viernes, 2 de septiembre de 2011

Ábrelo despacio...

    Un cofre con una perla dentro, una maldita lágrima de coral que brillaba casi con luz propia. La miraba curiosa, no recordaba quien me la había regalado, ni quería hacerlo, porque tan solo intentarlo me dejaba un sabor amargo en la boca. Cogí los dibujos de la pared y los arranqué uno por uno, pero seguía sin encontrar el que quería. ¿Donde diablos se había metido? Tal vez se había caído detrás del enorme mueble- escritorio. Lo dudaba. Siguió arrancando dibujos hasta que lo encontró, pequeñito, sencillo y con el mayor sentimiento encerrado en su papel. Una rosa dentro de una caja de cristal.

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