La divinidad de un solo instante
que pueda inmortalizar el suspiro
del último aliento de un sacramento prohibido.
El deterioro de la soledad sin rejas,
prisión de finales y moralejas
y de un cuento sin príncipe o princesa.
Los espíritus se rompen y corrompen,
dejan que la desidia se apodere de ellos
como la vida de aquellos matices bellos
devorados por la consistencia de lo mediocre.
El tiempo se pasea sin remordimiento
lastima, hiere, se divierte con nuestras vidas
dejándolas completamente vacías
de la lascivia que inundan nuestros pensamientos.
El suspiro de un único instante demente
en la fantasía de una apagada estrella
que sueña y sueña sin su dama bella
el día que salga todo de su mente.
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