domingo, 28 de octubre de 2012

Ícaro

     El sol empezaba a despuntar en el horizonte. El acantilado que tenían bajo sus pies propiciaba una vista preciosa de aquel suceso diario.
    Abrió sus alas y se giró. Ella soltó un bufido de desdén al verla y le reprochó:

-¿No te das cuenta de qué no vas a conseguir nada?
-Quién sabe, la vida da tantas vueltas.
-¿Qué pretendes demostrar?
-Simplemente quiero elevarme, llegar hasta lo más alto y tocar los rayos de aquel que nos alumbra todos los días.- Una amplia sonrisa iluminó su cara y prosiguió.- Quiero estar en un lugar tan elevado que nadie pueda alcanzarme.
-Yo no te amo.
-Lo sé ¿Y? ¿Qué me impide que yo te quiera a ti?
-Eres incorregible.
-Sí, quiero que sepan que si llego a lo más alto será solo gracias a ti. Que la única inspiración que me guiará hasta lo que seré llevará tu nombre.- Se dio la vuelta y retrocedió unos pasos.- Aunque a ti te dé igual, parte de lo que soy y seré te lo debo a ti.

    Acto seguido, empezó a correr y saltó al vacío.

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