domingo, 23 de marzo de 2014

Sueños

       Es muy curioso que ahora, justo cuando empiezo a dedicarme a lo que realmente quiero, sea cuando peor escribo. Me he encontrado con una vieja libreta, con textos que datan de hace tres o incluso cuatro años: el inicio de una historia que me inundaría y me arrastraría hasta límites insospechables. Y me doy cuenta de que en plena vorágine, en pleno conflicto, las cosas que escribía eran mucho más sentidas que lo que puedo llegar a plasmar ahora.
     Claro, muchos ( e incluso yo) pensarán que fue cosa de la edad, unos años en los que el sentir se vuelve más ardiente, impaciente y fatalista que ahora con unos cuantos más entre las cejas. Y lo peor de todo es que no han sido muchos: de pronto he ido perdiendo esas ganas de gritar lo que me rodea y lo he sustituido por una calma imperturbable que trata de pensar lo más racionalmente que puede ( aunque la mayor parte de las veces no sea así). Las normas, el cambio que se da poco a poco mientras entras en determinadas fases de la vida es algo desconcertante. Muy desconcertante.
    Tiemblo al pensar en todo esto y al recordar mis palabras, mis frases, mis poemas, mis relatos, mis paranoias mentales y mis deseos. Esos deseos inalcanzables y que sin embargo me parecían más cerca de mi mano de lo que ahora podría suponer. La devoción por los sentimientos, la creencia en unos ideales de ensueño y los pensamientos perdidos en la inmensidad de un anhelo asfixiante: qué tonta.
    Supongo que madurar es esto: resignarse a que los sueños, aun siendo bonitos y pudiendo aliviar los anhelos frustrados, sueños son.


 Curiosísimo curioso:
el tiempo pasa 
no los ojos.

Extrañísimo, extraña:
tiene de color rojo
una almohada plateada.

Las ventanas rotas:
sentada en su mecedora
discrepa con las horas
el fin del mismo:

Envejecer, curar heridas,
sanar, marchitar los días,
 ensuciar la cama concedida
a los solitarios gemidos de su vida.


Que no hay idiotas, que no hay otra vez,
que sí, que el tiempo es cíclico
pero qué le vamos a hacer, *****,
qué le vamos a hacer...

PD: Y encima, tengo la sensación de que me repito. Coincidencias.


 




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