miércoles, 23 de enero de 2013

Último obstáculo.

Que las hondas de la música perforen mis tímpanos si no voy a volver a escuchar su voz.



Perdida, encontrada, sin aclararme,
me dejé embelesar por la delicia
de quedarme siempre como Alicia
sometida a la voluntad de su reina de aire.

No era por sus tallos ni espinas
por lo que al final yo sangré,
siendo tan poco lo que fue
como la esperanza mi ruina.

La sangre tiñó las rosas blancas
que quedaban en aquel jardín
de aquel precioso carmín
que deja cualquier voluntad en nada.

Rogué una sola vez más a sus pies
al cielo y a la tierra que ahora la custodia
solo un poco de misericordia
antes de que la locura consuma mi ser.

Es el reflejo de algo que nunca existió
de la promesa fallada en el último instante
para convertirse en cruel amante
de mis noches de insomnio y terror.

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