jueves, 29 de octubre de 2015

Diptongos

-A veces diptongamos en -ei, otras solo en -ue.

Risa nerviosa:
una lágrima,
una maldición.

Círculo vicioso
no deja de morderse la cola:
"3 sitios distintos"
3 fechas distintas
(la última, la peor de todas
por ello, no me hablas;
por ello, te odio).

Desgarrando papeles
y quebrando posibilidades:
Volver a arrodillarme
(me duelen las rodillas
solo de pensarlo).

Clavando uñas y dientes
repitiéndome "¿Por qué?".

Destiempo, siempre, para todo,
crueldad heredada de actos
que no previmos su
última voluntad.

A destiempo, siempre, siempre,
"tal vez por eso...".
A destiempo, solo sé actuar
siempre, siempre, siempre,
a destiempo.

Tajos cortantes
y silencios que denotan....
¿Qué hostias denotan?
"Siempre fue difícil comprender
la semántica del subtexto"

miércoles, 21 de octubre de 2015

Cállate

"Que sea cierto el jamás..."
-¡Cállate!


Histeria envasada
en fragmentos de instantes
que parecen diluirse
entre gotas de rabia 
incendiada de impotencia
contaminando el alma
y el hambre por reventar.

Putas ganas, putas ganas,
de querer entender
de pretender saber
comprender el puto error:
"Eres una más"

"Encuentra otra persona"
"Estoy ocupada"
Palabras encadenadas que
me dejan fuera
de lugar
"cállate"

¿Lo llevas bien, no?
"nos saludamos"
putas ganas
¡OH, MUÉRETE!

Solo si me lees, solo si lo haces
que lo dudo, muchísimo:
El que pensó el guion
debía estar enfermo
"Cállate".
Será cierto el jamás.

lunes, 19 de octubre de 2015

Deseos idiotas



Vaivenes, incesantes
deslices
entre lo caliente
y frío,
entre la desidia
y tedio,
entre lo moral 
y amoral.

Depende del cristal con el que se mire
de las películas que cada uno 
consigue montarse.

Mentira o verdad:
jugar con la posición
con el deseo idiota:
bondage, dominación,
masoquismo en estado puro.

El sexo no es más que una postura
y el sado una visión:
intelectualidad, inconsciente,
sociopatías, psicopatías;
bien o mal
"tan solo es una postura".


Todo, como en el sexo,
depende de la posición. 

lunes, 12 de octubre de 2015

Redoble

        Siempre recuerdo aquel día de forma agridulce: el éxtasis conjugado en un posterior vacío, un abismo sin fondo que parecía querer romper la mismísima Tierra.

"Qué harías tú..."

    
       Respirar era una acción común que todos los días acertaba a cumplir con atino. Inspirar y expirar, sin demasiado ahínco ni demasiada desgana: un hábito normal. Pero había algo que la alteraba, algo que excitaba su ritmo y creaba arritmias en su compás, un insignificante e insulso suceso que últimamente tenía la costumbre de repetirse y de generarle ansiedad. Aparecía: inocente, ignorante, irreverente e incluso algo diferente. Absurda. 

     No era el modelo ni el prototipo que siempre había causado su excitación, no era ni por asomo la estela de lo que ella siempre había amado destruir: ¿Qué sentido tenía humillar a alguien que ya era, por simple coincidencia del destino, inferior a ti mismo? ¿Qué valor, qué morbo, qué satisfacción podía tener dominar a alguien que ya te debía sumisión? No, no tenía sentido, ni valor, ni morbo; ni siquiera un mínimo destello de satisfacción. O no debía tenerlo. 

      Fuese como fuese, se veía arrastrada todos los días a jugar con ella: fingía interés, que la apreciaba y de pronto se apartaba dejándola en la estacada. La atraía a su red hasta que conseguía atraparla para dejarla allí sin comérsela, abandonada, sola y sin esperanza de que ese tormento terminase. La balanceaba entre su telaraña, liberándola y enjaulándola a partes, a mitades; sin decidirse. ¿Acaso no era lo mejor que sabía hacer?

        Aquel día se sentía sumamente nerviosa y, por ende, en su cuerpo estallaba la necesidad de doblegarla y retorcerla hasta que suplicase clemencia. Sin embargo, sus ganas siempre estaban sometidas a la situación y guardaba la compostura delante del mundo mientras su excitación no hacía más que ir en aumento. Cuando, por fin, se quedaron a solas, se lamió los labios de forma inconsciente mientras disimulaba su interés en las pisadas de ella que se acercaban tímidamente.

            Escuchó sus labios clamando su favor para que le ayudase “¿Puedo enseñarte esto?”. Casi con entusiasmo descafeinado cogió el papel y fingió leerlo a desgana, mientras por su mente pasaban mil y una formas de machacar el ego febril de la que tenía delante. Sin levantar la vista del folio le dijo:

-¿Hacías esto mientras me ignorabas, cierto?
-Yo… supongo… no…

        Ya había empezado: ella tartamudeaba insegura, tambaleándose y, seguramente, pensando alguna excusa para ganarse su favor. Pobre niña estúpida.

