miércoles, 20 de marzo de 2013

Un compendio de miles de cosas...

        Alguien dijo que para ser escritor, sobre todo de historias largas, se necesitan una serie de vivencias y experiencias sobre las que apoyarte, pues son estas las que le dan forma a tu imaginar. Pero, en verdad, no solo se aplica a los que tratan de escribir de mejor o peor forma, sino a todo ser humano. Fuimos, somos y seremos el resultado de las cosas que nos han ido ocurriendo y de las que no. De los matices perdidos en mitad de un libro y de los que sacamos aparentemente sin motivo. Interpretamos la vida desde nuestra propia perspectiva e inevitablemente no conseguimos objetivizar nuestros pensamientos por mucho que lo intentemos.
         Cuando tratas de expresar algo, sea lo que sea, las palabras que selecciona tu mente serán diferentes a las que utilizaría otra persona en tu situación. ¿Y quién determina que una u otra está mejor? Alguien que también ha vivido, ha sentido y por lo tanto opinará de una manera subjetiva.
        En definitiva, la vida es eso, subjetividad en estado puro. La mente es incapaz de razonar de la forma que lo haría un simple autómata porque le es imposible obviar todo cuanto la forma.

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