jueves, 19 de enero de 2012

Juro que ellos jamás te cogerán...

Y si al final se atreven
y ellos vienen,
no lo dudes por favor
incrusta una estaca en mi corazón.

    Se encontraba entre aquella muchedumbre y aun no sabía muy bien porque. La velocidad de los hechos la había abrumado y sepultado en un estado de shock que más pronto o más tarde tenía que estallar...

     Estaba harta de escuchar las mismas noticias en la tele, leer lo mismo en las plataformas digitales (¿Periódico real? Un maldito lujo) y de escuchar a sus mayores quejarse de lo mismo. Sus padres, siempre hablando en voz baja sobre la precaria situación económica familiar, la hacían sentirse incómoda cada vez que llegaba del instituto y subía otro recibo, otro maldito aviso...

    Ellos la sonreían cada vez que la miraban, le preguntaban un "¿Qué tal el día cariño?" "Bien, como siempre". No podía evitar reconfortarse un poco al saberse lo bastante lúcida y responsable como para compensar aquel derecho que poco a poco se estaba convirtiendo en un lujo. Abría los libros y empezaba con sus deberes que acababa más tarde o más pronto, luego salía a dar señales de vida mientras veía a su madre echada en el sofá sin apenas una pizca de aliento para levantarse. "¿Cómo ha ido hoy el médico?" "Igual que siempre, no hacen caso de mis ruegos". "Ruegos". Maldita sea, habían pasado a ser súplicas en vez de chequeos médicos. Su madre, años enferma, estaba al borde de sus limitaciones y no creía poder aguantar por mucho tiempo más si los médicos no actuaban pronto. Una solución o algo que le hiciera la vida un poco más llevadera, solo pedía eso (Aunque ahora era demasiado). Después se acercó a su padre "¿Ha habido suerte?" "No cariño, todo sigue igual de mal.". Le dio un beso en la mejilla y se despidió de ambos dando por escusa que necesitaba airearse después de estudiar. Cogió su abrigo grueso y pensó en llamar a alguien "¿Para qué? ¿Para dercirles algo que ya viven en sus propias carnes?".

Salió de casa con su paso apresurado y empezó a caminar por las calles vacías de gente, los niños ya no salían en las tradicionales meriendas comunales en el parque, donde se ensuciaban de barro y se hacían rasguños que luego olvidarían en brazos de sus madres. No, ahora el miedo de sus madres a perder a sus hijos y que les ocurriese cualquier cosa era suficiente motivo para comprarles una PSP y tenerlos entretenidos, controlados y en casa. En fin, tampoco era el fin del mundo.

     Paseó y pasó por delante de su instituto, lo contempló con una mezcla de melancolía, miedo y tristeza. Unas vocecillas en su cabeza le advertían que muy posiblemente no tardaría en ser uno más de la lista de "con precaria educación". Ingresos que no llegan, facturas que se acumulan, profesores desquiciados por los recortes y una directiva hasta el cuello que ya no sabía como apañárselas (Como en todas partes). ¿Tanto había cambiado aquel mundo? Tan solo un par de años atrás todo esto ni se podía imaginar y ahora, era una amenaza que cada vez estaba más cerca de hacerse real (Aunque en muchos sitios ya llegue a estar presente).

     Siguió andando y se encontró con su antigua escuela, aquel infierno en miniatura que tantas puñaladas le había propiciado, pero que a la vez, había asentado las bases de lo que hoy en día empezaba a ser. "Canceladas las clases por la tarde" anunciaba un cartel en sus puertas. "¿Canceladas? ¿Por qué?" se preguntó a sí misma en voz alta. "Falta de presupuesto hija, como en todas partes." Recibió esa respuesta de una madre que acompañaba a su hijo, al parecer, al parque (¡Milagro!). Saludó a la buena señora y prosiguió su camino.
     "No, esto no puede seguir así. Nos ha costado tanto conseguir todo esto y ahora lo estamos perdiendo a una velocidad abismal" Pensaba mientras jugaba golpeando una piedra con el pie "Nosotros aun hemos tenido algo de suerte, pero ¿Y el resto de nuevas generaciones que harán?" Se sentó en un banco con la cabeza apoyada sobre sus manos. El mundo entero estaba cambiando a su alrededor, y la gente seguía igual, impasible, sin una crítica, y lo que era peor, seguían "votando" a los mismos incompetentes para que nos siguieran gobernando apretando la soga aun más alrededor del cuello de millones de personas. "¿Qué les pasa? ¿Por qué actuan de esa forma? ¿No les importa el futuro de sus hijos? ¿No les importa nuestro futuro?" Muchos piensan la odiosa frase de "Más vale mal conocido que mal por conocer". Falso, no puedes tachar a algo de malo porque simplemente no lo conozcas (Aunque todos sean los mismos monos de feria demagogos y carentes de coherencia en sus discursos).
     Recibió un sms en su móvil "Este fin de semana hay manifestación en contra de los recortes ¿Estarás allí?". Un rápido tecleo de un "Sí" y un envío apresurado. No se acordaba de aquella revindicación. Se preguntó si serviría para algo, si por fin alguien de los peces gordos plantaría orejas y se apiadara de aquella gente que gritaba a las puertas de sus despachos. Seguramente no y como siempre llegarían los antidisturbios poniendo "orden" y desalojando el lugar haciendo así que la voz no se corriese demasiado para luego anunciar en los telediarios "Los mismos perroflautas de siempre protestan por la bajada de sueldo de los profesores". Imbéciles, no se trata solo del sustento de miles de personas, se trata también de la educación de millones de jóvenes y de la salud de otras tantas personas ¡¿A caso no lo veis?!. Confundida, sin sacar nada en claro y aun más enfurecida después de pensar en las "gilipolleces" de los medios y de la gente en general, volvió a casa hecha un maldito amasijo de nervios. Su mente, ya de por sí bastante caótica (y perdonad la expresión) ahora no era más que un cúmulo de vocecillas implorando atención. "¡Quiero bocadillo!" "¡Cuchara!" "¡¿Maw!?"
     Saludó a su madre que ahora parecía de mejor humor y se encerró en su habitación temiendo soltarle alguna barbaridad que la pudiese herir. Miró los antiguos dibujos de su repisa, los escritos de años anteriores y los diarios pasados donde su mayor preocupación era como pasarlo el doble de bien que el día que había finalizado. Ahora con tan solo 16 años, como la mayoría de sus compañeros, se les había obligado de forma indirecta a plantearse más su futuro y a preguntarse constantemente "¿Qué será de mí...
    Volvió la vista atrás y vio a sus amigos echados en tierra, esperando al igual que ella, la seña de inicio de la marcha. Miles de personas estaban allí, junto a ellos, preparados para gritar y defender el mundo en el que vivían y proteger todo lo que amaban. Todos luchando por las mismas causas y por el mismo fin. El futuro desolador del que nadie se creía víctima había llegado y era el momento de defender sus vidas y sus derechos.



PD:Este escrito lo dedico a todos aquellos, que como mis compañeros y yo están sufriendo las consecuencia de una gestión pésima y de un abuso de poder excesivo. De una clara discriminación y de una política extremadamente corrupta que ahora nos hace pagar a todos sus delitos. Os insto a que no os rindais y a que os hagais escuchar, nos vemos el 21.

No hay comentarios:

Publicar un comentario