-- Deberías ser menos altanera y preocuparte por rendir bien. ¿No fuiste tú quien tenía ganas de trabajar aquí?
-Sí, tienes razón, pero...
-¿Crees que siempre te salvarán tus buenas formas y tu capacidad de improvisación? Habrá un momento en el que no puedas echar mano de tus dones.

        Sintió como ella empezaba a retroceder y a perder las ganas de impresionarla, algo que provocó un escalofrío de placer en su nuca. No la había mirado directamente desde que se había acercado y sin embargo la observaba de reojo mejor que nunca: los mismos pantalones, la misma camisa, las mismas botas, las mismas gafas cubriendo unos ojos asustados de ella. Absurda, vulgar, insolente; demasiado atrayente.

-Creo... creo que...
-¿Crees, qué?
-Yo...- La veía tartamudear mientras no dejaba de fijar su vista en el papel. No quería darle importancia, no quería darle nada; sin embargo, adoraba verla allí, casi arrodillada tratando de complacerla.- Creo que tienes razón.
-Por supuesto.

-Lo siento.
-No tengo tiempo para estas tonterías. Esfuérzate más.

            Sí, eso esperaba; quería, necesitaba que ella se sintiese culpable de su reacción, pidiéndole compasión como hacía ahora mismo. Sonrió para sí mordiéndose el labio inferior: desde hacía días sentía la ansiedad de destrozarla no solo por dentro, sino por fuera, tenerla a su merced en cuerpo y alma. Se llevó la mano al muslo y se lo apretó con fuerza, tratando de calmarse y de razonar.

-Sí, me debes esa disculpa. Podríamos quedar.- Le encantó el brillo que apareció en los ojos de ella cuando pronunció esas palabras.
-¿Quedar? Sí, sí, cuando quieras.
-No, mujer, cuando tú puedas.

            No iba a concretarle la fecha y probablemente no quedaría con ella fuera, aunque se muriese de ganas realmente. La observó por primera vez de frente, inyectando la mirada en sus ojos y denotando un interés falso y verdadero al tiempo que no podía más que causar la confusión que ya se reflejaba en ella. Siguió apretándose el muslo con fuerza mientras trataba de coger fuerzas para marcharse.

-Ya me dirás algo, tengo que irme.
-Sí, hablaremos de esto.
-Claro.- Se giró de espaldas y se adelantó hacia la puerta mientras la dejaba atrás, sonriendo por fin abiertamente segura de que esta no la veía.
-Te escribo y te lo digo
-No lo dudes, mi vida.

        Un último golpe mortal: la tenía de nuevo a sus pies.


PD: "Narcisismo es lo que impera."
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"Acojonada, intimidada: muerta de miedo. 
Se acordaba de su cara, 
no podía dejar de esconder la sonrisa. 
Caminaba por el pasillo absorta
en sus pensamientos, 
se lamía el labio inferior, 
se lo mordía atrayéndolo a su boca.
Cada vez más adentro

Sigue caminando, 
con la piel erizada
deseando encontrársela hoy, 
pensando cómo ilusionarla, 
enamorarla 
para luego, 
impúdicamente rechazarla, 
repetidas veces

Seguía acordándose de ese día: 
la sensación vertiginosa
recorre toda su espalda cuando la deja
entre las cuerdas, 
empotrada en una pared, 
sin salida. 

No importan las miradas, 
la excitación sigue creciendo 
con el peligro de que los ojos ajenos
la vean rozando,
arañando lo prohibido. 
La ve, la mira, 
la tiene, la quiere:
Sumisa, arrodillada e inocente.
Contiene los impulsos, 
quiere hacerla explotar susurrando
palabras que encandilan,
y matan después:
Tú brillas

Lo más dulce que puede oler; 
el miedo, 
la expectativa de tenerla de nuevo 
delante y destrozarla. 
Luego, fingir 
que la vuelve a recomponer
para exterminarla sin piedad,
otra vez

Amparo Alemany Martínez"


domingo, 11 de octubre de 2015

Pánico

Sordidez, aburrimiento,
invento conjuros de pánico.


Sin memoria, revisando,
rememorando
hitos prescindibles.

Sentada, vuelta en la cama
abrazando la autocompasión
bebiendo de la desgana
y pronunciando mentiras:

"Voy a hacer en tu honor
inventarios de pánico"

PD: Mentira o verdad
es lo mismo:
Narcisismo.


domingo, 4 de octubre de 2015


Conté hasta tres para escapar,
busqué la estela hasta un altar,
vi discutir al yin y al yang
apuñalarse por detrás
y oí gemir y vi llorar
como las fieras sin domar
y justo allí dormías tú...

PD: Sin confesarte el modo
de ser testigo en tu festín.

sábado, 3 de octubre de 2015

Brillo

La luz, poco a poco
se desvanece
como si aquella llama
se extinguiese
y solo quedase
un murmullo de lo que fue.

Nos acomodamos
(el tiempo es irreparable),
nos dejamos, 
perdemos las ganas,
la fe, el impulso,
lentamente.

Te levantas y te miras al espejo
piensas "¿Para qué?"
sigues, te duchas,
te cepillas los dientes,
y observas que todo es lo mismo.

Crees que no queda otra
te resignas, suspiras, 
"no tiene sentido
el tiempo es irreparable"
tu brillo se apaga.


Me pierdo entre recuerdos y lágrimas
que nunca fueron verdad.