domingo, 6 de julio de 2014

Ícaro (parte 4.1)

-Ícaro, Ícaro, Ícaro,... Pequeña ilusa. ¿Has tocado el Sol como esperabas? No, te has quemado antes de siquiera tenerlo entre tus dedos. Mira tus alas, están rotas. Aunque es increíble que no se te hayan desprendido por completo.
-Increíble fue lo sucedido.
-Y lo que está por venir. No lo olvides.
-No, no olvido, nunca.
-Rencorosa, ¿Qué más podías esperar? ¿Una sonrisa? ¿Una palabra afable?

        Se levantó desde su silla y caminó por la habitación de manera lenta y con las manos en la espalda. Observaba con una media sonrisa en su boca a Ícaro y su costado herido. Se acercó y tocó con la mano la sangre seca adherida a su piel.

-Duele, ¿Verdad?
-Bastante.
-Tardará en sanar.-Hundió un dedo en la obertura y la otra exhaló un leve gemido de dolor.
-Lo sé.
-Es momento de cerrarla.
-¿Cómo cierras algo que, por irracional que suene, quieres que quede abierto?
-Tienes que elegir.

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