de manga larga para protegerse del frío. Reconfortada y con el calor de vuelta a su piel, se concentró en ver cuantos meteoros caían desde aquella negrura llena de estrellas. Recordó que de pequeña pedía un deseo por cada una que llegaba a ver y sintió melancolía y deseo de volver a su infancia para repetir todos los "pequeños" descubrimientos que hacía cada día. Añoraba aquellos tiempos, tan rápidos como intensos y añoraba la despreocupación y la falta de responsabilidades que tenía por aquel entonces. Soltó una carcajada ruidosa, seguía teniendo las mismas pocas ganas de trabajar como cuando era una adolescente y no estudiaba para los exámenes. Aunque realmente no le había ido tan mal, pensó aún divertida.
     Sus ojos felices reflejaban las decenas de meteoros que ahora caían a cada momento, la actividad máxima había llegado y era momento de deleitarse con aquel magnífico espectáculo que solo se repetía una vez cada año. Cogió la mochila y la puso detrás de su cabeza para estar más cómoda ya que le empezaba a doler el cuello, mientras seguía observando fascinada aquellas estrellas fugaces que eran realmente las dueñas de su corazón, recordándole que por mucho que llorara o por mucho que riera, ellas estarían allí todos los años esperándola para acompañarla por una noche en su recorrido por la vida. Pues nunca habían fallado a su cita las magníficas lágrimas de San Lorenzo.

lunes, 1 de agosto de 2011

Se necesita ser tonto para permanecer cuerdo...



Si te sientes extraño, si te sientes diferente, si te sientes fuera de lugar... Recuerda que nadie te debe cambiar y nadie lo hará si te aprecia realmente. Recuerda que no vale la pena llorar por quien no sabe aceptar y comprender. Recuerda que eres libre de ser quien eres, recuérdalo y por encima de todo, hazme caso... Sé tú mismo.
Coge la canción que te de la gana y enfréntate al mundo. Coge las frases que más te infundan valor y sal con la cabeza alta. Nadie debe decirte quién debes ser. Por eso espero que recuerdes que se necesita ser tonto para permanecer cuerdo.


PD:Acuérdate de la canción =D