domingo, 11 de marzo de 2012

Los restos de lo que éramos (Part 1)

Los restos de lo que éramos... Todo ardió y se convirtió en cenizas, como la esperanza.

¿Hasta cuando pensaban retenerla allí dentro? Las cuerdas apretaban sus muñecas y empezaba a sentir palpitar sus venas. Decían que era por su seguridad, que pronto todo pasaría y se le explicarían todo. No podía creerlo. Sino ¿Por qué la tenían atada a una silla en un cuartucho sin más muebles que una mesa de madera?
   ¿Qué clase de pervertido la había encerrado ahí dentro? No lo sabía, ya que la única vez que le habían hablado, había sido a través de un pequeño altavoz situado encima de la mesa del que salió una voz distorsionada. Era subrealista. Ella, una simple ama de casa embarazada, había sido secuestrada mientras hacía la compra de todas las semanas.
   Le picaba horriblemente el cuello y empezaba a sentir hambre. Notó una patadita en su barriga de 7 meses y recordó a su niño. Necesitaba comer algo.

-¡Ei! ¿Hay alguien ahí?- Empezó a mover la muñecas de forma nerviosa intentando desasirse de las cuerdas.- Escuche, necesito comer algo. Mi bebé tiene hambre.
  No hubo ninguna respuesta. El altavoz permanecía en el más absoluto silencio.

   Llena de rabia dio una patada en el suelo y empezó a llorar. ¿Qué iba a ser de ella? ¿Se habría percatado Tomas de que ella no estaba? Posiblemente ahora estaría buscándola por tierra y mar, así que no tardaría en encontrarla. O eso creía.
   No tenía ni idea del tiempo que llevaba allí dentro. Empezó de nuevo a mover las manos y consiguió coger uno de los lados del nudo. "Solo un poco más de fuerza". Ya estaba, parecía que cualquiera que le hubiese hecho aquel nudo no se había esforzado demasiado por atarlo bien en tanto para que le apretase.
   Miró las venas palpitantes de sus muñecas provocadas por la presión de las cuerdas. Luego se levantó y observó el altavoz mientras le volvió a hablar.

-¡Escuche! No quiero problemas, en serio, pero necesito comer algo, han pasado más de...- Echó un vistazo rápido a su reloj y prosiguió.- 7 horas. No puede encerrarme aquí con la esperanza de que no sufra ning...
-¡Rápido! No pode... prote...la más tiemp...-El altavoz había empezado a parlotear con una voz interrumpida por interferencias.- Hay que salir de aq... Usted es... única esper...za.
-¿Esperanza? ¿De qué está hablando?
-¡Mierda! ¡Alice, tien... salir...aquí... ell.. están dentro!
-¡¿Oiga!?
   Nada, el aparato ahora solo dejaba salir un sonido continuo de interferencias. Echó un vistazo alrededor y encontró una puerta al lado contrario de la mesa. Se lanzó sobre ella e intentó abrirla. Movió furiosamente la manivela de la cerradura sin ningún éxito. Desistió y se sentó de nuevo en la mesa. Acarició su barriga mientras empezaba a llorar. ¿Qué culpa tenía ella? ¿Y su hijo?
    No supo cuanto tiempo transcurrió hasta que alguien la llamó al otro lado de la puerta. Una voz desconocida le ordenaba que se pusiera en el lugar más alejado de la puerta. Ella hizo caso y se puso debajo de la mesa. Instantes después una pequeña explosión derribó la puerta en el suelo. Una silueta uniformada entró al pequeño cuarto y le tendió una mano enguantada. Alice la miró desconfiada y la cogió temerosa. Cuando se levantó, vio que al hombre le acompañaban 4 soldados más.

-¿Se encuentra bien señora?
-Eso creo.- Ella se sacudió el polvo de los pantalones y los observó, no reconocía el uniforme.- ¿Quienes sois? ¿Qué está pasando?
-Ha empezado una guerra, señora. Somos un grupo que se dedica a rescatar a los supervivientes de los bombarderos y a reclutar a la mayor gente posible para organizar la resistencia.
-¿Resistencia? ¿Guerra? ¿De qué está hablando?
-¿Cuanto tiempo lleva aquí encerrada?
-Creo que unas 7 horas.
-Entonces debería saber que es lo que está ocurriendo. Es posible que haya perdido la noción del tiempo aquí dentro.
-Mi reloj marcaba...-Se lo mostró al oficial y éste frunció el ceño.
-Su reloj hace tiempo que no funciona, señora. Desde que se paró, han transcurrido cuatro días.
-¿¡Qué?! -De repente el hambre que sentía incrementó de forma descomunal.-¡Tengo que conseguir algo de comida! ¡Mi pequeño!- Empezó a moverse rápidamente y a dar vueltas por la habitación.-¡Teneis que dejarme salir!

El soldado la cogió de los brazos y le apretó levemente las muñecas.

-¡Cálmese señora! La llevaremos a nuestra base y podrá comer. Pero ha de permanecer tranquila.
-Por favor se lo ruego. Vámonos.

El soldado llamó a dos de sus subordinados y les ordenó que la escoltaran hasta la base.

-Aseguraos de que llega sana y salva.
-Sí señor.

