miércoles, 16 de octubre de 2013

Fénix.

La verdad, él nunca resurgió de sus cenizas.


Historias que reposan quietas
aferradas a algo sin nombre
hecho de suposiciones "internas".

No le dieron importancia mil hombres
que no encontraron su honra ni su meta
en sus más de mil diferentes voces.

¿A qué, a cuánto se llegó?
Ni mito, ni leyenda alguna
pudieron dar respuesta oportuna
a lo que en verdad no ocurrió.

Y es que se conjuró para destruir su vida
y dar una falsa esperanza a quien creyese
que el milagro de resurgir de la muerte
pudiese hacerse a través de las cenizas.


Ni cenizas, ni tiza, ni intento,
en ese agujero que prende hasta el suelo
de una arrogancia que busca consuelo
en el mismo abismo que cayó su vuelo.

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