viernes, 28 de noviembre de 2014

Punto y final.

       Supongo, creo, que en algún momento todo llega a su término. Es inaudito todo el tiempo que llevo metida en esto, todo lo que ha sucedido y todo lo que no aconteció -me remito cada noche a eso precisamente- y que se incrustó tan hondo en mis pensamientos que no puedo, aún hoy, sacarlo de ahí. 
       Tengo más de 900 letras escritas entre poemas, relatos y demás historias que podrían llevar TU nombre de título -aquel que siempre ha sido un tabú, y que me jodía las rimas más de una vez por no poder ponerlo. Aunque guardo los originales-; la gran mayoría publicadas aquí -lugar que no frecuentas, una lástima-, además de todas aquellas cosas que guardo escritas en mi libreta -que un día te entregué por error, ¿Recuerdas?- y que, en parte, nunca he mostrado ni quiero mostrar.
       Y es así como la ironía sigue su curso: te escribo como si de verdad estuvieses frente a mí -aunque ambas sabemos que estaría tartamudeando y diciendo cualquier estupidez antes que todo esto- y, lo que es peor, como si de verdad fueses a leerme. Pero nada, me emperro irremediablemente. 
      En algún punto todo llega a su fin, para qué engañarnos: estoy cansada, asqueada incluso, de perseguir un fantasma que ni siquiera se acuerda de quién soy. Aún así, no puedo negar que has sido -y eres, para qué engañarnos- lo más literario que me ha sucedido nunca.

     Como bien rezó ÉL -que, por cierto, ya sé quién es- tres palabras lo recitan

NEVER KNOWS BEST


PD: La función terminó
      y aún quedó alguien esperando
      por el último acto
    "ese que ambas sabemos que no va a suceder".

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