Los soldados la acompañaron fuera de la habitación. Luego recorrieron un largo pasillo lleno de compuertas manchadas de sangre. A través de una que se encontraba medio abierta, vio una especie de laboratorio y muchos ordenadores, en uno de ellos había el símbolo del gobierno y en otro el logotipo de una conocida empresa farmacéutica. Se dirigió a la mujer que la acompañaba junto con su compañero y le preguntó.

-Perdone. ¿Qué es esto? Es decir ¿Dónde nos encontramos?
-En una de los laboratorios de la corporación Shinra.
-¿Shinra? ¿La encargada de investigar fármacos en el país?
-Exacto. -La mujer miraba su vientre de forma compasiva y luego añadió.- Ha sido una suerte que te encontráramos.
-¿Por qué? Señora...
-Helena, él es Carter. Por tu embarazo.
-¿Mi embarazo?
-Sí. En los cuatro días que has estado encerrada han pasado muchas cosas. Demasiadas. El mundo entero se ha visto envuelto en una guerra por la supervivencia.
-No entiendo nada.
-Muchos tampoco lo han hecho. La rapidez de los hechos los ha abrumado y ha preferido ponerle fin a su vida de forma sencilla. - Llegaron al final del pasillo y se pararon delante de la puerta que parecía dar al exterior. -Cuando lleguemos a la base te lo contaremos todo, ahora hay que ser rápidos y no podemos distraernos.

    El soldado llamado Carter sacó una especie de escopeta y abrió la puerta saliendo con sumo cuidado a la calle. Después de unos momentos le oyeron gritar que todo estaba despejado y que podían salir. Ambas salieron y subieron a la furgoneta que el soldado intentaba puentear. Después de unos minutos consiguió arrancarla y salieron de allí a la máxima velocidad que les permitió el vehículo.

Llegaron a una especie de fortaleza subterránea, semejante a un castillo medieval por sus altas murallas de piedra y su puente levadizo electrónico. Había oído hablar sobre aquellas instalaciones militares, utilizadas para entrenar reclutas y especialistas. También había escuchado que tenían una utilidad defensiva en caso de bombardeo, pero esto se había considerado una función inútil dado la aparente estabilidad mundial. La calma antes de la tempestad.
    Bajaron del vehículo y observó el interior del recinto. Era enorme, había diez edificios 4 de los cuales eran enormemente altos. En algunos lugares encontraba a familias enteras sentadas en el suelo, esperando silenciosas por algo que no sabía que era. En otros sitios veía formaciones de personas que parecían querer alistarse a la llamada "resistencia". No tuvo más tiempo para examinar el sitio, pues Helena le cogió del brazo y le pidió que la acompañase.
    Llegaron a uno de los edificios más pequeños. Un recibidor les recibió con un agradable olor a comida. Alice sintió unas ganas terribles de salir corriendo detrás de aquel olor. Pero la soldado le dijo:

-Se paciente, antes debe verte un médico, te prometo que no serán más de quince minutos.

¿Ser paciente? ¿Cómo podía ser paciente si llevaba 4 días sin comer? ¿Cómo podía pedirle paciencia si su bebé estaba muriéndose de hambre?
    Pero las palabras de Helena fueron ciertas. En unos pocos minutos apareció una mujer que la examinó y le extrajo un poco de sangre para comprobar los niveles de azúcar y colesterol. Le dijo que no era preocupante su pérdida, y que por suerte, su bebé no tenía porque haber sufrido daño alguno. Le recomendó que fuese a comer, con moderación y que luego volviese para hacerse un chequeo completo.

-Muchas gracias señora. -La médico se marchó y se dirigió a Alice.- Sígueme. El comedor está en esa dirección.

Pasaron por un pequeño hall y luego llegaron a la zona del comedor. Alice salió corriendo como pudo hasta la vitrina de comida y le pidió al chico detrás del mostrador que le sirviese cualquiera de las cosas. Pero rápido.
   El chico le puso una ración de macarrones y ella le arrebató el plato de las manos. Se sentó en la primera mesa que encontró y empezó a devorar aquella sencilla comida como el mejor de los manjares.

-Mastica más despacio, la doctora ha dicho que comas con moderación.

No tardó en terminarse el plato, haciendo caso omiso a las recomendaciones de la doctora y de Helena. Luego le suplicó que le dejase comer más, pero no la dejó. La llevó fuera del edificio que ahora sabía que era "Hospital y comedor" y la condujo hasta otro edificio un poco más grande que el anterior. Dentro había mucha gente sentada en sofás o sillas jugando a cartas o charlando. Subieron por un ascensor hasta la segunda planta y la llevó hasta una puerta que ponía "212".

-Por el momento debes quedarte aquí. Descansa, luego vendré a recogerte para llevarte con la doctora de nuevo.
-Pero ¿Qué es lo que está pasando? ¿Quién ha bombardeado la ciudad? ¿Quién ha iniciado esta guerra y por qué estoy involucrada?
-Luego te lo explicaré. Ahora duerme un poco, te hará falta.

Dicho esto, Helena se marchó por el ascensor. Alice miró la habitación de dentro. No era nada especial, un par de sillones, una cama bastante ancha y una televisión. En la pared una puerta que seguramente llevaría al baño. Luego lo comprobaría, ahora solo quería dormir un poco para que el tiempo pasase más deprisa. No. Para comprobar que aquello era un simple sueño del que se podría despertar. Para comprobar que todo aquel sin sentido no era más que un producto de su mente.

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