jueves, 8 de noviembre de 2012

El cordero y la presa.

      No es diferente de cuando empezó. Y acabará de la misma forma, con tu nombre escrito con tiza sobre una pizarra. Y seré yo quién, rompiéndome a trozos, lo borre.


Distancias infranqueables
entre tierras de dominio,
guardando, en míseros alguinios,
la esperanza de que tal vez pase.

La línia invisible separa siempre
el cordero de la bestia
el predador de la presa.
el roce efímero de sus pieles.

Romperme mientras se buscan
sin dejar que veas
mi parte de miseria.

Me despedazo por dentro
casi sin acordarme de qué momento
me convertí en la presa que busca a su cordero.

Y parece ser que nos creó lo mismo.



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